Podría decirse que el escándalo del Ministerio de las TICs es uno más en un montón de hechos que más adelante serán olvidados por este país donde todo lo tapan, todo lo ocultan para no encontrar responsables y hacernos creer que Colombia no tiene remedio. El viernes en la Cámara de Representantes vimos el debate […]
Podría decirse que el escándalo del Ministerio de las TICs es uno más en un montón de hechos que más adelante serán olvidados por este país donde todo lo tapan, todo lo ocultan para no encontrar responsables y hacernos creer que Colombia no tiene remedio.
El viernes en la Cámara de Representantes vimos el debate contra Karen Abudinen, la ministra que está en el ojo del huracán por un contrato que tenía el más noble de los propósitos: conectar a niños y jóvenes de escuelas públicas con el mundo; sí eso que llaman conectividad, pero la plata de los niños pobres es la más apetecida por los corruptos, así ocurre con el PAE, se lo roban descaradamente en todo el país y este departamento sabe muy bien de eso.
70 mil millones de pesos, una cifra que pone a soñar a cualquiera, pero la ministra con escalofriante cinismo manifiesta que no pasa nada, que el resto del dinero está seguro, que es una nimiedad lo que se está perdiendo; debe serlo en un país donde diariamente los corruptos se apropian de los recursos públicos, pero el circo de la moción continuó con la triste defensa de la misma funcionaria señalada de incompetente por no prever todas esas cosas que en materia de contratación estatal se deben prever, además por tratarse de un contrato que comprometía una descomunal suma de dinero; no se trataba de cualquier contrato de prestación de servicios, se trataba de la apuesta más ambiciosa del Gobierno Duque en materia de conectividad y omitieron revisar la autenticidad de las pólizas que amparaban el contrato.
El papel de nuestros representantes también es vergonzoso, un país que necesita señales de cambio, de defensa del patrimonio público encuentra en muchos congresistas los cómplices perfectos de los actos de corrupción más repudiables, allí están sentados cuatro representantes que callan, que se cuidan de dar un paso para no molestar al Gobierno nacional y así mantener esa relación podrida de burocracia e intereses perversos; lo peor de todo es que esos mismo congresistas o sus descendientes serán elegidos nuevamente porque a los que votan no les interesa que al Estado lo roben y esos que deberían ser guardianes y hacer frente contra esa robadera como la del Ministerio de las TICS, cierran filas como dijo el Representante Gabriel Santos en su impecable intervención: “Defienden un logo y no principios”. Ojalá Cuello, Quintero, Salazar y Moreno aprendieran del joven congresista bogotano, que siendo del partido del presidente dejó claro que no apoya a la ministra.
La ministra Karen Abudinen hace gala de su descaro en cada intervención, lo del viernes fue la máxima expresión de una funcionaria soberbia a la que lo único que le falta es condecorarla por el pequeño descuido que conllevó a que le metieran una póliza falsa y se perdieran $70 mil millones de las arcas del Estado y ahora ella misma se proclama como salvadora.
Una situación así en una gran empresa privada provocaría la salida inmediata del funcionario descuidado, pero acá continuarán robando y la excusa siempre será que fue un pequeño descuido, todo fue de buena fe y nadie responderá y acá felices votando por esos mismo Honorables Parlamentarios, amantes de tapar todo.
Podría decirse que el escándalo del Ministerio de las TICs es uno más en un montón de hechos que más adelante serán olvidados por este país donde todo lo tapan, todo lo ocultan para no encontrar responsables y hacernos creer que Colombia no tiene remedio. El viernes en la Cámara de Representantes vimos el debate […]
Podría decirse que el escándalo del Ministerio de las TICs es uno más en un montón de hechos que más adelante serán olvidados por este país donde todo lo tapan, todo lo ocultan para no encontrar responsables y hacernos creer que Colombia no tiene remedio.
El viernes en la Cámara de Representantes vimos el debate contra Karen Abudinen, la ministra que está en el ojo del huracán por un contrato que tenía el más noble de los propósitos: conectar a niños y jóvenes de escuelas públicas con el mundo; sí eso que llaman conectividad, pero la plata de los niños pobres es la más apetecida por los corruptos, así ocurre con el PAE, se lo roban descaradamente en todo el país y este departamento sabe muy bien de eso.
70 mil millones de pesos, una cifra que pone a soñar a cualquiera, pero la ministra con escalofriante cinismo manifiesta que no pasa nada, que el resto del dinero está seguro, que es una nimiedad lo que se está perdiendo; debe serlo en un país donde diariamente los corruptos se apropian de los recursos públicos, pero el circo de la moción continuó con la triste defensa de la misma funcionaria señalada de incompetente por no prever todas esas cosas que en materia de contratación estatal se deben prever, además por tratarse de un contrato que comprometía una descomunal suma de dinero; no se trataba de cualquier contrato de prestación de servicios, se trataba de la apuesta más ambiciosa del Gobierno Duque en materia de conectividad y omitieron revisar la autenticidad de las pólizas que amparaban el contrato.
El papel de nuestros representantes también es vergonzoso, un país que necesita señales de cambio, de defensa del patrimonio público encuentra en muchos congresistas los cómplices perfectos de los actos de corrupción más repudiables, allí están sentados cuatro representantes que callan, que se cuidan de dar un paso para no molestar al Gobierno nacional y así mantener esa relación podrida de burocracia e intereses perversos; lo peor de todo es que esos mismo congresistas o sus descendientes serán elegidos nuevamente porque a los que votan no les interesa que al Estado lo roben y esos que deberían ser guardianes y hacer frente contra esa robadera como la del Ministerio de las TICS, cierran filas como dijo el Representante Gabriel Santos en su impecable intervención: “Defienden un logo y no principios”. Ojalá Cuello, Quintero, Salazar y Moreno aprendieran del joven congresista bogotano, que siendo del partido del presidente dejó claro que no apoya a la ministra.
La ministra Karen Abudinen hace gala de su descaro en cada intervención, lo del viernes fue la máxima expresión de una funcionaria soberbia a la que lo único que le falta es condecorarla por el pequeño descuido que conllevó a que le metieran una póliza falsa y se perdieran $70 mil millones de las arcas del Estado y ahora ella misma se proclama como salvadora.
Una situación así en una gran empresa privada provocaría la salida inmediata del funcionario descuidado, pero acá continuarán robando y la excusa siempre será que fue un pequeño descuido, todo fue de buena fe y nadie responderá y acá felices votando por esos mismo Honorables Parlamentarios, amantes de tapar todo.