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Columnista - 22 noviembre, 2012

No estamos para reinados

Por Miguel Ángel Castilla Camargo [email protected] El fallo adverso para Colombia en La Haya, los actos terroristas de las Farc, el ajuste de cuentas de las bandas criminales, la parálisis de la Justicia, el matoneo estudiantil,la inseguridad, el homicidio en boga y el aumento de niñas violadas, debe al menos tocarnos el corazón para hacernos […]

Por Miguel Ángel Castilla Camargo

[email protected]

El fallo adverso para Colombia en La Haya, los actos terroristas de las Farc, el ajuste de cuentas de las bandas criminales, la parálisis de la Justicia, el matoneo estudiantil,la inseguridad, el homicidio en boga y el aumento de niñas violadas, debe al menos tocarnos el corazón para hacernos una reflexión profunda.
El palo no está para cucharas, reza el apotegma popular; en la Biblia, en Eclesiastés 3:4 dice: Tiempo de llorar, y tiempo de reír; tiempo de endechar, y tiempo de bailar. Endechar es llorar, lamentarse.

Después de lo sucedido en Cartagena con el Reinado Nacional de la Belleza, donde a muy pocos les pareció atractivo, y donde ya no confluyen los mafiosos del país a comprar mujeres como en una subasta ganadera, estos eventos, por el bien de la juventud deben acabarse. Con el cuento de que generan ingresos, se han convertido en simples trampolines para la prostitución. Sé que algunos dirán que de ahí han salido varias reinas para la televisión. ¿Y cuántas han terminado al final de la vida? Si hay más de cinco, vigentes y decentes, es mucho.

Hasta ahora, el gobernador de Antioquia, Sergio Fajardo, es el único mandatario que ha entendido la responsabilidad para con la sociedad; sobretodo que lo hizo en el departamento con mayores conflictos sociales.
Desterrar los reinados de nuestras vidas debe ser una consigna; no tiene presentación que una sociedad legitime la acción pueril de tres o cuatro proxenetas de oficio que se consideran reyes indestronables. Ya es hora de bajarlos de ese pedestal al que subieron gracias a nuestra irresponsabilidad e ignorancia.
El respeto por la mujer, sugiere mirarla íntegramente, sin aquel morbo del consumo que la hace ver como un producto cárnico. Mostrarla como en una feria, donde le escudriñan hasta el último cromosoma en busca de falencias estéticas, habla muy mal de una fracción de la sociedad que se quedó en la era de la ruindad y lo superfluo.
El negocio de Donald Trump, Play boy, Raymundo Angulo y de algunos Medios, consiste en  fomentar la prostitución como ente; eso demanda  poner a un país a pensar como ellos, con sus vanidades, arrogancias y deslices. Esos son los depravados que hay que aislar. Son los enfermos, que desde sus cloacas le dicenal resto de seres humanos que los enfermos son otros. Gracias a ellos se vende lo invendible.  
Digamos, que en el fácil arte de prostituir, algunos se han vuelto expertos como la cadena R.C.N., que además del súpermercado que explota con su gran apología a este tipo de certámenes y su programación sicodélica, justifica el daño aduciendo que es una industria cultural que genera empleo. Bueno, también genera indolentes, interesados y egocéntricos. Lo bueno, es que los Medios se burlan de eso mismo que crean, formulando preguntas que suscitan las respuestas más vacías del mundo como la trillada y famosa frase: Hombre con hombre, mujer con mujer. Diría que aquella reina que dijo aquel exabrupto solo se había adelantado en el tiempo.  
Ese prototipo de personas, moldeadas por la desgracia, que consiguen muchas cosas enseñando sus efluvios clitorianos, son las mismas que lesdicen a las mujeres de bien, que el cuerpo vende más que la mente.  Por eso, la mayoría de féminas no sabe que hacer con su figura, que en su afán de pervertirse en la oferta y la demanda,se estrella con la indignidad varonil. Las cifras de mujeres que han muerto en un quirófano en busca de la vanidad son incontables, sin contar las anoréxicas, bulímicas y adictas que deja este fenómeno “real”.
Para infortunio nuestro, el  gran generador de anti valores, nuestra corrupción mental, dicho sea de paso, tan atada al narcotráfico, no se puede acabar. Gracias a ese flagelo, quiérase o no, disminuye el desempleo, crece la construcción, y las formas de lavado mantienen estable el peso. La doble moral del dinero que multiplica el empleo, y también los muertos, es proporcional a las jóvenes que delinean su proyecto de vida en un reinado.

Columnista
22 noviembre, 2012

No estamos para reinados

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Miguel Ángel Castilla Camargo

Por Miguel Ángel Castilla Camargo [email protected] El fallo adverso para Colombia en La Haya, los actos terroristas de las Farc, el ajuste de cuentas de las bandas criminales, la parálisis de la Justicia, el matoneo estudiantil,la inseguridad, el homicidio en boga y el aumento de niñas violadas, debe al menos tocarnos el corazón para hacernos […]


Por Miguel Ángel Castilla Camargo

[email protected]

El fallo adverso para Colombia en La Haya, los actos terroristas de las Farc, el ajuste de cuentas de las bandas criminales, la parálisis de la Justicia, el matoneo estudiantil,la inseguridad, el homicidio en boga y el aumento de niñas violadas, debe al menos tocarnos el corazón para hacernos una reflexión profunda.
El palo no está para cucharas, reza el apotegma popular; en la Biblia, en Eclesiastés 3:4 dice: Tiempo de llorar, y tiempo de reír; tiempo de endechar, y tiempo de bailar. Endechar es llorar, lamentarse.

Después de lo sucedido en Cartagena con el Reinado Nacional de la Belleza, donde a muy pocos les pareció atractivo, y donde ya no confluyen los mafiosos del país a comprar mujeres como en una subasta ganadera, estos eventos, por el bien de la juventud deben acabarse. Con el cuento de que generan ingresos, se han convertido en simples trampolines para la prostitución. Sé que algunos dirán que de ahí han salido varias reinas para la televisión. ¿Y cuántas han terminado al final de la vida? Si hay más de cinco, vigentes y decentes, es mucho.

Hasta ahora, el gobernador de Antioquia, Sergio Fajardo, es el único mandatario que ha entendido la responsabilidad para con la sociedad; sobretodo que lo hizo en el departamento con mayores conflictos sociales.
Desterrar los reinados de nuestras vidas debe ser una consigna; no tiene presentación que una sociedad legitime la acción pueril de tres o cuatro proxenetas de oficio que se consideran reyes indestronables. Ya es hora de bajarlos de ese pedestal al que subieron gracias a nuestra irresponsabilidad e ignorancia.
El respeto por la mujer, sugiere mirarla íntegramente, sin aquel morbo del consumo que la hace ver como un producto cárnico. Mostrarla como en una feria, donde le escudriñan hasta el último cromosoma en busca de falencias estéticas, habla muy mal de una fracción de la sociedad que se quedó en la era de la ruindad y lo superfluo.
El negocio de Donald Trump, Play boy, Raymundo Angulo y de algunos Medios, consiste en  fomentar la prostitución como ente; eso demanda  poner a un país a pensar como ellos, con sus vanidades, arrogancias y deslices. Esos son los depravados que hay que aislar. Son los enfermos, que desde sus cloacas le dicenal resto de seres humanos que los enfermos son otros. Gracias a ellos se vende lo invendible.  
Digamos, que en el fácil arte de prostituir, algunos se han vuelto expertos como la cadena R.C.N., que además del súpermercado que explota con su gran apología a este tipo de certámenes y su programación sicodélica, justifica el daño aduciendo que es una industria cultural que genera empleo. Bueno, también genera indolentes, interesados y egocéntricos. Lo bueno, es que los Medios se burlan de eso mismo que crean, formulando preguntas que suscitan las respuestas más vacías del mundo como la trillada y famosa frase: Hombre con hombre, mujer con mujer. Diría que aquella reina que dijo aquel exabrupto solo se había adelantado en el tiempo.  
Ese prototipo de personas, moldeadas por la desgracia, que consiguen muchas cosas enseñando sus efluvios clitorianos, son las mismas que lesdicen a las mujeres de bien, que el cuerpo vende más que la mente.  Por eso, la mayoría de féminas no sabe que hacer con su figura, que en su afán de pervertirse en la oferta y la demanda,se estrella con la indignidad varonil. Las cifras de mujeres que han muerto en un quirófano en busca de la vanidad son incontables, sin contar las anoréxicas, bulímicas y adictas que deja este fenómeno “real”.
Para infortunio nuestro, el  gran generador de anti valores, nuestra corrupción mental, dicho sea de paso, tan atada al narcotráfico, no se puede acabar. Gracias a ese flagelo, quiérase o no, disminuye el desempleo, crece la construcción, y las formas de lavado mantienen estable el peso. La doble moral del dinero que multiplica el empleo, y también los muertos, es proporcional a las jóvenes que delinean su proyecto de vida en un reinado.