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Columnista - 29 febrero, 2024

No desmayar

“Por tanto, no desmayamos; no mirando las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas” (2 Corintios 4,16-18). ¿Alguien sabe cómo se puede no desmayar? Porque en realidad, estamos desmayando. Aquella gloriosa y duradera imagen de Dios […]

“Por tanto, no desmayamos; no mirando las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas” (2 Corintios 4,16-18).

¿Alguien sabe cómo se puede no desmayar? Porque en realidad, estamos desmayando. Aquella gloriosa y duradera imagen de Dios en nosotros se está desvaneciendo y amenaza con desaparecer. El texto del epígrafe parece afirmar que, hay un camino de salida. Nuestro Valle, lleno de mitos, leyendas, cuentos y canciones; en ocasiones, no alcanza a distinguir entre la fantasía y la realidad; nuestros relatos son historias que traen vistazos de la eternidad y despiertan el corazón a las profundas verdades de la vida. Nuestras narraciones nos hacen enfrentar algo que trasciende, un medio por el cual lo eterno se expresa en el tiempo. 

Los mitos y leyendas tratan de comunicarnos verdades eternas, recordándonos que las cosas no son lo que parecen. Hay mucho más sucediendo de lo que ven nuestros ojos y las cosas no siempre son aquello que parecen ser; así, nuestra interpretación de los hechos puede estar equivocada. Si somos capaces de reconocer esto, entonces, podremos disponer que se abran nuestros sentidos al resto de la historia de nuestras vidas. ¡Hay más cosas sucediendo de las que jamás nos hemos imaginado!

Esto es precisamente lo que la Biblia ha querido enseñarnos: que vivimos en un mundo de dos dimensiones, una que podemos ver y otra que no podemos ver. Somos impulsados a actuar como si el mundo que vemos fuera más real que el mundo que no vemos. Hoy debo decir que, las cosas no son lo que parecen. Hay mucho más sucediendo aquí que lo que ven nuestros ojos. La esencia de nuestra fe ha sido debilitada, aquello que debía darles significado a nuestras vidas y protegernos, esa forma de ver la realidad, se ha perdido. 

La gran verdad a la que debemos enfrentarnos cada día es que, tenemos un papel crucial que desempeñar, tenemos una tarea que llevar a cabo. Si bien es cierto que nuestros días no tienen nada de extraordinario, llenos de acontecimientos mundanos y rutinarios; tambien es cierto que, podemos tomar las verdades que sabemos y construir con ellas el camino que restituya el significado real de nuestra existencia. 

Detrás de cada uno de nosotros hay una historia, algo más grande que está sucediendo. Tambien es cierto que, de alguna manera hemos tropezado con ella; eso es exactamente lo que hemos perdido. Hemos perdido el sentido de que vivimos nuestras vidas como parte de una historia más grande que nosotros mismos… cosas que no vemos. 

Amado amigo lector, esa es la realidad de la que Jesucristo es la puerta. Si pudiéramos creer eso en cuanto a nuestras vidas y reconocerlo como una verdad, nuestras vidas cambiarían y asumiríamos la tarea que solo nosotros podemos llevar a cabo. ¿Qué es en realidad lo que está sucediendo? ¿En qué clase de cuento he caído? 

Fortalece sin desmayar tu ser interior, dando cabida a lo que no se ve; porque lo que se ve es temporal, pero lo que no se ve, es eterno. 

Fuerte abrazo y feliz fin de semana.

Columnista
29 febrero, 2024

No desmayar

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Valerio Mejía Araújo

“Por tanto, no desmayamos; no mirando las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas” (2 Corintios 4,16-18). ¿Alguien sabe cómo se puede no desmayar? Porque en realidad, estamos desmayando. Aquella gloriosa y duradera imagen de Dios […]


“Por tanto, no desmayamos; no mirando las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas” (2 Corintios 4,16-18).

¿Alguien sabe cómo se puede no desmayar? Porque en realidad, estamos desmayando. Aquella gloriosa y duradera imagen de Dios en nosotros se está desvaneciendo y amenaza con desaparecer. El texto del epígrafe parece afirmar que, hay un camino de salida. Nuestro Valle, lleno de mitos, leyendas, cuentos y canciones; en ocasiones, no alcanza a distinguir entre la fantasía y la realidad; nuestros relatos son historias que traen vistazos de la eternidad y despiertan el corazón a las profundas verdades de la vida. Nuestras narraciones nos hacen enfrentar algo que trasciende, un medio por el cual lo eterno se expresa en el tiempo. 

Los mitos y leyendas tratan de comunicarnos verdades eternas, recordándonos que las cosas no son lo que parecen. Hay mucho más sucediendo de lo que ven nuestros ojos y las cosas no siempre son aquello que parecen ser; así, nuestra interpretación de los hechos puede estar equivocada. Si somos capaces de reconocer esto, entonces, podremos disponer que se abran nuestros sentidos al resto de la historia de nuestras vidas. ¡Hay más cosas sucediendo de las que jamás nos hemos imaginado!

Esto es precisamente lo que la Biblia ha querido enseñarnos: que vivimos en un mundo de dos dimensiones, una que podemos ver y otra que no podemos ver. Somos impulsados a actuar como si el mundo que vemos fuera más real que el mundo que no vemos. Hoy debo decir que, las cosas no son lo que parecen. Hay mucho más sucediendo aquí que lo que ven nuestros ojos. La esencia de nuestra fe ha sido debilitada, aquello que debía darles significado a nuestras vidas y protegernos, esa forma de ver la realidad, se ha perdido. 

La gran verdad a la que debemos enfrentarnos cada día es que, tenemos un papel crucial que desempeñar, tenemos una tarea que llevar a cabo. Si bien es cierto que nuestros días no tienen nada de extraordinario, llenos de acontecimientos mundanos y rutinarios; tambien es cierto que, podemos tomar las verdades que sabemos y construir con ellas el camino que restituya el significado real de nuestra existencia. 

Detrás de cada uno de nosotros hay una historia, algo más grande que está sucediendo. Tambien es cierto que, de alguna manera hemos tropezado con ella; eso es exactamente lo que hemos perdido. Hemos perdido el sentido de que vivimos nuestras vidas como parte de una historia más grande que nosotros mismos… cosas que no vemos. 

Amado amigo lector, esa es la realidad de la que Jesucristo es la puerta. Si pudiéramos creer eso en cuanto a nuestras vidas y reconocerlo como una verdad, nuestras vidas cambiarían y asumiríamos la tarea que solo nosotros podemos llevar a cabo. ¿Qué es en realidad lo que está sucediendo? ¿En qué clase de cuento he caído? 

Fortalece sin desmayar tu ser interior, dando cabida a lo que no se ve; porque lo que se ve es temporal, pero lo que no se ve, es eterno. 

Fuerte abrazo y feliz fin de semana.