Tras la nota ‘Dos palos, un balón y ganas’, publicada en El PILÓN el martes 17 de febrero, la escuela de fútbol Fundeportes recibió apoyo por parte de Indupal.
Sin importar el inclemente sol que sobre las 10:00 de la mañana se sentía en Valledupar, los niños de la escuela de fútbol Fundeportes de la urbanización Nando Marín, esperaron impacientemente la llegada del director (e) de Indupal José David Miranda, la razón de esta visita es que el funcionario prometió llevar elementos para que diariamente realicen su entrenamiento.
La hora llegó. José David bajó del vehículo con seis balones marcados con la firma Coldeportes. De inmediato los ojos de los pequeños se iluminaron y no esperaron a la entrega oficial, si no que tomaron los esféricos para manipularlos como si nunca hubieran tenido uno nuevo. La escena llenó de emoción al funcionario que no pudo esconder su rostro.
“No sé cómo describir lo que siento al ver la situación económica de ellos. La forma como entrenan, con tan poco y las ganas que tienen. Eso rompe el alma”, dijo conmovido José David Miranda.
Además de los balones, el Director de Indupal entregó 20 juegos de peto, 40 conos, 16 termos para agua y 10 Hula Hula. Así mismo se comprometió a llevarles después dos arcos para que tengan un mejor escenario donde realizar sus prácticas y a seguir apoyándolos en cuanto pueda. Incluso ayudará con el torneo que realizan en ese sector.
Aunque no es mucho, las entrenadoras de la escuela y los niños se sintieron muy contentos con el apoyo. Sobre todo porque actualmente participan en torneos de fútbol arena y minifútbol, de esta forma tendrán más implementos con qué entrenar para las diferentes competencias.
“Nos han dado beneficios con los que podemos seguir adelante, por eso le damos gracias porque nunca nos habían dado nada”, aseguró Víctor Andrés Lobo, un niño que quiere sobresalir en el mundo del fútbol y estar algún día en la Selección Colombia.
“Nos regalaron balones para poder entrenar y así nos pueda ir mejor en los campeonatos”, dijo Felipe Guerra Amaya.
“Me siento muy feliz y espero poder seguir adelante”, afirmó Miguel Ángel Charris Tapia de 8 años.
Por su parte, la entrenadora Enith Córdoba manifestó que estaba muy feliz al ver que sus pupilos tendrán más balones para entrenar. Igualmente extendió la invitación a las empresas privadas a que tengan en cuenta a estos niños que quieren salir adelanta mediante el deporte.
Esa mañana en la cancha de arena, en la zona que denominan ‘La primera piedra’ de la urbanización Nando Marín, fue emotiva para quienes asistieron por la reacción que tuvieron los infantes al ver sus nuevos elementos de trabajo. Sin embargo también quedaron algunas ideas en el aire, porque mientras manipulaban los balones, ellos lo hacían con zapatos rotos y algunos no adecuados para jugar el balompié. Precisamente en el instante en que ‘estrenaban’ el balón, uno de ellos salió hacia el otro lado cuando pasaba un automóvil, corriendo el riesgo de perderlo tan pronto y peor aún el peligro de que fuera un niño corriendo detrás de él. Ahora no son tres palos, ni un solo balón. Pero sí las mismas ganas.
Por Tatiana Orozco Mazzilli
[email protected]
Tras la nota ‘Dos palos, un balón y ganas’, publicada en El PILÓN el martes 17 de febrero, la escuela de fútbol Fundeportes recibió apoyo por parte de Indupal.
Sin importar el inclemente sol que sobre las 10:00 de la mañana se sentía en Valledupar, los niños de la escuela de fútbol Fundeportes de la urbanización Nando Marín, esperaron impacientemente la llegada del director (e) de Indupal José David Miranda, la razón de esta visita es que el funcionario prometió llevar elementos para que diariamente realicen su entrenamiento.
La hora llegó. José David bajó del vehículo con seis balones marcados con la firma Coldeportes. De inmediato los ojos de los pequeños se iluminaron y no esperaron a la entrega oficial, si no que tomaron los esféricos para manipularlos como si nunca hubieran tenido uno nuevo. La escena llenó de emoción al funcionario que no pudo esconder su rostro.
“No sé cómo describir lo que siento al ver la situación económica de ellos. La forma como entrenan, con tan poco y las ganas que tienen. Eso rompe el alma”, dijo conmovido José David Miranda.
Además de los balones, el Director de Indupal entregó 20 juegos de peto, 40 conos, 16 termos para agua y 10 Hula Hula. Así mismo se comprometió a llevarles después dos arcos para que tengan un mejor escenario donde realizar sus prácticas y a seguir apoyándolos en cuanto pueda. Incluso ayudará con el torneo que realizan en ese sector.
Aunque no es mucho, las entrenadoras de la escuela y los niños se sintieron muy contentos con el apoyo. Sobre todo porque actualmente participan en torneos de fútbol arena y minifútbol, de esta forma tendrán más implementos con qué entrenar para las diferentes competencias.
“Nos han dado beneficios con los que podemos seguir adelante, por eso le damos gracias porque nunca nos habían dado nada”, aseguró Víctor Andrés Lobo, un niño que quiere sobresalir en el mundo del fútbol y estar algún día en la Selección Colombia.
“Nos regalaron balones para poder entrenar y así nos pueda ir mejor en los campeonatos”, dijo Felipe Guerra Amaya.
“Me siento muy feliz y espero poder seguir adelante”, afirmó Miguel Ángel Charris Tapia de 8 años.
Por su parte, la entrenadora Enith Córdoba manifestó que estaba muy feliz al ver que sus pupilos tendrán más balones para entrenar. Igualmente extendió la invitación a las empresas privadas a que tengan en cuenta a estos niños que quieren salir adelanta mediante el deporte.
Esa mañana en la cancha de arena, en la zona que denominan ‘La primera piedra’ de la urbanización Nando Marín, fue emotiva para quienes asistieron por la reacción que tuvieron los infantes al ver sus nuevos elementos de trabajo. Sin embargo también quedaron algunas ideas en el aire, porque mientras manipulaban los balones, ellos lo hacían con zapatos rotos y algunos no adecuados para jugar el balompié. Precisamente en el instante en que ‘estrenaban’ el balón, uno de ellos salió hacia el otro lado cuando pasaba un automóvil, corriendo el riesgo de perderlo tan pronto y peor aún el peligro de que fuera un niño corriendo detrás de él. Ahora no son tres palos, ni un solo balón. Pero sí las mismas ganas.
Por Tatiana Orozco Mazzilli
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