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Columnista - 8 junio, 2020

Neutralidad sí, indiferencia no

Laicismo, se define como la corriente ideológica que defiende la independencia del Estado, de toda influencia religiosa o eclesiástica, y Colombia es un Estado laico, así lo expresa el artículo 19 de la Carta Política de 1991, donde se consagra la libertad de cultos. Lo anterior significa que contrario a lo establecido en el ordenamiento […]

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Laicismo, se define como la corriente ideológica que defiende la independencia del Estado, de toda influencia religiosa o eclesiástica, y Colombia es un Estado laico, así lo expresa el artículo 19 de la Carta Política de 1991, donde se consagra la libertad de cultos. Lo anterior significa que contrario a lo establecido en el ordenamiento constitucional de 1886, el Estado colombiano asume una posición neutral frente a las confesiones religiosas. Empero, una cosa es la neutralidad, y otra muy diferente es la indiferencia. Me explico.

En lo que llevamos de haberse decretado el confinamiento obligatorio por causa de la covid-19, cerraron las iglesias, muchas de ellas tuvieron que recurrir a la tecnología para mantener contacto virtual con sus feligreses. La cuarentena, se ha prorrogado en más de una ocasión, y en estos momentos, tal como lo reseñé en una de mis recientes columnas, se habla de la reactivación del fútbol, la reapertura de almacenes de grandes superficies, salones de belleza, entre otros establecimientos comerciales, pero en tratándose de las iglesias, el gobierno del presidente Duque prefiere mirar para el otro lado.

Se ha tornado en una tradición que, candidato que quiera acceder a la presidencia de la República, tiene que venir a la misa de Santo Ecce Homo; innumerables son los políticos que le han cumplido la cita al santo patrono de Valledupar, dando muestras mediáticas de su supuesta fe, desde luego que también visitan las otras congregaciones, todo ello en un ejercicio meramente proselitista.

Hoy, cuando de manera reiterada se le implora al Gobierno la reapertura de las iglesias con la absoluta disposición de acatar y cumplir rigurosamente con los estrictos protocolos sanitarios, no se da una respuesta oportuna y mucho menos satisfactoria, contrastando lo anterior con el tema del fútbol, apadrinado por el senador Uribe Vélez gracias a su gestión, cada vez está más cerca el reinicio de esta disciplina deportiva.

Es bueno recordar que, las iglesias más allá de su misión pastoral cumplen la importante labor de llevar la educación a lugares de difícil acceso, además, son muchas las instituciones educativas regentadas por organizaciones parroquiales católicas y de otras denominaciones religiosas, contribuyendo con ello, a la construcción del tejido social, y algo no menos importante, generando empleo. No está bien, que se les trate con la indiferencia y desdén con el que este Gobierno las viene tratando; igualmente es inaceptable el silencio cómplice de sus feligreses, parece que se nos olvidó que la Iglesia, somos todos. Nota de cierre: con gran regocijo los amantes de la literatura y del séptimo arte, recibimos la noticia de la selección de la película: ‘El olvido que seremos’ en el Festival de Cannes (Francia), basada en la obra del mismo nombre, escrita magistralmente por Héctor Abad Faciolince.

Columnista
8 junio, 2020

Neutralidad sí, indiferencia no

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Dario Arregoces

Laicismo, se define como la corriente ideológica que defiende la independencia del Estado, de toda influencia religiosa o eclesiástica, y Colombia es un Estado laico, así lo expresa el artículo 19 de la Carta Política de 1991, donde se consagra la libertad de cultos. Lo anterior significa que contrario a lo establecido en el ordenamiento […]


Laicismo, se define como la corriente ideológica que defiende la independencia del Estado, de toda influencia religiosa o eclesiástica, y Colombia es un Estado laico, así lo expresa el artículo 19 de la Carta Política de 1991, donde se consagra la libertad de cultos. Lo anterior significa que contrario a lo establecido en el ordenamiento constitucional de 1886, el Estado colombiano asume una posición neutral frente a las confesiones religiosas. Empero, una cosa es la neutralidad, y otra muy diferente es la indiferencia. Me explico.

En lo que llevamos de haberse decretado el confinamiento obligatorio por causa de la covid-19, cerraron las iglesias, muchas de ellas tuvieron que recurrir a la tecnología para mantener contacto virtual con sus feligreses. La cuarentena, se ha prorrogado en más de una ocasión, y en estos momentos, tal como lo reseñé en una de mis recientes columnas, se habla de la reactivación del fútbol, la reapertura de almacenes de grandes superficies, salones de belleza, entre otros establecimientos comerciales, pero en tratándose de las iglesias, el gobierno del presidente Duque prefiere mirar para el otro lado.

Se ha tornado en una tradición que, candidato que quiera acceder a la presidencia de la República, tiene que venir a la misa de Santo Ecce Homo; innumerables son los políticos que le han cumplido la cita al santo patrono de Valledupar, dando muestras mediáticas de su supuesta fe, desde luego que también visitan las otras congregaciones, todo ello en un ejercicio meramente proselitista.

Hoy, cuando de manera reiterada se le implora al Gobierno la reapertura de las iglesias con la absoluta disposición de acatar y cumplir rigurosamente con los estrictos protocolos sanitarios, no se da una respuesta oportuna y mucho menos satisfactoria, contrastando lo anterior con el tema del fútbol, apadrinado por el senador Uribe Vélez gracias a su gestión, cada vez está más cerca el reinicio de esta disciplina deportiva.

Es bueno recordar que, las iglesias más allá de su misión pastoral cumplen la importante labor de llevar la educación a lugares de difícil acceso, además, son muchas las instituciones educativas regentadas por organizaciones parroquiales católicas y de otras denominaciones religiosas, contribuyendo con ello, a la construcción del tejido social, y algo no menos importante, generando empleo. No está bien, que se les trate con la indiferencia y desdén con el que este Gobierno las viene tratando; igualmente es inaceptable el silencio cómplice de sus feligreses, parece que se nos olvidó que la Iglesia, somos todos. Nota de cierre: con gran regocijo los amantes de la literatura y del séptimo arte, recibimos la noticia de la selección de la película: ‘El olvido que seremos’ en el Festival de Cannes (Francia), basada en la obra del mismo nombre, escrita magistralmente por Héctor Abad Faciolince.