El supuesto fin de la guerra fría dio origen a un mundo de pensamiento único con predominio del modelo económico neoliberal, sin competidor real e intencionalmente perenne. Sin embargo, las crisis derivadas de la desmedida ambición de los poderosos son recurrentes e inevitables, sacuden las economías y generan conflictos. Esto explica por qué desde hace […]
El supuesto fin de la guerra fría dio origen a un mundo de pensamiento único con predominio del modelo económico neoliberal, sin competidor real e intencionalmente perenne. Sin embargo, las crisis derivadas de la desmedida ambición de los poderosos son recurrentes e inevitables, sacuden las economías y generan conflictos.
Esto explica por qué desde hace casi tres décadas se promueve e implementa un paquete de medidas neoliberales que busca debilitar la capacidad de los trabajadores para defender sus derechos y transferirles los efectos de las crisis económicas.
Conviene recordar que los trabajadores son indispensables en toda actividad productiva. El trabajo es creador de valor y riqueza. Por eso la remuneración a la que tienen derecho no puede ser vista como una carga, ni como un costo excesivo si no como la retribución por un servicio prestado; y contar con un trabajo remunerado es un derecho elemental, no una dádiva ni un favor personal.
El modelo económico imperante con apertura, libre comercio, reformas laborales y privatizaciones promueve la austeridad para los asalariados y el recorte de los derechos sociales. Busca reducir los costos salariales e incrementar la tasa de ganancia del capital. Para lograrlo aplica lo que eufemísticamente llaman flexibilización mediante la tercerización laboral (no contratación directa), la subcontratación a través de empresas temporales y las órdenes de prestación de servicios; son todas formas de degradación y desregulación del contrato laboral para pagar menores salarios, evadir responsabilidades legales y de paso desestimular la sindicalización y hacer más vulnerables a los trabajadores. Sorprende que el 57% de la nómina estatal colombiana está tercerizada y estos trabajadores así vinculados ganan 35% menos que los trabajadores de planta. Para los jóvenes es aún peor, solo 3 de cada 10 que trabajan, tienen contrato laboral.
Los resultados, expuestos por analistas del establecimiento muestran que: Entre 1980-2006 por cada 100 pesos de valor generados por un trabajador del sector minero, gas, agua, energía, electricidad, éste percibía 11 como remuneración; en el sector financiero 16 pesos, en la construcción 20, en la industria 32 y en el comercio 45 pesos. Y aún más. De cada 100 pesos pagados a los trabajadores/empleados 50 van al reducido 10% de los mejor remunerados, 37 al 40% de los medianamente remunerados y al 50% restante le llegan apenas 13 pesos.
Estas cifras resumen la grave injusticia e inequidad de un sistema en el cual el 85% de los trabajadores, descontando los informales, gana menos de dos salarios mínimos legales vigentes y sólo el 5% de los empleados gana más de 4 salarios mínimos. La Paz social se siente lejana.
El supuesto fin de la guerra fría dio origen a un mundo de pensamiento único con predominio del modelo económico neoliberal, sin competidor real e intencionalmente perenne. Sin embargo, las crisis derivadas de la desmedida ambición de los poderosos son recurrentes e inevitables, sacuden las economías y generan conflictos. Esto explica por qué desde hace […]
El supuesto fin de la guerra fría dio origen a un mundo de pensamiento único con predominio del modelo económico neoliberal, sin competidor real e intencionalmente perenne. Sin embargo, las crisis derivadas de la desmedida ambición de los poderosos son recurrentes e inevitables, sacuden las economías y generan conflictos.
Esto explica por qué desde hace casi tres décadas se promueve e implementa un paquete de medidas neoliberales que busca debilitar la capacidad de los trabajadores para defender sus derechos y transferirles los efectos de las crisis económicas.
Conviene recordar que los trabajadores son indispensables en toda actividad productiva. El trabajo es creador de valor y riqueza. Por eso la remuneración a la que tienen derecho no puede ser vista como una carga, ni como un costo excesivo si no como la retribución por un servicio prestado; y contar con un trabajo remunerado es un derecho elemental, no una dádiva ni un favor personal.
El modelo económico imperante con apertura, libre comercio, reformas laborales y privatizaciones promueve la austeridad para los asalariados y el recorte de los derechos sociales. Busca reducir los costos salariales e incrementar la tasa de ganancia del capital. Para lograrlo aplica lo que eufemísticamente llaman flexibilización mediante la tercerización laboral (no contratación directa), la subcontratación a través de empresas temporales y las órdenes de prestación de servicios; son todas formas de degradación y desregulación del contrato laboral para pagar menores salarios, evadir responsabilidades legales y de paso desestimular la sindicalización y hacer más vulnerables a los trabajadores. Sorprende que el 57% de la nómina estatal colombiana está tercerizada y estos trabajadores así vinculados ganan 35% menos que los trabajadores de planta. Para los jóvenes es aún peor, solo 3 de cada 10 que trabajan, tienen contrato laboral.
Los resultados, expuestos por analistas del establecimiento muestran que: Entre 1980-2006 por cada 100 pesos de valor generados por un trabajador del sector minero, gas, agua, energía, electricidad, éste percibía 11 como remuneración; en el sector financiero 16 pesos, en la construcción 20, en la industria 32 y en el comercio 45 pesos. Y aún más. De cada 100 pesos pagados a los trabajadores/empleados 50 van al reducido 10% de los mejor remunerados, 37 al 40% de los medianamente remunerados y al 50% restante le llegan apenas 13 pesos.
Estas cifras resumen la grave injusticia e inequidad de un sistema en el cual el 85% de los trabajadores, descontando los informales, gana menos de dos salarios mínimos legales vigentes y sólo el 5% de los empleados gana más de 4 salarios mínimos. La Paz social se siente lejana.