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Columnista - 26 abril, 2010

Necesitamos a un “Man Templao”

Visión Universal Por: Luis Mendoza Sierra La mansedumbre que transmite Antanas, recuerda la patria boba a que nos condujo la cándida actitud de este país, cuando Belisario, con el señuelo de una paloma, no convenció, a mí no, de que sería la panacea para un momento crítico en la historia de este país. A López, […]

Visión Universal

Por: Luis Mendoza Sierra

La mansedumbre que transmite Antanas, recuerda la patria boba a que nos condujo la cándida actitud de este país, cuando Belisario, con el señuelo de una paloma, no convenció, a mí no, de que sería la panacea para un momento crítico en la historia de este país.

A López, en esa ocasión, lo tratamos como al busto de él que anda por aquí por Valledupar, al que sólo falta que el Alcalde se lo ponga en la cabeza. Tan feo como la tal Pilonera Mayor, pero al fin y al cabo pieza escultural figurativa de un ícono de la Nación y de nuestro Valle,  lo han trasladado, no se cuántas veces; le hurtaron las gafas, estuvo tirado en un patio; total, lo han tratan como a un despreciable trapo sucio, provocando quizás, que el prócer se retuerza en su tumba por el desprecio que hacemos de esa imagen suya.

A López, el extraordinario estadista, inigualable cerebro del desarrollo, no le alcanzó el combustible de las propuestas, las ideas, ni su brillante inteligencia ni su carisma, para convencer a los colombianos de ser la fórmula ideal para sacar al país del tremendo hueco en que lo sumieron presidentes como Julio César Turbay, el cual después empeoró, a mi juicio, el señor Virgilio Barco.

Betancour con su “nadaíto de perro” como diría el vulgar, se fue metiendo en la conciencia de la gente hasta conducirnos al desastre de elegirlo. Hoy Colombia pasa por un momento interesante de su historia. Anticipando que no he sido uribista, al contrario, crítico de su prepotencia, su vanidad y su extremada manera de ejercer autoridad, reconozco que si no es por Uribe, estuviéramos, perdónenme: rejodidos.

Todo mundo reconoce las razones de esta última aseveración y no voy a ser necio recitándolas. Imposible, no obstante, evitar manifestar que la tranquilidad que hemos ganado es, lo aseguro, la razón por la que personajes que engalanan la imagen de un gracioso, entretenido y prestidigitador, ganen espacios relevantes.

Considero que estamos en plena labor de recuperación de la tranquilidad, para luego dar inicio al periodo de transición.  Nuestro Estado, nuestra Nación, no están lo suficientemente fuertes para defenderse del acecho de organizaciones al margen de la ley. No podemos flaquear una micra en ese propósito. Al contrario, para atrás ni para coger impulso pero tampoco podemos reducir la enjundia de la tarea para otear el escenario atractivo que se nos muestra, porque nos agarran con los pantalones abajo.

Comparto y apoyo la necesidad de un componente social de gran peso en la propuesta que Colombia demanda, pero si nos descuidamos creyendo que la seguridad esta recuperada, nos arrepentiremos. Las heridas de la humillación están vigentes. Temores e incertidumbre permean, no lo dudo, la conciencia de la gran mayoría de los colombianos, especialmente a aquellos que tuvimos la desgracia de soportar vejámenes.

Los cesarenses y guajiros, para hablar sólo de nuestra región, nos olvidamos que nadie podía salir a las carreteras. Los empresarios del sector agropecuario y la poca agroindustria de la región seguían sus empresas por video. Tierras malvendidas, despojadas, turismo imposible, vivíamos en un mar de desilusión. Si nos olvidamos de eso y empezamos a ser hipnotizados por un lápiz o un cuaderno, que bien podrían ser reemplazados por un ratón, sí el Mouse, y una tabla digital, estaremos corriendo el riesgo de recaer nuevamente en la desgracia.

Colombia necesita a un “man templao” y si es discípulo de Uribe, pues cuanto mejor.

EL ESPANTO MAYOR

Valledupar está al reventar de pequeñas piezas esculturales de gran contenido filosófico-cultural, pero de insignificante volumen. Escasas obras esculturales alcanzan  majestuosidad. La tal Pilonera Mayor, que algunos han calificado de mamotreto, no es menos que un espanto. Siendo que se trata de una escultura figurativa, burla la belleza, la esbeltez e hidalguía  de “La Cacica”, y pa´ remate, su textura y colores funerarios lejos están de representar una fiesta de colorido, alegría y jolgorio como el pilón. Si fuera una imagen abstracta, aceptaría que el artista, producto de su imaginación, hiciera hasta un murciélago, pero siendo figurativa, no, lo siento por nosotros, por los turistas y por Amilkar Ariza, su autor.

[email protected]

Columnista
26 abril, 2010

Necesitamos a un “Man Templao”

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Mendoza S.

Visión Universal Por: Luis Mendoza Sierra La mansedumbre que transmite Antanas, recuerda la patria boba a que nos condujo la cándida actitud de este país, cuando Belisario, con el señuelo de una paloma, no convenció, a mí no, de que sería la panacea para un momento crítico en la historia de este país. A López, […]


Visión Universal

Por: Luis Mendoza Sierra

La mansedumbre que transmite Antanas, recuerda la patria boba a que nos condujo la cándida actitud de este país, cuando Belisario, con el señuelo de una paloma, no convenció, a mí no, de que sería la panacea para un momento crítico en la historia de este país.

A López, en esa ocasión, lo tratamos como al busto de él que anda por aquí por Valledupar, al que sólo falta que el Alcalde se lo ponga en la cabeza. Tan feo como la tal Pilonera Mayor, pero al fin y al cabo pieza escultural figurativa de un ícono de la Nación y de nuestro Valle,  lo han trasladado, no se cuántas veces; le hurtaron las gafas, estuvo tirado en un patio; total, lo han tratan como a un despreciable trapo sucio, provocando quizás, que el prócer se retuerza en su tumba por el desprecio que hacemos de esa imagen suya.

A López, el extraordinario estadista, inigualable cerebro del desarrollo, no le alcanzó el combustible de las propuestas, las ideas, ni su brillante inteligencia ni su carisma, para convencer a los colombianos de ser la fórmula ideal para sacar al país del tremendo hueco en que lo sumieron presidentes como Julio César Turbay, el cual después empeoró, a mi juicio, el señor Virgilio Barco.

Betancour con su “nadaíto de perro” como diría el vulgar, se fue metiendo en la conciencia de la gente hasta conducirnos al desastre de elegirlo. Hoy Colombia pasa por un momento interesante de su historia. Anticipando que no he sido uribista, al contrario, crítico de su prepotencia, su vanidad y su extremada manera de ejercer autoridad, reconozco que si no es por Uribe, estuviéramos, perdónenme: rejodidos.

Todo mundo reconoce las razones de esta última aseveración y no voy a ser necio recitándolas. Imposible, no obstante, evitar manifestar que la tranquilidad que hemos ganado es, lo aseguro, la razón por la que personajes que engalanan la imagen de un gracioso, entretenido y prestidigitador, ganen espacios relevantes.

Considero que estamos en plena labor de recuperación de la tranquilidad, para luego dar inicio al periodo de transición.  Nuestro Estado, nuestra Nación, no están lo suficientemente fuertes para defenderse del acecho de organizaciones al margen de la ley. No podemos flaquear una micra en ese propósito. Al contrario, para atrás ni para coger impulso pero tampoco podemos reducir la enjundia de la tarea para otear el escenario atractivo que se nos muestra, porque nos agarran con los pantalones abajo.

Comparto y apoyo la necesidad de un componente social de gran peso en la propuesta que Colombia demanda, pero si nos descuidamos creyendo que la seguridad esta recuperada, nos arrepentiremos. Las heridas de la humillación están vigentes. Temores e incertidumbre permean, no lo dudo, la conciencia de la gran mayoría de los colombianos, especialmente a aquellos que tuvimos la desgracia de soportar vejámenes.

Los cesarenses y guajiros, para hablar sólo de nuestra región, nos olvidamos que nadie podía salir a las carreteras. Los empresarios del sector agropecuario y la poca agroindustria de la región seguían sus empresas por video. Tierras malvendidas, despojadas, turismo imposible, vivíamos en un mar de desilusión. Si nos olvidamos de eso y empezamos a ser hipnotizados por un lápiz o un cuaderno, que bien podrían ser reemplazados por un ratón, sí el Mouse, y una tabla digital, estaremos corriendo el riesgo de recaer nuevamente en la desgracia.

Colombia necesita a un “man templao” y si es discípulo de Uribe, pues cuanto mejor.

EL ESPANTO MAYOR

Valledupar está al reventar de pequeñas piezas esculturales de gran contenido filosófico-cultural, pero de insignificante volumen. Escasas obras esculturales alcanzan  majestuosidad. La tal Pilonera Mayor, que algunos han calificado de mamotreto, no es menos que un espanto. Siendo que se trata de una escultura figurativa, burla la belleza, la esbeltez e hidalguía  de “La Cacica”, y pa´ remate, su textura y colores funerarios lejos están de representar una fiesta de colorido, alegría y jolgorio como el pilón. Si fuera una imagen abstracta, aceptaría que el artista, producto de su imaginación, hiciera hasta un murciélago, pero siendo figurativa, no, lo siento por nosotros, por los turistas y por Amilkar Ariza, su autor.

[email protected]