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Columnista - 1 julio, 2019

Nade a brazo partido, presidente Duque

El presidente Duque debe estar preocupado porque a casi un año de gobierno no ha logrado que los colombianos podamos saber para dónde vamos. Voy a centrarme solo en dos puntos, uno adentro y otro afuera. Por primera vez en diez años la cifra de homicidios ha aumentado, según informe del Instituto de Medicina Legal […]

El presidente Duque debe estar preocupado porque a casi un año de gobierno no ha logrado que los colombianos podamos saber para dónde vamos. Voy a centrarme solo en dos puntos, uno adentro y otro afuera. Por primera vez en diez años la cifra de homicidios ha aumentado, según informe del Instituto de Medicina Legal y, dentro de esta, la de asesinato de mujeres. Y si señalo esto, es porque una de las banderas del presidente en su campaña fue la seguridad, y aunque sigue siendo parte de su discurso, no ha logrado contener a este país violento, donde bandas de ex paramilitares, ex guerrilleros, narcotraficantes y delincuencia común, hacen con la vida del resto de los colombianos lo que les da la gana. Si algo necesita este país son sus calles y caminos tranquilos, para el libre tránsito de todos los ciudadanos y de toda su producción, que a diario se ve truncada. Duque tiene la materia de seguridad en habilitación y bastante compleja de pasar. Sabemos de las complejidades, pero el presidente debe y puede componer el asunto porque, más allá de la percepción de inseguridad, que siempre sirve de amparo a los gobernantes, el asunto es que nos están matando.

Segundo: ya no funciona el tema de su liderazgo internacional para regresar a Venezuela a la democracia. El poco esplendor de los meses iniciales en el ámbito regional, ha quedado como un estreno de vestido y no creo que el país vecino sienta ninguna presión desde Colombia y ningún temor frente a cualquier reclamo del presidente colombiano a los organismos internacionales, tal como quedó evidenciado esta semana en la OEA, donde además salió derrotado con la postulación de Everth Bustamante a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. El discurso del presidente fue coherente, pero algo hay que no terminan de creerle los de afuera, a quienes no logra penetrar con sus ideas. Nada grata resultó la última “vuelta a Europa”, donde fue recibido, de una parte con gruesos insultos en la calle, sin que los merezca, debemos reconocerlo, y de otra, con serios cuestionamientos en los recintos.

El presidente es acertado en su trato, es acertado en sus maneras; sin embargo, cuando se sale de esas por complacer a quienes exigen un talante bravucón, se pierde, porque su postura, que mucho me temo, es excesivamente respetuosa y benevolente con el establecimiento, obtendrá mejores resultados, no porque se ponga bravo, sino porque pueda desenmarcarse del mismo, para verlo desde lejos y hacerle los ajustes que necesita. Señor presidente, tiene que enderezar al establecimiento así pertenezca a él. Tiene, como lo ha mencionado el escritor Mario Mendoza, que desclasarse, para que pueda ir a la otra orilla y desde ahí mirar el todo. Nade presidente, nade a brazo partido y recorra el mar de la derecha a la izquierda, luego de izquierda a derecha. Permítase el movimiento elíptico, que fue el que a fin de cuentas dio paso al gran pensamiento moderno.

Columnista
1 julio, 2019

Nade a brazo partido, presidente Duque

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
María Angélica Pumarejo

El presidente Duque debe estar preocupado porque a casi un año de gobierno no ha logrado que los colombianos podamos saber para dónde vamos. Voy a centrarme solo en dos puntos, uno adentro y otro afuera. Por primera vez en diez años la cifra de homicidios ha aumentado, según informe del Instituto de Medicina Legal […]


El presidente Duque debe estar preocupado porque a casi un año de gobierno no ha logrado que los colombianos podamos saber para dónde vamos. Voy a centrarme solo en dos puntos, uno adentro y otro afuera. Por primera vez en diez años la cifra de homicidios ha aumentado, según informe del Instituto de Medicina Legal y, dentro de esta, la de asesinato de mujeres. Y si señalo esto, es porque una de las banderas del presidente en su campaña fue la seguridad, y aunque sigue siendo parte de su discurso, no ha logrado contener a este país violento, donde bandas de ex paramilitares, ex guerrilleros, narcotraficantes y delincuencia común, hacen con la vida del resto de los colombianos lo que les da la gana. Si algo necesita este país son sus calles y caminos tranquilos, para el libre tránsito de todos los ciudadanos y de toda su producción, que a diario se ve truncada. Duque tiene la materia de seguridad en habilitación y bastante compleja de pasar. Sabemos de las complejidades, pero el presidente debe y puede componer el asunto porque, más allá de la percepción de inseguridad, que siempre sirve de amparo a los gobernantes, el asunto es que nos están matando.

Segundo: ya no funciona el tema de su liderazgo internacional para regresar a Venezuela a la democracia. El poco esplendor de los meses iniciales en el ámbito regional, ha quedado como un estreno de vestido y no creo que el país vecino sienta ninguna presión desde Colombia y ningún temor frente a cualquier reclamo del presidente colombiano a los organismos internacionales, tal como quedó evidenciado esta semana en la OEA, donde además salió derrotado con la postulación de Everth Bustamante a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. El discurso del presidente fue coherente, pero algo hay que no terminan de creerle los de afuera, a quienes no logra penetrar con sus ideas. Nada grata resultó la última “vuelta a Europa”, donde fue recibido, de una parte con gruesos insultos en la calle, sin que los merezca, debemos reconocerlo, y de otra, con serios cuestionamientos en los recintos.

El presidente es acertado en su trato, es acertado en sus maneras; sin embargo, cuando se sale de esas por complacer a quienes exigen un talante bravucón, se pierde, porque su postura, que mucho me temo, es excesivamente respetuosa y benevolente con el establecimiento, obtendrá mejores resultados, no porque se ponga bravo, sino porque pueda desenmarcarse del mismo, para verlo desde lejos y hacerle los ajustes que necesita. Señor presidente, tiene que enderezar al establecimiento así pertenezca a él. Tiene, como lo ha mencionado el escritor Mario Mendoza, que desclasarse, para que pueda ir a la otra orilla y desde ahí mirar el todo. Nade presidente, nade a brazo partido y recorra el mar de la derecha a la izquierda, luego de izquierda a derecha. Permítase el movimiento elíptico, que fue el que a fin de cuentas dio paso al gran pensamiento moderno.