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Columnista - 9 abril, 2025

Nada es eterno, ni los imperios

En términos relativos de tiempo y espacio, Roma fue un imperio mucho más grande que los EE. UU.; tuvo vigencia entre los años 27 a. C. y 476 d. C., 500 años, no mil como coloquialmente dicen algunos.  Era tan grande este imperio que los romanos decían que en su territorio nunca se ocultaba el sol ya que se extendía desde Asia hasta Europa occidental y África, más de medio globo terráqueo.

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En términos relativos de tiempo y espacio, Roma fue un imperio mucho más grande que los EE. UU.; tuvo vigencia entre los años 27 a. C. y 476 d. C., 500 años, no mil como coloquialmente dicen algunos.  Era tan grande este imperio que los romanos decían que en su territorio nunca se ocultaba el sol ya que se extendía desde Asia hasta Europa occidental y África, más de medio globo terráqueo. Eran dos en uno, el de oriente y el de occidente. Los imperios tienen un ciclo vital como cualquier organismo vivo: nacen, crecen, se reproducen y mueren. Y mientras más grande es el imperio, más estrepitosa es su caída. Se dice que no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista, pero Roma fue la excepción. ¿Cuánto tiempo llevan los EE. UU. como imperio? A lo sumo cien años, contados desde la Primera Guerra Mundial; los imperios se hacen a partir de las guerras, no a partir del conocimiento: el imperio romano, el otomano, el persa, el ateniense y otros se construyeron con sangre y oprobio. Siempre, las guerras son el negocio que más dinero mueve en el mundo, y se hacen ricos no por sus iniciativas económicas sino por el sojuzgamiento que hacen de los pueblos allende sus fronteras. La fuerza da mucho poder y cada vez que un imperio dispone de un nuevo dispositivo letal inventa una guerra para probarlo. La economía de los EE. UU. no es tan fuerte como nos la presentan; quisieron domeñar al mundo con su moneda comprometiéndose a respaldar el dólar con oro tal como acordaron en el tratado de Bretton Woods, pero no pudieron cumplir pese a que tienen la facultad para emitir moneda. 

Las escuelas de economía de ese país han tratado de inventar teorías que no resisten el tiempo; en una época le impusieron al mundo políticas arancelarias muy rígidas, después se vinieron con la apertura que llamaron neoliberalismo, el otro extremo, y ahora, de nuevo, como un péndulo retornan a las tasas arancelarias como tratando de recuperar el tiempo perdido.  “Se puede engañar a todos por algún tiempo, a algunos todo el tiempo, pero no a todo el mundo todo el tiempo”, dijo Lincoln. Eso es lo que estamos viendo, nuevas realidades económicas han surgido; la primacía económica y científica ya no la tienen los EE. UU., la tiene la China que, en 50 años volteó el tablero, y ahora que los BRICS se fortalecen, el pánico cunde en el viejo imperio. La relación deuda/PIB de los EE. UU. es de 120 %, el servicio de su deuda se aproxima a los US40 billones, hace 15 años solo debían US10 billones. A Trump el desespero no lo deja pensar con tranquilidad, su arsenal de medidas económicas está produciendo pánico en todo el mundo y las principales bolsas se han desplomado, la reacción general ante las altas tasas impuestas a las exportaciones a los EE. UU. toma fuerza cada día; aún no sabemos qué pasará; los fenómenos económicos tienen una alta tasa de sensibilidad, una sola frase puede ocasionar una tormenta. El malestar se siente, nunca había visto marchas tan densas en los EE. UU. y en el resto del planeta por las erradas decisiones del presidente Trump que cada vez parece más un tirano de nuevo tipo. Incluso, muchos de los que votaron por él lo están lamentando. 

Según Bloomberg, los ricos que financiaron su campaña ya han perdido US209 mil millones. Cuando lo eligieron me dije para mí: “la sociedad norteamericana está en decadencia”. Su primera administración no lo mostró como un gran mandatario, intentó dar un golpe de estado y luego lo reeligen. Reelegir como gobernante a una persona con sus características no es serio, lo que él prometía no es saludable, pero los gringos son chovinistas de gran potencia y les gusta la guerra, pero fuera de sus fronteras. La verdad es que hoy se está conformando un bloque mundial contra las políticas de Trump, al fin sus viejos y súbditos aliados europeos están despejando sus cataratas oculares. Si insiste en bombardear a Irán el fin de la humanidad estará cerca.  El mundo necesita una visión multifocal y con mayor grado de democracia y responsabilidad.    

Por: Luis Napoleón de Armas P.

Columnista
9 abril, 2025

Nada es eterno, ni los imperios

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Napoleón de Armas P.

En términos relativos de tiempo y espacio, Roma fue un imperio mucho más grande que los EE. UU.; tuvo vigencia entre los años 27 a. C. y 476 d. C., 500 años, no mil como coloquialmente dicen algunos.  Era tan grande este imperio que los romanos decían que en su territorio nunca se ocultaba el sol ya que se extendía desde Asia hasta Europa occidental y África, más de medio globo terráqueo.


En términos relativos de tiempo y espacio, Roma fue un imperio mucho más grande que los EE. UU.; tuvo vigencia entre los años 27 a. C. y 476 d. C., 500 años, no mil como coloquialmente dicen algunos.  Era tan grande este imperio que los romanos decían que en su territorio nunca se ocultaba el sol ya que se extendía desde Asia hasta Europa occidental y África, más de medio globo terráqueo. Eran dos en uno, el de oriente y el de occidente. Los imperios tienen un ciclo vital como cualquier organismo vivo: nacen, crecen, se reproducen y mueren. Y mientras más grande es el imperio, más estrepitosa es su caída. Se dice que no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista, pero Roma fue la excepción. ¿Cuánto tiempo llevan los EE. UU. como imperio? A lo sumo cien años, contados desde la Primera Guerra Mundial; los imperios se hacen a partir de las guerras, no a partir del conocimiento: el imperio romano, el otomano, el persa, el ateniense y otros se construyeron con sangre y oprobio. Siempre, las guerras son el negocio que más dinero mueve en el mundo, y se hacen ricos no por sus iniciativas económicas sino por el sojuzgamiento que hacen de los pueblos allende sus fronteras. La fuerza da mucho poder y cada vez que un imperio dispone de un nuevo dispositivo letal inventa una guerra para probarlo. La economía de los EE. UU. no es tan fuerte como nos la presentan; quisieron domeñar al mundo con su moneda comprometiéndose a respaldar el dólar con oro tal como acordaron en el tratado de Bretton Woods, pero no pudieron cumplir pese a que tienen la facultad para emitir moneda. 

Las escuelas de economía de ese país han tratado de inventar teorías que no resisten el tiempo; en una época le impusieron al mundo políticas arancelarias muy rígidas, después se vinieron con la apertura que llamaron neoliberalismo, el otro extremo, y ahora, de nuevo, como un péndulo retornan a las tasas arancelarias como tratando de recuperar el tiempo perdido.  “Se puede engañar a todos por algún tiempo, a algunos todo el tiempo, pero no a todo el mundo todo el tiempo”, dijo Lincoln. Eso es lo que estamos viendo, nuevas realidades económicas han surgido; la primacía económica y científica ya no la tienen los EE. UU., la tiene la China que, en 50 años volteó el tablero, y ahora que los BRICS se fortalecen, el pánico cunde en el viejo imperio. La relación deuda/PIB de los EE. UU. es de 120 %, el servicio de su deuda se aproxima a los US40 billones, hace 15 años solo debían US10 billones. A Trump el desespero no lo deja pensar con tranquilidad, su arsenal de medidas económicas está produciendo pánico en todo el mundo y las principales bolsas se han desplomado, la reacción general ante las altas tasas impuestas a las exportaciones a los EE. UU. toma fuerza cada día; aún no sabemos qué pasará; los fenómenos económicos tienen una alta tasa de sensibilidad, una sola frase puede ocasionar una tormenta. El malestar se siente, nunca había visto marchas tan densas en los EE. UU. y en el resto del planeta por las erradas decisiones del presidente Trump que cada vez parece más un tirano de nuevo tipo. Incluso, muchos de los que votaron por él lo están lamentando. 

Según Bloomberg, los ricos que financiaron su campaña ya han perdido US209 mil millones. Cuando lo eligieron me dije para mí: “la sociedad norteamericana está en decadencia”. Su primera administración no lo mostró como un gran mandatario, intentó dar un golpe de estado y luego lo reeligen. Reelegir como gobernante a una persona con sus características no es serio, lo que él prometía no es saludable, pero los gringos son chovinistas de gran potencia y les gusta la guerra, pero fuera de sus fronteras. La verdad es que hoy se está conformando un bloque mundial contra las políticas de Trump, al fin sus viejos y súbditos aliados europeos están despejando sus cataratas oculares. Si insiste en bombardear a Irán el fin de la humanidad estará cerca.  El mundo necesita una visión multifocal y con mayor grado de democracia y responsabilidad.    

Por: Luis Napoleón de Armas P.