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Columnista - 28 junio, 2019

Murgas en vez de López

Ayer fui a la Gobernación, donde se me pasan mis días por ir y encontré que están remodelando el primer piso del desueto e insuficiente Edificio Alfonso López Michelsen, que más bien debería llamarse José Antonio Murgas por ser éste el padre y creador del departamento, pero valió más la proverbial lamboneria nuestra y me […]

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Ayer fui a la Gobernación, donde se me pasan mis días por ir y encontré que están remodelando el primer piso del desueto e insuficiente Edificio Alfonso López Michelsen, que más bien debería llamarse José Antonio Murgas por ser éste el padre y creador del departamento, pero valió más la proverbial lamboneria nuestra y me hizo acordar cuando hace rato Lucas Gnecco era Gobernador que llegué muy temprano a gestionar algo para el Tránsito del cual era director y lo encontré embolando donde Dago, costumbre que él tenía para dialogar con los humildes y al terminar nos pusimos a hablar en el corredor del segundo piso que había sido pintado recientemente y él, con esa mala costumbre, se recostó y le puso el tacón a la pared y de una vez la manchó, yo le llamé la atención y como es él me dijo: esta vaina es una joda que no se me ha podido quitar, realmente es una pésima costumbre.

En ese momento llegó el Mono Cárdenas, arquitecto y le comenté que en Barranquilla había visto un edificio con las paredillas y pasamanos cubiertas en mármol o marmolina y madera y que con ello desaparecieron la pintura, yo hago eso contestó el Mono y entonces el Gobernador sin ningún problema le ordenó que comenzara ya y a los 20 días o menos arreglaron el segundo piso tal como está hoy, intacto, pero como antes no había la plata como hoy hasta ahí llegó y el trabajo no se continuó por parte de otros gobernantes a pesar de que a muchos se lo sugerí pero ninguno paró bolas, ojalá nuestro Gobernador Franco Ovalle, que con seguridad lee El Pilón, aproveche la remodelación del primer piso y continúe el tercero y cuarto, que parecen hijos de menos mama, lo que hizo Gnecco en el segundo, ahí está el Mono vivo para que le den esa bicoquita y al nuevo y remodelado edificio la Asamblea se luzca y mediante una ordenanza le cambie el nombre por el de José Antonio Murgas a quien el departamento está en mora de rendirle un multitudinario homenaje, repito, como padre y creador del Cesar, ¿para cuándo lo vamos a dejar, para después que él se muera?, ya pa qué, lo sabroso es que él con sus 90 encima los disfrute. Soñar no cuesta nada pero si ese sueño no se puede hacer realidad, es justo que se levante una estatua en la plazoleta de la Gobernación y le rindamos ese merecido elogio.


Día a día se multiplican los reducidores de velocidad dañados en toda la ciudad, ante la mirada indiferente de las autoridades de tránsito, ya no soy yo solamente el que las pide sino por todas partes y si el señor Secretario cree que es mentira, nada más tiene que salir, no por la cuarta ni por la once sino por cualquier parte de la ciudad donde están ya fallas y esperando que las arreglen para el bienestar y tranquilidad de la población, además en muchas partes claman, como lo hace Betty Lacouture que le instalen uno para preservar la vida de los humanos y de los animales, pues por la carrera 6, la ruta del contrabando los carros pasan como balas.

Columnista
28 junio, 2019

Murgas en vez de López

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José M. Aponte Martínez

Ayer fui a la Gobernación, donde se me pasan mis días por ir y encontré que están remodelando el primer piso del desueto e insuficiente Edificio Alfonso López Michelsen, que más bien debería llamarse José Antonio Murgas por ser éste el padre y creador del departamento, pero valió más la proverbial lamboneria nuestra y me […]


Ayer fui a la Gobernación, donde se me pasan mis días por ir y encontré que están remodelando el primer piso del desueto e insuficiente Edificio Alfonso López Michelsen, que más bien debería llamarse José Antonio Murgas por ser éste el padre y creador del departamento, pero valió más la proverbial lamboneria nuestra y me hizo acordar cuando hace rato Lucas Gnecco era Gobernador que llegué muy temprano a gestionar algo para el Tránsito del cual era director y lo encontré embolando donde Dago, costumbre que él tenía para dialogar con los humildes y al terminar nos pusimos a hablar en el corredor del segundo piso que había sido pintado recientemente y él, con esa mala costumbre, se recostó y le puso el tacón a la pared y de una vez la manchó, yo le llamé la atención y como es él me dijo: esta vaina es una joda que no se me ha podido quitar, realmente es una pésima costumbre.

En ese momento llegó el Mono Cárdenas, arquitecto y le comenté que en Barranquilla había visto un edificio con las paredillas y pasamanos cubiertas en mármol o marmolina y madera y que con ello desaparecieron la pintura, yo hago eso contestó el Mono y entonces el Gobernador sin ningún problema le ordenó que comenzara ya y a los 20 días o menos arreglaron el segundo piso tal como está hoy, intacto, pero como antes no había la plata como hoy hasta ahí llegó y el trabajo no se continuó por parte de otros gobernantes a pesar de que a muchos se lo sugerí pero ninguno paró bolas, ojalá nuestro Gobernador Franco Ovalle, que con seguridad lee El Pilón, aproveche la remodelación del primer piso y continúe el tercero y cuarto, que parecen hijos de menos mama, lo que hizo Gnecco en el segundo, ahí está el Mono vivo para que le den esa bicoquita y al nuevo y remodelado edificio la Asamblea se luzca y mediante una ordenanza le cambie el nombre por el de José Antonio Murgas a quien el departamento está en mora de rendirle un multitudinario homenaje, repito, como padre y creador del Cesar, ¿para cuándo lo vamos a dejar, para después que él se muera?, ya pa qué, lo sabroso es que él con sus 90 encima los disfrute. Soñar no cuesta nada pero si ese sueño no se puede hacer realidad, es justo que se levante una estatua en la plazoleta de la Gobernación y le rindamos ese merecido elogio.


Día a día se multiplican los reducidores de velocidad dañados en toda la ciudad, ante la mirada indiferente de las autoridades de tránsito, ya no soy yo solamente el que las pide sino por todas partes y si el señor Secretario cree que es mentira, nada más tiene que salir, no por la cuarta ni por la once sino por cualquier parte de la ciudad donde están ya fallas y esperando que las arreglen para el bienestar y tranquilidad de la población, además en muchas partes claman, como lo hace Betty Lacouture que le instalen uno para preservar la vida de los humanos y de los animales, pues por la carrera 6, la ruta del contrabando los carros pasan como balas.