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Columnista - 26 enero, 2019

Mucho que enseñar, más que aprender

En cualquier etapa que crucen nuestras vidas, algo de alguien tenemos que aprender, así de sencillo. Lo que sucede es que no admitimos eso; nos consideramos unos sabios. Tenemos que despejarnos de ese viejo ser que nos atornilla; que no nos permite avanzar. Resulta en extremo preocupante salir adelante y sortear las dificultades de la vida a través de un enfoque diferencial que potencie resultados válidos y trascendentales.

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En cualquier etapa que crucen nuestras vidas, algo de alguien tenemos que aprender, así de sencillo. Lo que sucede es que no admitimos eso; nos consideramos unos sabios. Tenemos que despejarnos de ese viejo ser que nos atornilla; que no nos permite avanzar. Resulta en extremo preocupante salir adelante y sortear las dificultades de la vida a través de un enfoque diferencial que potencie resultados válidos y trascendentales. En otras palabras la interpretación del saber, requiere un análisis con visión innovadora, una postura que debe asumirse ante el escenario de la vivencia y que se ajuste a los principios del desarrollo evolutivo, en cuanto a la apreciación del conocimiento.
Esto se afirma en virtud, que aprender y retransmitir lo aprendido se debe innovar, para que haya un pensamiento acorde entre lo enseñado y lo aprendido; lo primero se llamaría un sistemático aprendizaje de la experiencia; un ejemplo ilustrativo lo configura el profesor de historia que enseña lo que aprendió, se convierte en un loro repetitivo; otros van más allá de la simple disertación, cuestionan, investigan varias fuentes. Es fundamental aquí actuar racionalmente guiados por el contexto de la investigación; infortunadamente buena parte de los que transmiten conocimiento no investigan; es necesario que quien enseña involucre proyectos que responsabilicen y apropien el conocimiento como herramienta de laboratorio; lo importante de este planteamiento, debe subrayarse en profundizar los temas que tratados y el que enseña utiliza en clase, para que no se convierta en letra muerta.
Bajo esta contextualización podemos afirmar, que el conocimiento es un constructo social, resultante de un proceso socio-histórico de dimensión comunicativa. Cabe preguntar en este análisis ¿Por qué el científico Albert Einstein en su teoría de la relatividad, dejó a sus colegas allí estáticos, sin aportar. ¿Por qué Thomas A. Edison logró inventar y patentar más de 105 inventos? ¿ Por qué ellos y otros no? Porque algunos contribuyeron con hechos innovadores que permitieron sembrar fuerzas positivas de transformación y cambio. Lo anterior impone de manera urgente la necesidad de recuperar y reglamentar el proceso de enseñanza que se vive en todo el país. Solo así saldremos del marasmo, de la transitoria inactividad en la que hoy está sometida la educación. Entonces, formulemos y ejecutemos planes que protejan y divulguen el interés científico investigativo para salir por siempre de esos caminos destapados; en la educación se vive un ambiente cargado de incertidumbre y aferrado a una férrea investigación que es insumo fundamental para la comprensión de la complejidad del saber. No todo aquel que cree o aparenta saber, puede enseñar. Hoy por desgracia la educación en Colombia se convirtió en un negocio; un ejemplo lo configura el interés que demuestran los docentes por llegar al último escalafón, lo logran y cuelgan los guayos, y salen a disfrutar su pensión.

Columnista
26 enero, 2019

Mucho que enseñar, más que aprender

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Jairo Franco Salas

En cualquier etapa que crucen nuestras vidas, algo de alguien tenemos que aprender, así de sencillo. Lo que sucede es que no admitimos eso; nos consideramos unos sabios. Tenemos que despejarnos de ese viejo ser que nos atornilla; que no nos permite avanzar. Resulta en extremo preocupante salir adelante y sortear las dificultades de la vida a través de un enfoque diferencial que potencie resultados válidos y trascendentales.


En cualquier etapa que crucen nuestras vidas, algo de alguien tenemos que aprender, así de sencillo. Lo que sucede es que no admitimos eso; nos consideramos unos sabios. Tenemos que despejarnos de ese viejo ser que nos atornilla; que no nos permite avanzar. Resulta en extremo preocupante salir adelante y sortear las dificultades de la vida a través de un enfoque diferencial que potencie resultados válidos y trascendentales. En otras palabras la interpretación del saber, requiere un análisis con visión innovadora, una postura que debe asumirse ante el escenario de la vivencia y que se ajuste a los principios del desarrollo evolutivo, en cuanto a la apreciación del conocimiento.
Esto se afirma en virtud, que aprender y retransmitir lo aprendido se debe innovar, para que haya un pensamiento acorde entre lo enseñado y lo aprendido; lo primero se llamaría un sistemático aprendizaje de la experiencia; un ejemplo ilustrativo lo configura el profesor de historia que enseña lo que aprendió, se convierte en un loro repetitivo; otros van más allá de la simple disertación, cuestionan, investigan varias fuentes. Es fundamental aquí actuar racionalmente guiados por el contexto de la investigación; infortunadamente buena parte de los que transmiten conocimiento no investigan; es necesario que quien enseña involucre proyectos que responsabilicen y apropien el conocimiento como herramienta de laboratorio; lo importante de este planteamiento, debe subrayarse en profundizar los temas que tratados y el que enseña utiliza en clase, para que no se convierta en letra muerta.
Bajo esta contextualización podemos afirmar, que el conocimiento es un constructo social, resultante de un proceso socio-histórico de dimensión comunicativa. Cabe preguntar en este análisis ¿Por qué el científico Albert Einstein en su teoría de la relatividad, dejó a sus colegas allí estáticos, sin aportar. ¿Por qué Thomas A. Edison logró inventar y patentar más de 105 inventos? ¿ Por qué ellos y otros no? Porque algunos contribuyeron con hechos innovadores que permitieron sembrar fuerzas positivas de transformación y cambio. Lo anterior impone de manera urgente la necesidad de recuperar y reglamentar el proceso de enseñanza que se vive en todo el país. Solo así saldremos del marasmo, de la transitoria inactividad en la que hoy está sometida la educación. Entonces, formulemos y ejecutemos planes que protejan y divulguen el interés científico investigativo para salir por siempre de esos caminos destapados; en la educación se vive un ambiente cargado de incertidumbre y aferrado a una férrea investigación que es insumo fundamental para la comprensión de la complejidad del saber. No todo aquel que cree o aparenta saber, puede enseñar. Hoy por desgracia la educación en Colombia se convirtió en un negocio; un ejemplo lo configura el interés que demuestran los docentes por llegar al último escalafón, lo logran y cuelgan los guayos, y salen a disfrutar su pensión.