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Columnista - 2 enero, 2020

Mis décimas para el 2020

La mente es un palacete: los recuerdos son altares de bondades y pesares, de ausencias y de banquetes. Somos del tiempo el jinete, y entre la luz y la sombra cabalgamos en la alfombra de las noches y los días. Vivamos la epifanía de este año que se nombra. II El dos mil veinte ya […]

          I

La mente es un palacete:
los recuerdos son altares
de bondades y pesares,
de ausencias y de banquetes.
Somos del tiempo el jinete,
y entre la luz y la sombra
cabalgamos en la alfombra
de las noches y los días.
Vivamos la epifanía
de este año que se nombra.
II
El dos mil veinte ya empieza
entre sueños y esperanza,
entre los rieles avanza
la utopía que es fortaleza.
La decencia es la belleza.
La honradez, el pergamino.
El futuro de los niños:
la salud y la educación.
Para la paz de la Nación,
la justicia es el camino

        III

Entramos al dos mil veinte
con la fe del peregrino,
buscamos en el camino
la luz radiante del puente;
que la confianza sea fuente
de diamantinos crisoles:
con violines de arreboles
que el viento silbe en la palma
para que fluya la calma
cual jardines de faroles.

         IV    

Que Dios nos dé el esplendor
para embellecer el bien,
y edificar nuestro edén
con las bases del amor.
Que el perfume del albor
sea un espiral de azucenas;
que brillen las cosas buenas
en el dintel del hogar,
y el abrazo no ha de faltar
para sopesar las penas.

Columnista
2 enero, 2020

Mis décimas para el 2020

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José Atuesta Mindiola

La mente es un palacete: los recuerdos son altares de bondades y pesares, de ausencias y de banquetes. Somos del tiempo el jinete, y entre la luz y la sombra cabalgamos en la alfombra de las noches y los días. Vivamos la epifanía de este año que se nombra. II El dos mil veinte ya […]


          I

La mente es un palacete:
los recuerdos son altares
de bondades y pesares,
de ausencias y de banquetes.
Somos del tiempo el jinete,
y entre la luz y la sombra
cabalgamos en la alfombra
de las noches y los días.
Vivamos la epifanía
de este año que se nombra.
II
El dos mil veinte ya empieza
entre sueños y esperanza,
entre los rieles avanza
la utopía que es fortaleza.
La decencia es la belleza.
La honradez, el pergamino.
El futuro de los niños:
la salud y la educación.
Para la paz de la Nación,
la justicia es el camino

        III

Entramos al dos mil veinte
con la fe del peregrino,
buscamos en el camino
la luz radiante del puente;
que la confianza sea fuente
de diamantinos crisoles:
con violines de arreboles
que el viento silbe en la palma
para que fluya la calma
cual jardines de faroles.

         IV    

Que Dios nos dé el esplendor
para embellecer el bien,
y edificar nuestro edén
con las bases del amor.
Que el perfume del albor
sea un espiral de azucenas;
que brillen las cosas buenas
en el dintel del hogar,
y el abrazo no ha de faltar
para sopesar las penas.