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La migración es un fenómeno natural de la humanidad, impulsado por diversas razones como la búsqueda de seguridad, mejores oportunidades económicas o la necesidad de tener acceso a derechos.
La migración es un fenómeno natural de la humanidad, impulsado por diversas razones como la búsqueda de seguridad, mejores oportunidades económicas o la necesidad de tener acceso a derechos. Sin embargo, en muchos contextos, la migración es estigmatizada, especialmente cuando las personas están en una condición irregular.
Este estigma se ve agravado por discursos que criminalizan a los migrantes, cuando en realidad no se trata de un delito. Por eso es importante abordar este tema desde la perspectiva de los derechos humanos, dejando de lado ideologías políticas.
En primer lugar, un migrante es una persona que se desplaza de su lugar de origen a otro país, ya sea temporal o permanentemente, por motivos económicos, sociales, políticos o ambientales. Debemos entender que una condición migratoria irregular no convierte a una persona en ilegal, porque un ser humano, por su naturaleza, no puede ser considerado ilegal.
Segundo, cuando hablamos de irregularidad migratoria, nos referimos a la falta de cumplimiento de ciertos trámites administrativos, como el visado o los permisos de permanencia. Esta condición no constituye una falta penal; por el contrario, es una situación que puede resolverse dentro de los marcos legales de cada país. Sancionar penalmente la migración irregular es incompatible con los tratados internacionales.
Tercero, una de las principales razones por las cuales los migrantes son estigmatizados es la falsa percepción de que aumentan la delincuencia. Sin embargo, los datos desmienten este mito. Por ejemplo, la Fundación Ideas para la Paz (FIP) desde 2018 ha analizado la relación de la migración y la criminalidad, constatando que los índices delictivos no se han visto afectados por la migración, aunque la victimización hacia ellos continúa en aumento. Asimismo, la Asociación Colombiana de Ciudades Capitales en uno de sus informes señaló que, si se usan cifras mensuales, el número de colombianos capturados en flagrancia por mes tiende a ser 13 veces mayor que el número de migrantes.
Adicionalmente, lejos de ser una carga, los migrantes contribuyen significativamente a las economías de los países receptores. De acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) un aumento de 1 % en la población migrante puede representar un incremento de hasta 2 % del PIB per cápita.
En este sentido, la migración no es un problema sino un fenómeno humano que debe ser gestionado de manera inclusiva y respetuosa. Entendiendo que, desde hace siglos, las personas han cruzado fronteras y esas dinámicas han dado forma a nuestras culturas, economías y sociedades. Ver la migración como una amenaza refleja una perspectiva reduccionista que ignora los beneficios sociales y económicos del fenómeno migratorio.
No podemos permitir que los discursos de odio y la desinformación nublen el valor inherente de cada ser humano. La dignidad humana debe ser el eje central de cualquier conversación sobre migración. Ignorar la humanidad de quienes migran nos deshumaniza a todos.
Por: Sara Montero Muleth
La migración es un fenómeno natural de la humanidad, impulsado por diversas razones como la búsqueda de seguridad, mejores oportunidades económicas o la necesidad de tener acceso a derechos.
La migración es un fenómeno natural de la humanidad, impulsado por diversas razones como la búsqueda de seguridad, mejores oportunidades económicas o la necesidad de tener acceso a derechos. Sin embargo, en muchos contextos, la migración es estigmatizada, especialmente cuando las personas están en una condición irregular.
Este estigma se ve agravado por discursos que criminalizan a los migrantes, cuando en realidad no se trata de un delito. Por eso es importante abordar este tema desde la perspectiva de los derechos humanos, dejando de lado ideologías políticas.
En primer lugar, un migrante es una persona que se desplaza de su lugar de origen a otro país, ya sea temporal o permanentemente, por motivos económicos, sociales, políticos o ambientales. Debemos entender que una condición migratoria irregular no convierte a una persona en ilegal, porque un ser humano, por su naturaleza, no puede ser considerado ilegal.
Segundo, cuando hablamos de irregularidad migratoria, nos referimos a la falta de cumplimiento de ciertos trámites administrativos, como el visado o los permisos de permanencia. Esta condición no constituye una falta penal; por el contrario, es una situación que puede resolverse dentro de los marcos legales de cada país. Sancionar penalmente la migración irregular es incompatible con los tratados internacionales.
Tercero, una de las principales razones por las cuales los migrantes son estigmatizados es la falsa percepción de que aumentan la delincuencia. Sin embargo, los datos desmienten este mito. Por ejemplo, la Fundación Ideas para la Paz (FIP) desde 2018 ha analizado la relación de la migración y la criminalidad, constatando que los índices delictivos no se han visto afectados por la migración, aunque la victimización hacia ellos continúa en aumento. Asimismo, la Asociación Colombiana de Ciudades Capitales en uno de sus informes señaló que, si se usan cifras mensuales, el número de colombianos capturados en flagrancia por mes tiende a ser 13 veces mayor que el número de migrantes.
Adicionalmente, lejos de ser una carga, los migrantes contribuyen significativamente a las economías de los países receptores. De acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) un aumento de 1 % en la población migrante puede representar un incremento de hasta 2 % del PIB per cápita.
En este sentido, la migración no es un problema sino un fenómeno humano que debe ser gestionado de manera inclusiva y respetuosa. Entendiendo que, desde hace siglos, las personas han cruzado fronteras y esas dinámicas han dado forma a nuestras culturas, economías y sociedades. Ver la migración como una amenaza refleja una perspectiva reduccionista que ignora los beneficios sociales y económicos del fenómeno migratorio.
No podemos permitir que los discursos de odio y la desinformación nublen el valor inherente de cada ser humano. La dignidad humana debe ser el eje central de cualquier conversación sobre migración. Ignorar la humanidad de quienes migran nos deshumaniza a todos.
Por: Sara Montero Muleth