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Columnista - 26 abril, 2022

Mi general Zapateiro

El candidato Petro y el general Zapateiro, recíprocamente se refirieron a temáticas que no hacen parte de la actividad política del primero ni de su candidatura, ni el segundo aludió a aspectos electorales, sino a una mención que lesionaba (por la generalidad) la moralidad de las Fuerzas Armadas de la patria. Inaceptable.

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El senador, es decir, el servidor público, Gustavo Petro, candidato a la Presidencia de la República de Colombia, textualmente en un twit escribió: “algunos de los generales están en la nómina del Clan. La cúpula se corrompe cuando son los politiqueros del narcotráfico los que terminan ascendiendo a los generales”. Impulsivo. Antipático.

Eduardo Enrique Zapateiro Altamiranda, comandante del Ejército Nacional de Colombia, literalmente hubo de responderle al inefable Petro: “A ningún general he visto recibiendo dinero mal habido. Los colombianos lo han visto a usted recibir dinero en bolsa de basura”. Estas palabras se protegen en la norma que sigue:

El Art. 219 de la Constitución Nacional señala que la Fuerza Pública no es deliberante, excepto “sobre asuntos que se relacionen con el servicio y la moralidad del respectivo cuerpo”. Al rompe la malévola expresión del candidato Petro “algunos de los generales están en la nómina del Clan” esa es una afirmación amoral contra “algunos” miembros de la institucionalidad de la fuerza pública.

La alusión también debe entenderse que Petro afirmó que algunos generales están cometiendo delitos porque están en la nómina de una organización criminal (El Clan del Golfo) por manera está imputando que alguno de los generales perpetra delitos. Lo más obvio es que debe acompañar el soporte probatorio que respalda la afirmación genérica. Adrede el candidato se cuidó de no indicar nombres para precaver una denuncia en su contra por un delito contra la integridad moral.

En defensa de la moralidad de las fuerzas armadas de Colombia, el comandante general Zapateiro -advertido la resonancia negativa de lo que irresponsablemente afirmó el patético Petro- válida y enfáticamente cuestionó a quien zahería la institucionalidad, o sea mencionó que las evidencias acreditaban que Petro en condición de servidor público recibió en bolsa de basuras dinero nauseabundo.

El candidato Petro y el general Zapateiro, recíprocamente se refirieron a temáticas que no hacen parte de la actividad política del primero ni de su candidatura, ni el segundo aludió a aspectos electorales, sino a una mención que lesionaba (por la generalidad) la moralidad de las Fuerzas Armadas de la patria. Inaceptable.

Por mucho que le resbale no puede impunemente un candidato a la Presidencia de la República hacer aseveraciones que comprometan los valores morales de una institución tan inserta en la vida republicana y que simboliza el más alto estándar de fuerza moral y de cimiento inconmensurable para la estabilidad democrática. So pretexto de la coyuntura electoral no puede admitirse que se mancille el honor militar.

Intervenir en política por deliberación puede erigirse en falta disciplinaria para un militar siempre que el comportamiento se visibilice como abiertamente proselitista o de activa participación electoral, pero cuando ostensiblemente la postura que se asume lo es en enhiesta salvaguarda de la moral de la institución militar, el comportamiento es disciplinariamente atípico. Jamás tendrá las características fácticas de la comisión de falta disciplinaria alguna.

La pendencia también se erige en ejemplo de la combinación de todas las formas de lucha y no puede admitirse como ejercicio democrático que se irrespete a las instituciones de la república bajo el prurito que encarna una opción partidista, por consiguiente, la reacción del patriota general Zapateiro lo fue en defensa integral y cohesionada de las fuerzas armadas no de las individualidades de sus miembros. No ha deliberado, zaherido ofreció una respuesta a una alusión proterva del extremista Petro que lo hizo deliberadamente. ¡Patria, Honor, Lealtad!

Columnista
26 abril, 2022

Mi general Zapateiro

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Hugo Mendoza

El candidato Petro y el general Zapateiro, recíprocamente se refirieron a temáticas que no hacen parte de la actividad política del primero ni de su candidatura, ni el segundo aludió a aspectos electorales, sino a una mención que lesionaba (por la generalidad) la moralidad de las Fuerzas Armadas de la patria. Inaceptable.


El senador, es decir, el servidor público, Gustavo Petro, candidato a la Presidencia de la República de Colombia, textualmente en un twit escribió: “algunos de los generales están en la nómina del Clan. La cúpula se corrompe cuando son los politiqueros del narcotráfico los que terminan ascendiendo a los generales”. Impulsivo. Antipático.

Eduardo Enrique Zapateiro Altamiranda, comandante del Ejército Nacional de Colombia, literalmente hubo de responderle al inefable Petro: “A ningún general he visto recibiendo dinero mal habido. Los colombianos lo han visto a usted recibir dinero en bolsa de basura”. Estas palabras se protegen en la norma que sigue:

El Art. 219 de la Constitución Nacional señala que la Fuerza Pública no es deliberante, excepto “sobre asuntos que se relacionen con el servicio y la moralidad del respectivo cuerpo”. Al rompe la malévola expresión del candidato Petro “algunos de los generales están en la nómina del Clan” esa es una afirmación amoral contra “algunos” miembros de la institucionalidad de la fuerza pública.

La alusión también debe entenderse que Petro afirmó que algunos generales están cometiendo delitos porque están en la nómina de una organización criminal (El Clan del Golfo) por manera está imputando que alguno de los generales perpetra delitos. Lo más obvio es que debe acompañar el soporte probatorio que respalda la afirmación genérica. Adrede el candidato se cuidó de no indicar nombres para precaver una denuncia en su contra por un delito contra la integridad moral.

En defensa de la moralidad de las fuerzas armadas de Colombia, el comandante general Zapateiro -advertido la resonancia negativa de lo que irresponsablemente afirmó el patético Petro- válida y enfáticamente cuestionó a quien zahería la institucionalidad, o sea mencionó que las evidencias acreditaban que Petro en condición de servidor público recibió en bolsa de basuras dinero nauseabundo.

El candidato Petro y el general Zapateiro, recíprocamente se refirieron a temáticas que no hacen parte de la actividad política del primero ni de su candidatura, ni el segundo aludió a aspectos electorales, sino a una mención que lesionaba (por la generalidad) la moralidad de las Fuerzas Armadas de la patria. Inaceptable.

Por mucho que le resbale no puede impunemente un candidato a la Presidencia de la República hacer aseveraciones que comprometan los valores morales de una institución tan inserta en la vida republicana y que simboliza el más alto estándar de fuerza moral y de cimiento inconmensurable para la estabilidad democrática. So pretexto de la coyuntura electoral no puede admitirse que se mancille el honor militar.

Intervenir en política por deliberación puede erigirse en falta disciplinaria para un militar siempre que el comportamiento se visibilice como abiertamente proselitista o de activa participación electoral, pero cuando ostensiblemente la postura que se asume lo es en enhiesta salvaguarda de la moral de la institución militar, el comportamiento es disciplinariamente atípico. Jamás tendrá las características fácticas de la comisión de falta disciplinaria alguna.

La pendencia también se erige en ejemplo de la combinación de todas las formas de lucha y no puede admitirse como ejercicio democrático que se irrespete a las instituciones de la república bajo el prurito que encarna una opción partidista, por consiguiente, la reacción del patriota general Zapateiro lo fue en defensa integral y cohesionada de las fuerzas armadas no de las individualidades de sus miembros. No ha deliberado, zaherido ofreció una respuesta a una alusión proterva del extremista Petro que lo hizo deliberadamente. ¡Patria, Honor, Lealtad!