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Columnista - 27 octubre, 2020

Mentiras que matan

Pudo llamarse un falso positivo lo que el Superintendente Nacional de Salud y el ministro del ramo cometieron cuando hablaron de un Cartel del Covid 19, refiriéndose a las clínicas y hospitales que aprovechando la pandemia facturaban servicios no prestados o lo hacían por encima de los costos reales. Curiosamente muchos meses después no han […]

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Pudo llamarse un falso positivo lo que el Superintendente Nacional de Salud y el ministro del ramo cometieron cuando hablaron de un Cartel del Covid 19, refiriéndose a las clínicas y hospitales que aprovechando la pandemia facturaban servicios no prestados o lo hacían por encima de los costos reales. Curiosamente muchos meses después no han podido sancionar a nadie por estos cargos, a pesar de que la auditoría médica concurrente alerta al momento de cometer excesos en el cobro del servicio.

La realidad es que el Estado definió unas canastas con sus respectivas tarifas para darle un tope al valor de la atención covid, determinando que lo facturado estará sujeto a la prestación de un servicio médico que pagan las aseguradoras o Empresas Promotoras de Salud-EPS, asegurándose que las clínicas no reciban más dinero por cada caso de covid atendido, sino al contrario, que ganen menos porque estos pacientes demandan más costos por los elementos de protección requeridos en su tratamiento.

También es importante decir que el modelo de atención cambió, correspondiéndole a cada institución establecer rutas diferentes entre usuarios contagiosos o sospechosos y pacientes no contagiados, implementando adecuaciones físicas, tecnológicas y educativas, sin descuidar la más importante como es la muchas veces olvidada humanización del servicio, la cultura del auto cuidado y el apoyo emocional al personal que todos los días acude a salvar vidas, exponiendo la propia.

Lo que sí lograron los altos funcionarios fue que en torno a dichas afirmaciones se tejieran cualquier cantidad de mitos y mal intencionadas versiones contra las instituciones prestadoras de servicios de salud-IPS y su cuerpo médico y paramédico, al punto de que muchos colombianos sintieran rechazo hacia los galenos e infranqueable terror con el solo hecho de contemplar la posibilidad de estar hospitalizados, como parte del tratamiento para el Covid 19.

El doloroso resultado no se ha hecho esperar. Han sido muchos los enfermos que en tributo al inducido miedo permanecen en sus casas, recibiendo remedios caseros y todo tipo de paliativos empíricos, que en algunos contagiados son efectivos porque la sintomatología del virus en ese organismo es leve, pero resulta que en otros no, estos son los que acuden de urgencias a una IPS cuando ven en claro riesgo su expectativa de vida, corriendo el riesgo de un indeseado desenlace porque científicamente en ese momento será poco lo que se puede hacer, a no ser que Dios desactive la letalidad del enemigo oculto.

Mientras tanto, la maledicencia general aumenta proporcionalmente a los fallecimientos. Las opiniones erradas pululan indistintamente a la condición académica, social o cultural de los personajes, todo gracias a una equivocada política de salud pública que desde el gobierno central promociona todo tipo de intereses, menos la salud y vida de los colombianos.

Ojalá los grandes medios de comunicación y desde las regiones también, inicien una campaña informativa ahora que se espera un rebrote de la enfermedad, difundida con la misma intensidad con que abordaron el sofisma del Cartel de Covid, en la que se muestre la importancia de acudir oportunamente al servicio médico, para de esta forma evitar que una mentira entronizada en nuestro convencimiento siga cobrando vidas. Un abrazo. –

Columnista
27 octubre, 2020

Mentiras que matan

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Antonio María Araujo

Pudo llamarse un falso positivo lo que el Superintendente Nacional de Salud y el ministro del ramo cometieron cuando hablaron de un Cartel del Covid 19, refiriéndose a las clínicas y hospitales que aprovechando la pandemia facturaban servicios no prestados o lo hacían por encima de los costos reales. Curiosamente muchos meses después no han […]


Pudo llamarse un falso positivo lo que el Superintendente Nacional de Salud y el ministro del ramo cometieron cuando hablaron de un Cartel del Covid 19, refiriéndose a las clínicas y hospitales que aprovechando la pandemia facturaban servicios no prestados o lo hacían por encima de los costos reales. Curiosamente muchos meses después no han podido sancionar a nadie por estos cargos, a pesar de que la auditoría médica concurrente alerta al momento de cometer excesos en el cobro del servicio.

La realidad es que el Estado definió unas canastas con sus respectivas tarifas para darle un tope al valor de la atención covid, determinando que lo facturado estará sujeto a la prestación de un servicio médico que pagan las aseguradoras o Empresas Promotoras de Salud-EPS, asegurándose que las clínicas no reciban más dinero por cada caso de covid atendido, sino al contrario, que ganen menos porque estos pacientes demandan más costos por los elementos de protección requeridos en su tratamiento.

También es importante decir que el modelo de atención cambió, correspondiéndole a cada institución establecer rutas diferentes entre usuarios contagiosos o sospechosos y pacientes no contagiados, implementando adecuaciones físicas, tecnológicas y educativas, sin descuidar la más importante como es la muchas veces olvidada humanización del servicio, la cultura del auto cuidado y el apoyo emocional al personal que todos los días acude a salvar vidas, exponiendo la propia.

Lo que sí lograron los altos funcionarios fue que en torno a dichas afirmaciones se tejieran cualquier cantidad de mitos y mal intencionadas versiones contra las instituciones prestadoras de servicios de salud-IPS y su cuerpo médico y paramédico, al punto de que muchos colombianos sintieran rechazo hacia los galenos e infranqueable terror con el solo hecho de contemplar la posibilidad de estar hospitalizados, como parte del tratamiento para el Covid 19.

El doloroso resultado no se ha hecho esperar. Han sido muchos los enfermos que en tributo al inducido miedo permanecen en sus casas, recibiendo remedios caseros y todo tipo de paliativos empíricos, que en algunos contagiados son efectivos porque la sintomatología del virus en ese organismo es leve, pero resulta que en otros no, estos son los que acuden de urgencias a una IPS cuando ven en claro riesgo su expectativa de vida, corriendo el riesgo de un indeseado desenlace porque científicamente en ese momento será poco lo que se puede hacer, a no ser que Dios desactive la letalidad del enemigo oculto.

Mientras tanto, la maledicencia general aumenta proporcionalmente a los fallecimientos. Las opiniones erradas pululan indistintamente a la condición académica, social o cultural de los personajes, todo gracias a una equivocada política de salud pública que desde el gobierno central promociona todo tipo de intereses, menos la salud y vida de los colombianos.

Ojalá los grandes medios de comunicación y desde las regiones también, inicien una campaña informativa ahora que se espera un rebrote de la enfermedad, difundida con la misma intensidad con que abordaron el sofisma del Cartel de Covid, en la que se muestre la importancia de acudir oportunamente al servicio médico, para de esta forma evitar que una mentira entronizada en nuestro convencimiento siga cobrando vidas. Un abrazo. –