Es un hecho incuestionable que en las campañas políticas el componente estratégico desplazó al programático, por eso vemos que los candidatos se esfuerzan más en contratar asesores con disposición de usar cualquier artilugio para ganar una elección, que técnicos capaces de estructurar un discurso con reales soluciones a los problemas de quienes, como borregos, llevan […]
Es un hecho incuestionable que en las campañas políticas el componente estratégico desplazó al programático, por eso vemos que los candidatos se esfuerzan más en contratar asesores con disposición de usar cualquier artilugio para ganar una elección, que técnicos capaces de estructurar un discurso con reales soluciones a los problemas de quienes, como borregos, llevan al sacrificio en las urnas de votación.
Hoy el reto es ‘influir en la actitud de la comunidad, presentando solamente un lado de la verdad o incluso la mentira’. Al mejor estilo del gran orador y jefe de propaganda nazi, Joseph Goebbels.
Un ultra radical antisemita que ante la inminente derrota alemana se suicidó junto a su esposa, luego de envenenar a sus seis hijos y que en la argumentación del exterminio judío logró acuñar algunas frases como “Una mentira repetida adecuadamente mil veces se convierte en verdad”, “Más vale una mentira que no pueda ser desmentida que una verdad inverosímil” o “Miente, miente, miente que algo quedará, cuanto más grande sea una mentira más gente la creerá”.
Y es cierto que da resultados. Sobre el engaño se han estructurado y ganado muchas campañas políticas. La masificación de las comunicaciones favorece la manipulación informativa. Por ejemplo, cualquiera es diseñador gráfico creando ‘memes’, con caras y frases que el personaje citado jamás ha dicho. Pero los incautos lo creen. Alguna vez dije que nos seguían bajando con espejitos, como a nuestros indígenas en el descubrimiento de América, nos contextualizan un libreto y nos vamos por ahí como una horda salvaje que solo se detiene ante el abismo insalvable, cuando ya nada se puede hacer.
En la elección que se acerca la motivación es clara, el terror de los realmente poderosos a perder los privilegios en una transformación política, desarrolló en ellos la habilidad de alimentar de quirománticos temores la imaginación de la masa productiva territorial, hasta convencerlos que es mejor el statu quo particular a la movilidad social colectiva, olvidando que el producto interno bruto que construimos con honradez y tenacidad, es dilapidado en Bogotá por los que siempre han vivido del estado.
Pero ya nos convencieron que es mejor mantener la comodidad particular, alimentando una seudo aristocracia muy local, más mental que otra cosa porque en la pirámide social del país ni aparecemos, mientras corremos el peligro de ser saqueados por el hermano de al lado, quien muere de hambre por física inequidad oficial.
Esta columna no tiene apellidos, así que no busquen tácitas dedicatorias, mi interés solo ha sido llamar la atención sobre la estratagema que montan las extremistas campañas para cazar incautos, en aras de plasmar sus odios en resultados electorales que en nada benefician al engañado y sufrido pueblo colombino.
Mejor los invito a que saquemos nuestras propias conclusiones, con el racional pragmatismo que nos da la independencia intelectual y en consonancia con la enseñanza de un defensor de las libertades civiles como lo fue Malcom X, “Si no estás prevenido ante los medios de comunicación, te harán amar al opresor y odiar al oprimido”. Un abrazo.
[email protected]
@antoniomariaA
Por Antonio María Araújo Calderón
Es un hecho incuestionable que en las campañas políticas el componente estratégico desplazó al programático, por eso vemos que los candidatos se esfuerzan más en contratar asesores con disposición de usar cualquier artilugio para ganar una elección, que técnicos capaces de estructurar un discurso con reales soluciones a los problemas de quienes, como borregos, llevan […]
Es un hecho incuestionable que en las campañas políticas el componente estratégico desplazó al programático, por eso vemos que los candidatos se esfuerzan más en contratar asesores con disposición de usar cualquier artilugio para ganar una elección, que técnicos capaces de estructurar un discurso con reales soluciones a los problemas de quienes, como borregos, llevan al sacrificio en las urnas de votación.
Hoy el reto es ‘influir en la actitud de la comunidad, presentando solamente un lado de la verdad o incluso la mentira’. Al mejor estilo del gran orador y jefe de propaganda nazi, Joseph Goebbels.
Un ultra radical antisemita que ante la inminente derrota alemana se suicidó junto a su esposa, luego de envenenar a sus seis hijos y que en la argumentación del exterminio judío logró acuñar algunas frases como “Una mentira repetida adecuadamente mil veces se convierte en verdad”, “Más vale una mentira que no pueda ser desmentida que una verdad inverosímil” o “Miente, miente, miente que algo quedará, cuanto más grande sea una mentira más gente la creerá”.
Y es cierto que da resultados. Sobre el engaño se han estructurado y ganado muchas campañas políticas. La masificación de las comunicaciones favorece la manipulación informativa. Por ejemplo, cualquiera es diseñador gráfico creando ‘memes’, con caras y frases que el personaje citado jamás ha dicho. Pero los incautos lo creen. Alguna vez dije que nos seguían bajando con espejitos, como a nuestros indígenas en el descubrimiento de América, nos contextualizan un libreto y nos vamos por ahí como una horda salvaje que solo se detiene ante el abismo insalvable, cuando ya nada se puede hacer.
En la elección que se acerca la motivación es clara, el terror de los realmente poderosos a perder los privilegios en una transformación política, desarrolló en ellos la habilidad de alimentar de quirománticos temores la imaginación de la masa productiva territorial, hasta convencerlos que es mejor el statu quo particular a la movilidad social colectiva, olvidando que el producto interno bruto que construimos con honradez y tenacidad, es dilapidado en Bogotá por los que siempre han vivido del estado.
Pero ya nos convencieron que es mejor mantener la comodidad particular, alimentando una seudo aristocracia muy local, más mental que otra cosa porque en la pirámide social del país ni aparecemos, mientras corremos el peligro de ser saqueados por el hermano de al lado, quien muere de hambre por física inequidad oficial.
Esta columna no tiene apellidos, así que no busquen tácitas dedicatorias, mi interés solo ha sido llamar la atención sobre la estratagema que montan las extremistas campañas para cazar incautos, en aras de plasmar sus odios en resultados electorales que en nada benefician al engañado y sufrido pueblo colombino.
Mejor los invito a que saquemos nuestras propias conclusiones, con el racional pragmatismo que nos da la independencia intelectual y en consonancia con la enseñanza de un defensor de las libertades civiles como lo fue Malcom X, “Si no estás prevenido ante los medios de comunicación, te harán amar al opresor y odiar al oprimido”. Un abrazo.
[email protected]
@antoniomariaA
Por Antonio María Araújo Calderón