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Columnista - 26 noviembre, 2021

Mensajes proféticos

Seguid el amor y procurad los dones espirituales, pero sobre todo que profeticéis”. 1 Corintios 14:1.  Hoy quiero referirme a un tema puntual de mucha actualidad en el medio del ejercicio ministerial de la Iglesia del Señor: el abuso de los mensajes proféticos. Si bien es cierto que la Escritura nos anima a profetizar, advierto […]

Seguid el amor y procurad los dones espirituales, pero sobre todo que profeticéis”. 1 Corintios 14:1. 

Hoy quiero referirme a un tema puntual de mucha actualidad en el medio del ejercicio ministerial de la Iglesia del Señor: el abuso de los mensajes proféticos. Si bien es cierto que la Escritura nos anima a profetizar, advierto con cierta preocupación la tendencia actual de un gran sector religiosos cristiano, sobre el uso y abuso del don profético.

Me pregunto si cuando se asiste a una comunidad cristiana donde las profecías constituyen parte del servicio público de adoración a Dios se debería esperar mensajes proféticos genéricos de parte de Dios, tales como: “Hijitos, los amo”; “vengo pronto, cuida lo que tienes”; “eres bendecido y especial para mí”. Estas expresiones, ciertamente son verdad, pero, ¿será necesario profetizar si la Biblia las afirma claramente? 

Más grave aún, cuando se usan las expresiones proféticas para anunciar viajes, confirmar negocios y establecer uniones matrimoniales o simplemente hacer mal uso de las expresiones proféticas convirtiéndolas en mecanismo de presión o manipulación a la congregación. 

La voz del profeta enchufado con Dios es fuego consumidor y martillo que quebranta la roca. Los mensajes proféticos deben cumplir ciertas condiciones, que incluyen a Dios como autor, al profeta como medio, y a la congregación como objeto. El que profetiza habla a los hombres para edificación, exhortación y consolación. Así, Dios se interesa más por la integridad de los miembros de la Iglesia que por el crecimiento numérico de ella. 

Considero que existen dos grandes pruebas que revelan el corazón del profeta como verdadero o aparente y si habla de parte de Dios o es de su propia cosecha con motivaciones diferentes. La primera prueba es el plagio. Es decir, tomar lo que Dios dice en su Palabra y usarlo como si fuera propio, en vez de darle el crédito y el reconocimiento a su verdadero autor. La segunda es la de declarar que lo que se dice viene directamente del Señor, cuando puede ser que venga del interés o del corazón del profeta. 

Creo en el ministerio profético y en el sacerdocio del creyente, sin embargo, considero que, si tengo una relación activa y dinámica con Dios, él habla a mi corazón de muchas maneras, especialmente, nos alienta y confirma su Palabra por medio del ejercicio de los dones del cuerpo de Cristo. El sentido de las expresiones proféticas será entonces confirmar aquello que ya Dios te ha mostrado o dicho en la intimidad de tu corazón.

Amados amigos lectores, tenemos la palabra profética más segura, a la cual hacemos bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro… Que Dios nos ayude a no despreciar las expresiones proféticas y a examinar todo para retener con firmeza aquello que es bueno.  Dios es bueno y quiere lo mejor para sus hijos, no perdamos la oportunidad de caminar en los propósitos de Dios para nosotros y nuestras familias. Un abrazo fraterno en Cristo.

Columnista
26 noviembre, 2021

Mensajes proféticos

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Valerio Mejía Araújo

Seguid el amor y procurad los dones espirituales, pero sobre todo que profeticéis”. 1 Corintios 14:1.  Hoy quiero referirme a un tema puntual de mucha actualidad en el medio del ejercicio ministerial de la Iglesia del Señor: el abuso de los mensajes proféticos. Si bien es cierto que la Escritura nos anima a profetizar, advierto […]


Seguid el amor y procurad los dones espirituales, pero sobre todo que profeticéis”. 1 Corintios 14:1. 

Hoy quiero referirme a un tema puntual de mucha actualidad en el medio del ejercicio ministerial de la Iglesia del Señor: el abuso de los mensajes proféticos. Si bien es cierto que la Escritura nos anima a profetizar, advierto con cierta preocupación la tendencia actual de un gran sector religiosos cristiano, sobre el uso y abuso del don profético.

Me pregunto si cuando se asiste a una comunidad cristiana donde las profecías constituyen parte del servicio público de adoración a Dios se debería esperar mensajes proféticos genéricos de parte de Dios, tales como: “Hijitos, los amo”; “vengo pronto, cuida lo que tienes”; “eres bendecido y especial para mí”. Estas expresiones, ciertamente son verdad, pero, ¿será necesario profetizar si la Biblia las afirma claramente? 

Más grave aún, cuando se usan las expresiones proféticas para anunciar viajes, confirmar negocios y establecer uniones matrimoniales o simplemente hacer mal uso de las expresiones proféticas convirtiéndolas en mecanismo de presión o manipulación a la congregación. 

La voz del profeta enchufado con Dios es fuego consumidor y martillo que quebranta la roca. Los mensajes proféticos deben cumplir ciertas condiciones, que incluyen a Dios como autor, al profeta como medio, y a la congregación como objeto. El que profetiza habla a los hombres para edificación, exhortación y consolación. Así, Dios se interesa más por la integridad de los miembros de la Iglesia que por el crecimiento numérico de ella. 

Considero que existen dos grandes pruebas que revelan el corazón del profeta como verdadero o aparente y si habla de parte de Dios o es de su propia cosecha con motivaciones diferentes. La primera prueba es el plagio. Es decir, tomar lo que Dios dice en su Palabra y usarlo como si fuera propio, en vez de darle el crédito y el reconocimiento a su verdadero autor. La segunda es la de declarar que lo que se dice viene directamente del Señor, cuando puede ser que venga del interés o del corazón del profeta. 

Creo en el ministerio profético y en el sacerdocio del creyente, sin embargo, considero que, si tengo una relación activa y dinámica con Dios, él habla a mi corazón de muchas maneras, especialmente, nos alienta y confirma su Palabra por medio del ejercicio de los dones del cuerpo de Cristo. El sentido de las expresiones proféticas será entonces confirmar aquello que ya Dios te ha mostrado o dicho en la intimidad de tu corazón.

Amados amigos lectores, tenemos la palabra profética más segura, a la cual hacemos bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro… Que Dios nos ayude a no despreciar las expresiones proféticas y a examinar todo para retener con firmeza aquello que es bueno.  Dios es bueno y quiere lo mejor para sus hijos, no perdamos la oportunidad de caminar en los propósitos de Dios para nosotros y nuestras familias. Un abrazo fraterno en Cristo.