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Columnista - 12 octubre, 2012

Más vale folclórico conocido

Por: Raúl Bermúdez Márquez El lunes anterior al domingo 7 de octubre en La Silla Vacía formuló a varios personajes de la vida pública colombiana la pregunta: Qué es más conveniente para Colombia, ¿Que gane Capriles o que gane Chávez? La mayoría de los encuestados se pronunciaba en favor de la primera opción, los argumentos […]

Por: Raúl Bermúdez Márquez

El lunes anterior al domingo 7 de octubre en La Silla Vacía formuló a varios personajes de la vida pública colombiana la pregunta: Qué es más conveniente para Colombia, ¿Que gane Capriles o que gane Chávez? La mayoría de los encuestados se pronunciaba en favor de la primera opción, los argumentos en contra de Chávez los resumía una de las entrevistadas de nombre Adriana Ruiz Restrepo que de manera taxativa decía: “Este (Chávez) mantiene odios de clase, ideologías trasnochadas, emociones enardecidas, no argumenta y vive en modo confrontacional; ese no es un buen vecinazgo así nos represente igual o mayor flujo de ingresos. Prefiero vecinos educados y viviendo en democracia que calcular la balanza comercial a costa de su atraso y desgracia”.
No sé de donde sacaría Adriana lo de la buena educación de Capriles porque en la entrevista que le hicieron los medios después de su derrota lo que evidenció fue un egocentrismo elevado a la quinta potencia: algunos acuciosos se aburrieron de registrar el número de “yo” que pronunció durante la rueda de prensa que convocó para reconocer el triunfo de Chávez. Y si mis maestros de primaria no me mintieron, urbanidad es “saber comportarse de modo correcto en cualquier ocasión para agradar a quienes nos rodean”. Y en verdad que es muy desagradable que de manera recurrente cualquier interlocutor insista cada instante en mostrarse como el modelo a emular.
Desde luego que lo de la buena educación es algo importantísimo, -a quienes alguna vez algún vecino nos ha trasnochado con los altos decibeles que emite su equipo de sonido en horas de la madrugada, podemos dar fe de ello-, pero… de allí a considerar que un acto de folclorismo del vecino es más grave que tener al lado a alguien que en cualquier momento saca las uñas y nos reta a una guerra fratricida entre los dos países no es muy razonable. Y lo afirmo con conocimiento de causa: la cadena Capriles, – del cual Henrique Capriles es un eximio representante-, es un conglomerado venezolano de medios de comunicación cuyo producto bandera es el diario “Ultimas Noticias” el mismo que atizó casi de manera incendiaria una confrontación bélica entre los dos países antes y después del 9 de agosto de 1987, cuando una corbeta de la Armada de Colombia bautizada como la “ARC Caldas” decidió ponerle contención a la incursión en el Golfo de Coquibacoa de embarcaciones venezolanas que entraban y salían como Pedro por su casa en aguas que por la cercanía con la península de la Guajira se consideran forman parte del mar territorial colombiano.

La xenofobia promovida contra los colombianos en Venezuela durante largo tiempo por esta cadena, también sigue fresca en la memoria. Si los colombianos, después de mucho rato, tenemos la posibilidad de entrar al vecino país con la simple presentación del pasaporte es porque el gobierno de Chávez lo posibilitó, en contra del querer de los círculos cercanos a esa casa política y empresarial. De manera que la apreciación de algunos sobre la conveniencia para Colombia de Capriles antes que Chávez tiene más ribetes emocionales que cualquier otra cosa.
Como bien lo apunta Napo de Armas en su columna de ayer, “Hoy, Iberoamérica es otra, gracias a Chávez; solo él, con mucha claridad sobre el futuro del hemisferio y con una abultada chequera, podía hacerlo; su autonomía económica lo blindaba contra cualquier chantaje”.  Que existen problemas graves de seguridad, de corrupción y de ausencia de renovación de liderazgos, nadie puede negarlo. Pero aquí en Colombia sobre esos mismos asuntos, como dice la sentencia bíblica, “¿quién tira la primera piedra?”.
Mi opinión al  respecto, está movida por un asunto de vital importancia en la coyuntura actual del país: el proceso de negociación política que se abrecon la insurgencia. En ese sentido, me parece muy centrado lo expresado por Iván Cepeda en el sondeo de opinión de la Silla Vacía: “Para la estabilidad e integración de la región y para la posibilidad de la paz en Colombia es más conveniente el triunfo de Chávez en Venezuela”.

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Columnista
12 octubre, 2012

Más vale folclórico conocido

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Raúl Bermúdez Márquez

Por: Raúl Bermúdez Márquez El lunes anterior al domingo 7 de octubre en La Silla Vacía formuló a varios personajes de la vida pública colombiana la pregunta: Qué es más conveniente para Colombia, ¿Que gane Capriles o que gane Chávez? La mayoría de los encuestados se pronunciaba en favor de la primera opción, los argumentos […]


Por: Raúl Bermúdez Márquez

El lunes anterior al domingo 7 de octubre en La Silla Vacía formuló a varios personajes de la vida pública colombiana la pregunta: Qué es más conveniente para Colombia, ¿Que gane Capriles o que gane Chávez? La mayoría de los encuestados se pronunciaba en favor de la primera opción, los argumentos en contra de Chávez los resumía una de las entrevistadas de nombre Adriana Ruiz Restrepo que de manera taxativa decía: “Este (Chávez) mantiene odios de clase, ideologías trasnochadas, emociones enardecidas, no argumenta y vive en modo confrontacional; ese no es un buen vecinazgo así nos represente igual o mayor flujo de ingresos. Prefiero vecinos educados y viviendo en democracia que calcular la balanza comercial a costa de su atraso y desgracia”.
No sé de donde sacaría Adriana lo de la buena educación de Capriles porque en la entrevista que le hicieron los medios después de su derrota lo que evidenció fue un egocentrismo elevado a la quinta potencia: algunos acuciosos se aburrieron de registrar el número de “yo” que pronunció durante la rueda de prensa que convocó para reconocer el triunfo de Chávez. Y si mis maestros de primaria no me mintieron, urbanidad es “saber comportarse de modo correcto en cualquier ocasión para agradar a quienes nos rodean”. Y en verdad que es muy desagradable que de manera recurrente cualquier interlocutor insista cada instante en mostrarse como el modelo a emular.
Desde luego que lo de la buena educación es algo importantísimo, -a quienes alguna vez algún vecino nos ha trasnochado con los altos decibeles que emite su equipo de sonido en horas de la madrugada, podemos dar fe de ello-, pero… de allí a considerar que un acto de folclorismo del vecino es más grave que tener al lado a alguien que en cualquier momento saca las uñas y nos reta a una guerra fratricida entre los dos países no es muy razonable. Y lo afirmo con conocimiento de causa: la cadena Capriles, – del cual Henrique Capriles es un eximio representante-, es un conglomerado venezolano de medios de comunicación cuyo producto bandera es el diario “Ultimas Noticias” el mismo que atizó casi de manera incendiaria una confrontación bélica entre los dos países antes y después del 9 de agosto de 1987, cuando una corbeta de la Armada de Colombia bautizada como la “ARC Caldas” decidió ponerle contención a la incursión en el Golfo de Coquibacoa de embarcaciones venezolanas que entraban y salían como Pedro por su casa en aguas que por la cercanía con la península de la Guajira se consideran forman parte del mar territorial colombiano.

La xenofobia promovida contra los colombianos en Venezuela durante largo tiempo por esta cadena, también sigue fresca en la memoria. Si los colombianos, después de mucho rato, tenemos la posibilidad de entrar al vecino país con la simple presentación del pasaporte es porque el gobierno de Chávez lo posibilitó, en contra del querer de los círculos cercanos a esa casa política y empresarial. De manera que la apreciación de algunos sobre la conveniencia para Colombia de Capriles antes que Chávez tiene más ribetes emocionales que cualquier otra cosa.
Como bien lo apunta Napo de Armas en su columna de ayer, “Hoy, Iberoamérica es otra, gracias a Chávez; solo él, con mucha claridad sobre el futuro del hemisferio y con una abultada chequera, podía hacerlo; su autonomía económica lo blindaba contra cualquier chantaje”.  Que existen problemas graves de seguridad, de corrupción y de ausencia de renovación de liderazgos, nadie puede negarlo. Pero aquí en Colombia sobre esos mismos asuntos, como dice la sentencia bíblica, “¿quién tira la primera piedra?”.
Mi opinión al  respecto, está movida por un asunto de vital importancia en la coyuntura actual del país: el proceso de negociación política que se abrecon la insurgencia. En ese sentido, me parece muy centrado lo expresado por Iván Cepeda en el sondeo de opinión de la Silla Vacía: “Para la estabilidad e integración de la región y para la posibilidad de la paz en Colombia es más conveniente el triunfo de Chávez en Venezuela”.

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