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Columnista - 15 julio, 2017

Más respeto por favor

Nada tan nefasto como creer a un pueblo ignorante y pretender enredarlo desde la palabra  y la charlatanería; tratar de confundir su capacidad de pensar, señalar  y asumir posturas críticas, eso no está bien, pues deja en el ambiente un desagradable sentir de menoscabo a la inteligencia del pueblo. Nada tan alejado de la realidad, […]

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Nada tan nefasto como creer a un pueblo ignorante y pretender enredarlo desde la palabra  y la charlatanería; tratar de confundir su capacidad de pensar, señalar  y asumir posturas críticas, eso no está bien, pues deja en el ambiente un desagradable sentir de menoscabo a la inteligencia del pueblo. Nada tan alejado de la realidad, pues a pesar que somos por estadísticas los más felices del mundo, aparentando que nada nos importa, que somos dicharacheros, mamadores de gallo, bebedores, poco circunspectos y folclóricos al actuar y hablar; también somos muy serios, al final y cuando se nos requiere muy ajustados a una realidad en la que nos toca asumir de manera responsable lo que vive nuestra ciudad, y el país en general. Entendiendo que mal de muchos no puede ser consuelo de tontos, el caso que nos convida a esta reflexión es llamar la atención de manera respetuosa al subcomandante del departamento de Policía Cesar,  coronel Mauricio Bonilla, con respecto al sonado caso de la bandera del Eln, o del Cúcuta Deportivo,  según el Coronel; que ondeaba en el monumento de la Sirena Vallenata a orillas del río Guatapurí. No podemos tapar el sol con un dedo, ni  esconder que Valledupar ha sido albergue de los diferentes polos de los grupos alzados en armas.

Por un lado las autodefensas que llevaron en su haber inferencia hacia el pueblo, de personajes como Jorge Tovar Pupo, ‘Jorge 40’ o del famoso 39, David Hernández, en donde las AUC dominaron el panorama social, político y económico de Valledupar; como también lo hizo en su momento la fuerza guerrillera, con un hijo vallenato, ‘Simón Trinidad’, Ricardo Palmera, prestante hijo de la sociedad nuestra; gerente bancario y docente de la Universidad Popular del Cesar, hoy preso en los Estados Unidos. ¿Qué diría para esa época el Coronel Bonilla?

Sabemos que atravesamos una época aciaga, de corrupción, de nefasta maldad, atracos, asesinatos; observamos malos ejemplos de manera permanente por parte de dignatarios y/o administradores locales. ¿O cómo le llamamos por ejemplo al caso del fiscal anticorrupción, Luis Moreno, que será extraditado por corrupción? Así es señores, por corrupción.  Increíble. Negar lo que nos sucede no ayuda en nada. Afrontar la realidad y asumir que nos equivocamos es más sano, eso nos pone en el camino de la verdad y nos impulsa a solucionar de manera positiva este caótico mal que nos agobia. Que haya gente interesada en torpedear la paz no es sano, respetable como debe ser respetable el sentir de quienes creen en un proceso que orienta su credibilidad hacia ese objetivo; que haya fobia intensa contra las personas que militan o simpatizan con las Farc es aberrante, y eso tampoco es sano. La cuestión aquí es que no solo debemos parecer inteligentes es menester demostrarlo y una manera sensata de lograrlo es actuar para poder cambiar y así hacerle ver a los que nos creen estúpidos, que de eso no tenemos un pelo. Hay que actuar y urgente, mientras tanto: más respeto por favor. Sólo Eso.

Por Eduardo Santos Ortega Vergara

 

Columnista
15 julio, 2017

Más respeto por favor

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Eduardo S. Ortega Vergara

Nada tan nefasto como creer a un pueblo ignorante y pretender enredarlo desde la palabra  y la charlatanería; tratar de confundir su capacidad de pensar, señalar  y asumir posturas críticas, eso no está bien, pues deja en el ambiente un desagradable sentir de menoscabo a la inteligencia del pueblo. Nada tan alejado de la realidad, […]


Nada tan nefasto como creer a un pueblo ignorante y pretender enredarlo desde la palabra  y la charlatanería; tratar de confundir su capacidad de pensar, señalar  y asumir posturas críticas, eso no está bien, pues deja en el ambiente un desagradable sentir de menoscabo a la inteligencia del pueblo. Nada tan alejado de la realidad, pues a pesar que somos por estadísticas los más felices del mundo, aparentando que nada nos importa, que somos dicharacheros, mamadores de gallo, bebedores, poco circunspectos y folclóricos al actuar y hablar; también somos muy serios, al final y cuando se nos requiere muy ajustados a una realidad en la que nos toca asumir de manera responsable lo que vive nuestra ciudad, y el país en general. Entendiendo que mal de muchos no puede ser consuelo de tontos, el caso que nos convida a esta reflexión es llamar la atención de manera respetuosa al subcomandante del departamento de Policía Cesar,  coronel Mauricio Bonilla, con respecto al sonado caso de la bandera del Eln, o del Cúcuta Deportivo,  según el Coronel; que ondeaba en el monumento de la Sirena Vallenata a orillas del río Guatapurí. No podemos tapar el sol con un dedo, ni  esconder que Valledupar ha sido albergue de los diferentes polos de los grupos alzados en armas.

Por un lado las autodefensas que llevaron en su haber inferencia hacia el pueblo, de personajes como Jorge Tovar Pupo, ‘Jorge 40’ o del famoso 39, David Hernández, en donde las AUC dominaron el panorama social, político y económico de Valledupar; como también lo hizo en su momento la fuerza guerrillera, con un hijo vallenato, ‘Simón Trinidad’, Ricardo Palmera, prestante hijo de la sociedad nuestra; gerente bancario y docente de la Universidad Popular del Cesar, hoy preso en los Estados Unidos. ¿Qué diría para esa época el Coronel Bonilla?

Sabemos que atravesamos una época aciaga, de corrupción, de nefasta maldad, atracos, asesinatos; observamos malos ejemplos de manera permanente por parte de dignatarios y/o administradores locales. ¿O cómo le llamamos por ejemplo al caso del fiscal anticorrupción, Luis Moreno, que será extraditado por corrupción? Así es señores, por corrupción.  Increíble. Negar lo que nos sucede no ayuda en nada. Afrontar la realidad y asumir que nos equivocamos es más sano, eso nos pone en el camino de la verdad y nos impulsa a solucionar de manera positiva este caótico mal que nos agobia. Que haya gente interesada en torpedear la paz no es sano, respetable como debe ser respetable el sentir de quienes creen en un proceso que orienta su credibilidad hacia ese objetivo; que haya fobia intensa contra las personas que militan o simpatizan con las Farc es aberrante, y eso tampoco es sano. La cuestión aquí es que no solo debemos parecer inteligentes es menester demostrarlo y una manera sensata de lograrlo es actuar para poder cambiar y así hacerle ver a los que nos creen estúpidos, que de eso no tenemos un pelo. Hay que actuar y urgente, mientras tanto: más respeto por favor. Sólo Eso.

Por Eduardo Santos Ortega Vergara