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Columnista - 20 mayo, 2010

Más que un deber moral

Por: José Félix Lafaurie Rivera Presidente ejecutivo de Fedegán Pese a los esfuerzos que el Señor Presidente de la República hizo –y de los que estamos muy agradecidos los ganaderos–, no puedo salir a decir que el TLC con la Unión Europea tuvo un cierre aceptable o que es bueno. No puedo respaldar este tratado […]

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Por: José Félix Lafaurie Rivera
Presidente ejecutivo de Fedegán

Pese a los esfuerzos que el Señor Presidente de la República hizo –y de los que estamos muy agradecidos los ganaderos–, no puedo salir a decir que el TLC con la Unión Europea tuvo un cierre aceptable o que es bueno. No puedo respaldar este tratado porque sería abandonar a su suerte a 400.000 pequeños productores de leche que quedarían en la ruina, incrementando la pobreza rural y generando inseguridad en muchas zonas del país. Hacerlo sería traicionar mi conciencia y mi responsabilidad histórica como dirigente gremial. Mi compromiso con los ganaderos y el país me obliga a señalar que dicho acuerdo generará más pobreza en el campo.
Cuando afirmo que el cierre fue improvidente, no lo digo por truncar el Acuerdo, sino porque tengo razones válidas. El Ministro de Comercio y su negociador, de manera irresponsable, violentaron las instrucciones que tenían de su colega, el Ministro de Agricultura, con respecto, de hasta dónde podían avanzar en el tema lácteo.
Este es un tratado que lleva 3 años, y que por supuesto, para que los negociadores pudieran hacer su tarea, tenían unos consensos básicos hacia el interior de cada una de las cadenas que se iban a negociar. De esta manera, quienes tenían la responsabilidad en las diferentes mesas, podían avanzar con sus homólogos hasta dónde cada uno tenía facultad. Así era en los temas sanitarios, agrícolas, industriales, de servicios o en los financieros. En el sector lácteo había un consenso de la cadena, refrendado o consensuado con el Gobierno, con el Ministerio de Agricultura, y además disponían de suficiente información documental. Pero eso no lo tuvieron en cuenta.
El Presidente y el Ministro de Agricultura, al igual que Fedegán, también fueron víctimas del mal cierre. No nos dieron la oportunidad de plantarnos, como si lo hicieron los países centroamericanos con la Unión Europea.
Los negociadores subastaron el sector lácteo al “mejor postor”, a cambio de la buena suerte en cueros, textiles, plásticos, azúcar, etanol, flores o banano, que de paso, me alegra que les vaya bien. No midieron las consecuencias del interés de la UE, que buscaba, con urgencia, “poner una pica en Flandes” en los mercados latinoamericanos, porque la crisis interna de su sector lácteo es insostenible. Los boicots de los lecheros, derivados de los cambios en la política agrícola europea, los altos costos de producción, los bajos precios al productor y las presiones para retirar más excedentes del mercado, apremiaban mostrar alguna gestión. Y, por supuesto, los negociadores locales del TLC pusieron en bandeja de plata el mercado, para que ellos liberen hoy o mañana, sus enormes stocks de leches, lactosueros y quesos.
El TLC con la UE no le dará opción al pequeño productor colombiano en otro tipo de producción, como el trigo, la cebada, las hortalizas, y por ello esto se va a convertir en un problema social, no sólo para el campo sino para las ciudades, porque no tendrán otra opción que buscar las urbes.
En todos los tratados que ha negociado el Ministro Plata, siempre ha salido afectado el sector ganadero. Colombia no va a colocar ni un litro de leche y ni una libra de carne en los TLC que se están negociando con Corea y Panamá.
Se le puede preguntar al Ministro acerca de qué mercados ha logrado conseguir para los 1.700 millones de litros más de leche que se han producido durante el Gobierno de Uribe gracias a la política se Seguridad Democrática, su respuesta no puede ser más que ninguno, en cambio, sí se puede decir que de los 2.800 millones de litros que procesa la industria, ya cedió mercado para más de 300 millones de litros al año, sin aranceles. Afortunadamente aún falta la opinión de nuestro parlamento.

Columnista
20 mayo, 2010

Más que un deber moral

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José Félix Lafaurie Rivera

Por: José Félix Lafaurie Rivera Presidente ejecutivo de Fedegán Pese a los esfuerzos que el Señor Presidente de la República hizo –y de los que estamos muy agradecidos los ganaderos–, no puedo salir a decir que el TLC con la Unión Europea tuvo un cierre aceptable o que es bueno. No puedo respaldar este tratado […]


Por: José Félix Lafaurie Rivera
Presidente ejecutivo de Fedegán

Pese a los esfuerzos que el Señor Presidente de la República hizo –y de los que estamos muy agradecidos los ganaderos–, no puedo salir a decir que el TLC con la Unión Europea tuvo un cierre aceptable o que es bueno. No puedo respaldar este tratado porque sería abandonar a su suerte a 400.000 pequeños productores de leche que quedarían en la ruina, incrementando la pobreza rural y generando inseguridad en muchas zonas del país. Hacerlo sería traicionar mi conciencia y mi responsabilidad histórica como dirigente gremial. Mi compromiso con los ganaderos y el país me obliga a señalar que dicho acuerdo generará más pobreza en el campo.
Cuando afirmo que el cierre fue improvidente, no lo digo por truncar el Acuerdo, sino porque tengo razones válidas. El Ministro de Comercio y su negociador, de manera irresponsable, violentaron las instrucciones que tenían de su colega, el Ministro de Agricultura, con respecto, de hasta dónde podían avanzar en el tema lácteo.
Este es un tratado que lleva 3 años, y que por supuesto, para que los negociadores pudieran hacer su tarea, tenían unos consensos básicos hacia el interior de cada una de las cadenas que se iban a negociar. De esta manera, quienes tenían la responsabilidad en las diferentes mesas, podían avanzar con sus homólogos hasta dónde cada uno tenía facultad. Así era en los temas sanitarios, agrícolas, industriales, de servicios o en los financieros. En el sector lácteo había un consenso de la cadena, refrendado o consensuado con el Gobierno, con el Ministerio de Agricultura, y además disponían de suficiente información documental. Pero eso no lo tuvieron en cuenta.
El Presidente y el Ministro de Agricultura, al igual que Fedegán, también fueron víctimas del mal cierre. No nos dieron la oportunidad de plantarnos, como si lo hicieron los países centroamericanos con la Unión Europea.
Los negociadores subastaron el sector lácteo al “mejor postor”, a cambio de la buena suerte en cueros, textiles, plásticos, azúcar, etanol, flores o banano, que de paso, me alegra que les vaya bien. No midieron las consecuencias del interés de la UE, que buscaba, con urgencia, “poner una pica en Flandes” en los mercados latinoamericanos, porque la crisis interna de su sector lácteo es insostenible. Los boicots de los lecheros, derivados de los cambios en la política agrícola europea, los altos costos de producción, los bajos precios al productor y las presiones para retirar más excedentes del mercado, apremiaban mostrar alguna gestión. Y, por supuesto, los negociadores locales del TLC pusieron en bandeja de plata el mercado, para que ellos liberen hoy o mañana, sus enormes stocks de leches, lactosueros y quesos.
El TLC con la UE no le dará opción al pequeño productor colombiano en otro tipo de producción, como el trigo, la cebada, las hortalizas, y por ello esto se va a convertir en un problema social, no sólo para el campo sino para las ciudades, porque no tendrán otra opción que buscar las urbes.
En todos los tratados que ha negociado el Ministro Plata, siempre ha salido afectado el sector ganadero. Colombia no va a colocar ni un litro de leche y ni una libra de carne en los TLC que se están negociando con Corea y Panamá.
Se le puede preguntar al Ministro acerca de qué mercados ha logrado conseguir para los 1.700 millones de litros más de leche que se han producido durante el Gobierno de Uribe gracias a la política se Seguridad Democrática, su respuesta no puede ser más que ninguno, en cambio, sí se puede decir que de los 2.800 millones de litros que procesa la industria, ya cedió mercado para más de 300 millones de litros al año, sin aranceles. Afortunadamente aún falta la opinión de nuestro parlamento.