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Editorial - 11 julio, 2024

Más poquitos y menos rurales

En el Día Mundial de la Población son muchos los aspectos por analizar tanto del ámbito internacional como de los entornos nuestros sobre las dinámicas poblacionales y cómo estas inciden en las nuevas formas de vida.

Boton Wpp

En el Día Mundial de la Población son muchos los aspectos por analizar tanto del ámbito internacional como de los entornos nuestros sobre las dinámicas poblacionales y cómo estas inciden en las nuevas formas de vida.

Hasta hace poco, se creía que solo en los países desarrollados las mujeres parían menos y por ende su población venía en notable disminución como en los casos de China y Japón. Pero no, ahora esa tendencia también se da en nuestros territorios, según los últimos informes que se conocen.

Estimaciones recientes de Naciones Unidas indican que en el mundo viven cerca de 7.700 millones de personas, de ellas, el 50,93 % son mujeres.

En Colombia los datos del Dane revelan que durante el año 2023 en este país nacieron menos bebés, pero esa disminución ya se había presentado en los años anteriores. “Los indicadores demográficos muestran que el país experimentó en 2022 la caída más pronunciada en el número de nacimientos de los últimos diez años, y esta tendencia a la baja persiste”, precisa la fuente.

En nuestro país, en el 2022 se registraron un total de 573.625 nacimientos, marcando un descenso significativo del 7 % en comparación con el año anterior, cuando se contabilizaron 616.914. Siguiendo la misma línea, en el 2023 se apreció un mayor ritmo de descenso anual que correspondió al 10,2 %, tendencia que se ha mantenido.

En cuanto al Cesar y La Guajira, el DANE informó que la reducción de la natalidad en el 2023 fue del 15, 7 % en comparación con el 2022. La cifra total de nacidos a nivel local en 2023 fue de aproximadamente 18.123. Faltaría esperar las cifras del presente año 2024.

Factores económicos, sociales y de salud pública son posibles influencias en esta tendencia a la baja, esto podría tener implicaciones a largo plazo para la estructura demográfica y económica del país; principalmente en el sistema pensional porque tendremos entonces sociedades envejecidas con todas sus implicaciones y menos jóvenes que puedan contribuir a esas pensiones. Es clara la tendencia a menos y más tardías muertes y menos nacimientos. Aquí y allá.

Además, la disminución en el número de nacimientos impacta negativamente en la tasa de reposición del mercado laboral. Más grave aún en las zonas rurales, donde cada vez hay menos gente, en especial menos jóvenes que quieran desarrollar labores del campo, siendo este la principal vocación productiva en departamentos como el Cesar, La Guajira y Magdalena.

Es notable el cambio en las aspiraciones personales de los jóvenes de nuestro territorio, quienes ahora solo ven en los centros urbanos las oportunidades de mejor vida. El campo se está quedando solo, afecta a las comunidades campesinas, a la agricultura, lo que incide en la economía local, pone en riesgo la seguridad alimentaria y la conservación de prácticas culturales y productivas. De hecho, el programa agrario de entrega de tierras en curso deberá considerar la variable de pocos jóvenes y personas desarraigadas del campo y su efecto sobre la sostenibilidad de los proyectos productivos y la persistencia de los productores.

Gran parte de ese desarraigo tiene su origen en la violencia, acentuada en el periodo 1995 – 2014.

Se deben, entonces, desarrollar políticas integrales que permita que en nuestras regiones haya más niños, con salubridad, apoyo afectivo y familiar y de educación, que los enamore al campo.

Editorial
11 julio, 2024

Más poquitos y menos rurales

En el Día Mundial de la Población son muchos los aspectos por analizar tanto del ámbito internacional como de los entornos nuestros sobre las dinámicas poblacionales y cómo estas inciden en las nuevas formas de vida.


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En el Día Mundial de la Población son muchos los aspectos por analizar tanto del ámbito internacional como de los entornos nuestros sobre las dinámicas poblacionales y cómo estas inciden en las nuevas formas de vida.

Hasta hace poco, se creía que solo en los países desarrollados las mujeres parían menos y por ende su población venía en notable disminución como en los casos de China y Japón. Pero no, ahora esa tendencia también se da en nuestros territorios, según los últimos informes que se conocen.

Estimaciones recientes de Naciones Unidas indican que en el mundo viven cerca de 7.700 millones de personas, de ellas, el 50,93 % son mujeres.

En Colombia los datos del Dane revelan que durante el año 2023 en este país nacieron menos bebés, pero esa disminución ya se había presentado en los años anteriores. “Los indicadores demográficos muestran que el país experimentó en 2022 la caída más pronunciada en el número de nacimientos de los últimos diez años, y esta tendencia a la baja persiste”, precisa la fuente.

En nuestro país, en el 2022 se registraron un total de 573.625 nacimientos, marcando un descenso significativo del 7 % en comparación con el año anterior, cuando se contabilizaron 616.914. Siguiendo la misma línea, en el 2023 se apreció un mayor ritmo de descenso anual que correspondió al 10,2 %, tendencia que se ha mantenido.

En cuanto al Cesar y La Guajira, el DANE informó que la reducción de la natalidad en el 2023 fue del 15, 7 % en comparación con el 2022. La cifra total de nacidos a nivel local en 2023 fue de aproximadamente 18.123. Faltaría esperar las cifras del presente año 2024.

Factores económicos, sociales y de salud pública son posibles influencias en esta tendencia a la baja, esto podría tener implicaciones a largo plazo para la estructura demográfica y económica del país; principalmente en el sistema pensional porque tendremos entonces sociedades envejecidas con todas sus implicaciones y menos jóvenes que puedan contribuir a esas pensiones. Es clara la tendencia a menos y más tardías muertes y menos nacimientos. Aquí y allá.

Además, la disminución en el número de nacimientos impacta negativamente en la tasa de reposición del mercado laboral. Más grave aún en las zonas rurales, donde cada vez hay menos gente, en especial menos jóvenes que quieran desarrollar labores del campo, siendo este la principal vocación productiva en departamentos como el Cesar, La Guajira y Magdalena.

Es notable el cambio en las aspiraciones personales de los jóvenes de nuestro territorio, quienes ahora solo ven en los centros urbanos las oportunidades de mejor vida. El campo se está quedando solo, afecta a las comunidades campesinas, a la agricultura, lo que incide en la economía local, pone en riesgo la seguridad alimentaria y la conservación de prácticas culturales y productivas. De hecho, el programa agrario de entrega de tierras en curso deberá considerar la variable de pocos jóvenes y personas desarraigadas del campo y su efecto sobre la sostenibilidad de los proyectos productivos y la persistencia de los productores.

Gran parte de ese desarraigo tiene su origen en la violencia, acentuada en el periodo 1995 – 2014.

Se deben, entonces, desarrollar políticas integrales que permita que en nuestras regiones haya más niños, con salubridad, apoyo afectivo y familiar y de educación, que los enamore al campo.