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Columnista - 20 abril, 2017

Más sobre la prematura muerte de El Gran Martín Elías

Ya el cadáver de El Gran Martín Elías yace en una tumba del cementerio Jardines del Ecce Homo de Valledupar, al lado del sarcófago donde están los remanentes del cuerpo de su padre, Diomedes Días Maestre, el cantautor de música vallenata que durante su vida artística atrajo multitudinaria fanaticada hasta ahora insuperable. Fenómeno del arte […]

Ya el cadáver de El Gran Martín Elías yace en una tumba del cementerio Jardines del Ecce Homo de Valledupar, al lado del sarcófago donde están los remanentes del cuerpo de su padre, Diomedes Días Maestre, el cantautor de música vallenata que durante su vida artística atrajo multitudinaria fanaticada hasta ahora insuperable. Fenómeno del arte musical que, universalmente, para repetirse, pasa un tiempo generalmente considerable.

Aunque el sepelio de El Gran Martín Elías fue apoteósico, no visto antes en Valledupar, increíble omitir que parte fue por la solidaridad con la grandiosidad de su progenitor, que apenas hace tres años y casi cuatro meses falleció. En modo alguno quiero demeritar el talento de El Gran Martín Elías, ya que soy uno de los tantos que creíamos lograría  superar a su padre, porque si bien siempre lo imitaba lo hacía con estilo propio, además era más respetuoso con su prójimo, valor que catapultaba su virtuosismo musical.

Lamentablemente, pareciera que se ha cumplido la sentencia del ‘Cacique de la Junta’: “Como Diomedes no hay otro, eso nunca nacería y si nace no se cría y si se cría se vuelve loco”. La verdad es que El Gran Martín Elías estaba creciendo musicalmente y ya tenía miles de admiradores por todas partes pero, desgraciadamente, adquirió la locura de  transitar a alta velocidad y esto precipitó su muerte que con asidua frecuencia presagiaba.

Sobre la muerte prematura de El Gran Martín Elías se han dicho muchas cosas, algunas ciertas otras necias. Entre estas últimas tenemos el ejemplo de la periodista y columnista del periódico El Tiempo, María Antonia García, quien trinó: “Qué falta de todo, llorando la muerte del hijo de un asesino. Colombia está en el séptimo círculo del infierno de los valores morales”. Ante la avalancha de reproches, tuvo la insolencia de ripostar: “Muchos colombianos -no todos- tienen una fascinación por los ladrones, asesinos y demás criminales de cuello blanco”.

¡Qué tristeza! No tanto por la deslenguada periodista, sino por El Tiempo que le dio cabida a una persona capaz de ignorar la diversidad cultural de nuestro país, pues la despedida que se le ofreció al Gran Martín Elías en Valledupar es innato de su folclor, muy diferente al del centro, del oriente, occidente y sur de Colombia. La idiosincrasia de las regiones hay que respetarlas. Espero que el repudio recibido de todos los colombianos por su abuso, le hayan desenquistado el resentimiento que le impide pensar mejor.

No hay que buscar culpables por la muerte prematura del Gran Martín Elías, menos en este momento doloroso, en el cual deberíamos solazarnos con su música, recordar su nobleza y humildad. Brindarles apoyo a sus hijos, esposa y demás familiares para que tengan la fortaleza con que enfrentar el sufrimiento que los embarga.

Es cierto que a las carreteras colombianas no les dan el adecuado mantenimiento a pesar del exceso de peajes muy costosos. El sistema de salud no garantiza la vida de nadie, los que estamos vivos se lo debemos a nuestras suertes no a la voluntad de las EPS. En fin, mejor no sigo porque los principales culpables de nuestras fatalidades son los políticos y muchos de ellos son alabados por los cantantes de música vallenata cada vez que graban un disco.

Por José Romero Churio

 

Columnista
20 abril, 2017

Más sobre la prematura muerte de El Gran Martín Elías

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José Romero Churio

Ya el cadáver de El Gran Martín Elías yace en una tumba del cementerio Jardines del Ecce Homo de Valledupar, al lado del sarcófago donde están los remanentes del cuerpo de su padre, Diomedes Días Maestre, el cantautor de música vallenata que durante su vida artística atrajo multitudinaria fanaticada hasta ahora insuperable. Fenómeno del arte […]


Ya el cadáver de El Gran Martín Elías yace en una tumba del cementerio Jardines del Ecce Homo de Valledupar, al lado del sarcófago donde están los remanentes del cuerpo de su padre, Diomedes Días Maestre, el cantautor de música vallenata que durante su vida artística atrajo multitudinaria fanaticada hasta ahora insuperable. Fenómeno del arte musical que, universalmente, para repetirse, pasa un tiempo generalmente considerable.

Aunque el sepelio de El Gran Martín Elías fue apoteósico, no visto antes en Valledupar, increíble omitir que parte fue por la solidaridad con la grandiosidad de su progenitor, que apenas hace tres años y casi cuatro meses falleció. En modo alguno quiero demeritar el talento de El Gran Martín Elías, ya que soy uno de los tantos que creíamos lograría  superar a su padre, porque si bien siempre lo imitaba lo hacía con estilo propio, además era más respetuoso con su prójimo, valor que catapultaba su virtuosismo musical.

Lamentablemente, pareciera que se ha cumplido la sentencia del ‘Cacique de la Junta’: “Como Diomedes no hay otro, eso nunca nacería y si nace no se cría y si se cría se vuelve loco”. La verdad es que El Gran Martín Elías estaba creciendo musicalmente y ya tenía miles de admiradores por todas partes pero, desgraciadamente, adquirió la locura de  transitar a alta velocidad y esto precipitó su muerte que con asidua frecuencia presagiaba.

Sobre la muerte prematura de El Gran Martín Elías se han dicho muchas cosas, algunas ciertas otras necias. Entre estas últimas tenemos el ejemplo de la periodista y columnista del periódico El Tiempo, María Antonia García, quien trinó: “Qué falta de todo, llorando la muerte del hijo de un asesino. Colombia está en el séptimo círculo del infierno de los valores morales”. Ante la avalancha de reproches, tuvo la insolencia de ripostar: “Muchos colombianos -no todos- tienen una fascinación por los ladrones, asesinos y demás criminales de cuello blanco”.

¡Qué tristeza! No tanto por la deslenguada periodista, sino por El Tiempo que le dio cabida a una persona capaz de ignorar la diversidad cultural de nuestro país, pues la despedida que se le ofreció al Gran Martín Elías en Valledupar es innato de su folclor, muy diferente al del centro, del oriente, occidente y sur de Colombia. La idiosincrasia de las regiones hay que respetarlas. Espero que el repudio recibido de todos los colombianos por su abuso, le hayan desenquistado el resentimiento que le impide pensar mejor.

No hay que buscar culpables por la muerte prematura del Gran Martín Elías, menos en este momento doloroso, en el cual deberíamos solazarnos con su música, recordar su nobleza y humildad. Brindarles apoyo a sus hijos, esposa y demás familiares para que tengan la fortaleza con que enfrentar el sufrimiento que los embarga.

Es cierto que a las carreteras colombianas no les dan el adecuado mantenimiento a pesar del exceso de peajes muy costosos. El sistema de salud no garantiza la vida de nadie, los que estamos vivos se lo debemos a nuestras suertes no a la voluntad de las EPS. En fin, mejor no sigo porque los principales culpables de nuestras fatalidades son los políticos y muchos de ellos son alabados por los cantantes de música vallenata cada vez que graban un disco.

Por José Romero Churio