Existe en Colombia y en otros países tercermundistas una posición de desventaja en la familia y en la sociedad, que convierte a la mujer en blanco de violencia; esto como producto de una visión arcaica y obsoleta, que promueve una cultura sexista o androcéntrica: es decir, un modelo masculino que subordina y discrimina a la […]
Existe en Colombia y en otros países tercermundistas una posición de desventaja en la familia y en la sociedad, que convierte a la mujer en blanco de violencia; esto como producto de una visión arcaica y obsoleta, que promueve una cultura sexista o androcéntrica: es decir, un modelo masculino que subordina y discrimina a la mujer. Es el panorama político actual que se observa dentro de la cosmovisión de lo femenino.
Los hechos referenciados en éste contexto predisponen la identidad del varón como la fuerza del mandato del héroe; mientras que la mujer como la cuidadora, la gran heroína. Por fortuna se encuentra en el panorama jurídico la ley 1413 que regula la inclusión, contribución de la mujer al desarrollo económico y social del país. Para destacar de ellas su experiencia, fuerza intelectual, paciencia y carácter. En esta contextualización, se puede afirmar que la mujer vista dentro de un estilo político controversial, donde el machismo y discriminación hacen parte de la vida cotidiana y en la cual se aprecia la subordinación a cargos laborales de responsabilidad, donde es vista más que real, como un símbolo, resultando marginada en la estructura pública del Estado. Encontramos la ley 581, ley de cuotas que reglamenta la adecuada y efectiva participación en los niveles decisorios de cargos públicos, mínimo el 30% de ellos; la cual no se está cumpliendo. Para las mujeres debe haber un equilibrio de interacciones, efectiva participación en lo público, privado y en las instancias de decisión de la sociedad civil, art. 40 de la Carta Magna.
Una ex – reina de belleza, amiga, lectora de mis columnas, sobre el tema me refirió: “el reinado me abrió puertas por cierto tiempo, ya me han relegado”. Y eso que es profesional; también me decía: “Jairo, todavía puedo aportar, no como modelo, sino desde mi profesión”. A la coronada le llamaré Xiomara, le diré: tienes razón, estoy de acuerdo contigo. La mujer de hoy está demostrando en el contexto social ser más eficiente y responsable que el hombre; posee talento, conocimiento, habilidad, sensibilidad y honestidad para poder administrar los destinos de la nación. Quién dijo que ellas tienen miedo, tienen metas que cumplir, desean destacarse. Prevalece en Colombia el concepto equivocado que el hombre debe ser el jefe del hogar y la mujer subordinada; esta apreciación injusta, anacrónica y desequilibrada es propia de una cultura machista que hay que desarraigar desde ya, a través de una responsabilidad básica ciudadana. Estas son decisiones que desbordan la atribución de privilegios que poseen las mujeres: el respeto a ellas debe priorizarse a través de una estrategia de atención que involucre el apalancamiento y articulación social, la prestación de servicios educativos, salud y otros factores que garanticen la calidad de vida.
Basta ya, ver a la mujer como la representante del sexo débil; ella, es la protagonista principal de la vida en sociedad la mujer de hoy, está preparada a la par del hombre en materia académica, física y emocional, para ocupar cargos de capital trascendencia; de ahí que indiscutiblemente, las observemos en su rol como vice-presidenta, gobernadoras, alcaldesas, diputadas, concejalas, magistradas, juezas. En síntesis, como dijo el escritor Víctor Hugo: “El hombre es fuerte por la razón, la mujer es invencible por las lágrimas; el hombre con su razón convence, la mujer con sus lágrimas conmueve”.
Por: Jairo Franco Salas
Existe en Colombia y en otros países tercermundistas una posición de desventaja en la familia y en la sociedad, que convierte a la mujer en blanco de violencia; esto como producto de una visión arcaica y obsoleta, que promueve una cultura sexista o androcéntrica: es decir, un modelo masculino que subordina y discrimina a la […]
Existe en Colombia y en otros países tercermundistas una posición de desventaja en la familia y en la sociedad, que convierte a la mujer en blanco de violencia; esto como producto de una visión arcaica y obsoleta, que promueve una cultura sexista o androcéntrica: es decir, un modelo masculino que subordina y discrimina a la mujer. Es el panorama político actual que se observa dentro de la cosmovisión de lo femenino.
Los hechos referenciados en éste contexto predisponen la identidad del varón como la fuerza del mandato del héroe; mientras que la mujer como la cuidadora, la gran heroína. Por fortuna se encuentra en el panorama jurídico la ley 1413 que regula la inclusión, contribución de la mujer al desarrollo económico y social del país. Para destacar de ellas su experiencia, fuerza intelectual, paciencia y carácter. En esta contextualización, se puede afirmar que la mujer vista dentro de un estilo político controversial, donde el machismo y discriminación hacen parte de la vida cotidiana y en la cual se aprecia la subordinación a cargos laborales de responsabilidad, donde es vista más que real, como un símbolo, resultando marginada en la estructura pública del Estado. Encontramos la ley 581, ley de cuotas que reglamenta la adecuada y efectiva participación en los niveles decisorios de cargos públicos, mínimo el 30% de ellos; la cual no se está cumpliendo. Para las mujeres debe haber un equilibrio de interacciones, efectiva participación en lo público, privado y en las instancias de decisión de la sociedad civil, art. 40 de la Carta Magna.
Una ex – reina de belleza, amiga, lectora de mis columnas, sobre el tema me refirió: “el reinado me abrió puertas por cierto tiempo, ya me han relegado”. Y eso que es profesional; también me decía: “Jairo, todavía puedo aportar, no como modelo, sino desde mi profesión”. A la coronada le llamaré Xiomara, le diré: tienes razón, estoy de acuerdo contigo. La mujer de hoy está demostrando en el contexto social ser más eficiente y responsable que el hombre; posee talento, conocimiento, habilidad, sensibilidad y honestidad para poder administrar los destinos de la nación. Quién dijo que ellas tienen miedo, tienen metas que cumplir, desean destacarse. Prevalece en Colombia el concepto equivocado que el hombre debe ser el jefe del hogar y la mujer subordinada; esta apreciación injusta, anacrónica y desequilibrada es propia de una cultura machista que hay que desarraigar desde ya, a través de una responsabilidad básica ciudadana. Estas son decisiones que desbordan la atribución de privilegios que poseen las mujeres: el respeto a ellas debe priorizarse a través de una estrategia de atención que involucre el apalancamiento y articulación social, la prestación de servicios educativos, salud y otros factores que garanticen la calidad de vida.
Basta ya, ver a la mujer como la representante del sexo débil; ella, es la protagonista principal de la vida en sociedad la mujer de hoy, está preparada a la par del hombre en materia académica, física y emocional, para ocupar cargos de capital trascendencia; de ahí que indiscutiblemente, las observemos en su rol como vice-presidenta, gobernadoras, alcaldesas, diputadas, concejalas, magistradas, juezas. En síntesis, como dijo el escritor Víctor Hugo: “El hombre es fuerte por la razón, la mujer es invencible por las lágrimas; el hombre con su razón convence, la mujer con sus lágrimas conmueve”.
Por: Jairo Franco Salas