Lo que si no es aceptable es que a nombre de esa reivindicación se pretenda vía leyes o presión social aceptar conductas, actos e imposiciones que sobrepasan la línea de la tolerancia y la moral.
Creo que nadie se opondría a que esas comunidades que en el pasado estuvieron marginadas y sometidas al oscurantismo social por posturas ultra conservadoras que generaban una exclusión y una condena social por su condición o por su raza, tanto homosexuales, lesbianas, indígenas, negros y en una categoría especial, mujeres, hoy gocen de plenas libertades y leyes que los proteja; en mi caso celebro de sobremanera todo lo que se haga para que no solo se respete, sino que se les siga incluyendo socialmente puesto que mantienen su condición de seres humanos sujetos de derechos con plena libertad de expresarse.
Ahora bien, lo que si no es aceptable es que a nombre de esa reivindicación se pretenda vía leyes o presión social aceptar conductas, actos e imposiciones que sobrepasan la línea de la tolerancia y la moral, y se insista por otra vía alterar la genética y la naturaleza humana así como la destrucción de los valores que nos heredaron nuestros antepasados y sobre la cual se ha cimentado lo que hoy tenemos como estructura central, la familia como epicentro y como núcleo principal, más allá de las discusiones si esta se componen de X o Y, o los nombres que le han dado a cualquier otra conformación abriendo una siniestra puerta donde en nombre de la adopción asistimos a noticias de aberraciones cometidas contra niños que han sido entregados a parejas homosexuales, aclaro no son la mayoría pero hay una preocupante alza en el número de casos.
En primera medida, debemos mencionar que lo que empezó como un movimiento de “liberación femenina” por allá en 1848 en Nueva York y sucedida por lo que llamaron los autores las “cinco olas del feminismo”, tuvieron su auge en los años sesenta en la llamada “segunda ola” con la introducción de la pastilla anticonceptiva.
Sin embargo, ya había habido otros triunfos como el derecho al voto, acceder a empleos remunerados, cursar carreras que eran reservadas solo para los hombres, hasta llegar a un goce de derechos plenos en la actualidad, es decir podríamos decir sin temor a equivocarnos que las mujeres han conquistado espacios que en el pasado hubiese sido impensable que los tuviesen.
Pero lamentablemente y como siempre ocurre, detrás de una buena intención siempre hay actores ocultos que aprovechan cualquier espacio para introducir una agenda con oscuros objetivos de destrucción de la familia y los valores, en este caso denominado “feminismo extremo” o “feminazis” que consiste básicamente en una ideología que busca generar un odio de la mujer hacia los hombres llegando a puntos de extremo rechazo en donde se les está vendiendo a las adolescentes incluso niñas bajo la mal llamada “autopercepción” que nacieron en cuerpos equivocados y bajo esta perversa premisa hoy tenemos a menores sometiéndose a dolorosas mutilaciones de sus genitales para cambiar supuestamente su género, amén de la explosión desbordada en todo el mundo de cirugías en adultos para transformarse en mujeres.
Por el lado de los movimientos LGBTIQ+, cada vez que nos descuidamos se le agrega una letra nueva a la sigla y termina acogiendo, insisto bajo la buena fe, a una serie de perversiones y desviaciones de personalidad de cada vez más jóvenes que auspiciados por una moda, una enorme presión social y como ya lo dijimos apalancados en una agenda global que gasta miles de millones de dólares en promover este tipo de ideologías que están introduciéndose con mayor fuerza en las sociedad y en todas las esferas, artistas, deportistas, actores, políticos, el clero y con especial énfasis en políticos y altos funcionarios de estados desde donde impulsan esta agenda; hoy primeros ministros, ministros, legisladores entre otros se declaran abiertamente miembros de estas comunidades.
Su mayor logro ha sido vender a la humanidad la idea que cualquier crítica que se haga a este tipo de agendas perversas como las que ya mencioné es misoginia, machismo, racismo incluso muchos países están aprobando leyes que castigan severamente quien exprese algo en contra de estos movimientos; sin embargo y para que sirva de claridad, no me opongo a que se les otorgue y se les respete sus derechos a esas minorías, mi protesta es contra la perversión, la destrucción de la inocencia y la pretensión de quebrar por la fuerza lo que el creador y la naturaleza han diseñado con tanta perfección. Alguien tenía que decirlo.
Por Eloy Gutiérrez Anaya
Lo que si no es aceptable es que a nombre de esa reivindicación se pretenda vía leyes o presión social aceptar conductas, actos e imposiciones que sobrepasan la línea de la tolerancia y la moral.
Creo que nadie se opondría a que esas comunidades que en el pasado estuvieron marginadas y sometidas al oscurantismo social por posturas ultra conservadoras que generaban una exclusión y una condena social por su condición o por su raza, tanto homosexuales, lesbianas, indígenas, negros y en una categoría especial, mujeres, hoy gocen de plenas libertades y leyes que los proteja; en mi caso celebro de sobremanera todo lo que se haga para que no solo se respete, sino que se les siga incluyendo socialmente puesto que mantienen su condición de seres humanos sujetos de derechos con plena libertad de expresarse.
Ahora bien, lo que si no es aceptable es que a nombre de esa reivindicación se pretenda vía leyes o presión social aceptar conductas, actos e imposiciones que sobrepasan la línea de la tolerancia y la moral, y se insista por otra vía alterar la genética y la naturaleza humana así como la destrucción de los valores que nos heredaron nuestros antepasados y sobre la cual se ha cimentado lo que hoy tenemos como estructura central, la familia como epicentro y como núcleo principal, más allá de las discusiones si esta se componen de X o Y, o los nombres que le han dado a cualquier otra conformación abriendo una siniestra puerta donde en nombre de la adopción asistimos a noticias de aberraciones cometidas contra niños que han sido entregados a parejas homosexuales, aclaro no son la mayoría pero hay una preocupante alza en el número de casos.
En primera medida, debemos mencionar que lo que empezó como un movimiento de “liberación femenina” por allá en 1848 en Nueva York y sucedida por lo que llamaron los autores las “cinco olas del feminismo”, tuvieron su auge en los años sesenta en la llamada “segunda ola” con la introducción de la pastilla anticonceptiva.
Sin embargo, ya había habido otros triunfos como el derecho al voto, acceder a empleos remunerados, cursar carreras que eran reservadas solo para los hombres, hasta llegar a un goce de derechos plenos en la actualidad, es decir podríamos decir sin temor a equivocarnos que las mujeres han conquistado espacios que en el pasado hubiese sido impensable que los tuviesen.
Pero lamentablemente y como siempre ocurre, detrás de una buena intención siempre hay actores ocultos que aprovechan cualquier espacio para introducir una agenda con oscuros objetivos de destrucción de la familia y los valores, en este caso denominado “feminismo extremo” o “feminazis” que consiste básicamente en una ideología que busca generar un odio de la mujer hacia los hombres llegando a puntos de extremo rechazo en donde se les está vendiendo a las adolescentes incluso niñas bajo la mal llamada “autopercepción” que nacieron en cuerpos equivocados y bajo esta perversa premisa hoy tenemos a menores sometiéndose a dolorosas mutilaciones de sus genitales para cambiar supuestamente su género, amén de la explosión desbordada en todo el mundo de cirugías en adultos para transformarse en mujeres.
Por el lado de los movimientos LGBTIQ+, cada vez que nos descuidamos se le agrega una letra nueva a la sigla y termina acogiendo, insisto bajo la buena fe, a una serie de perversiones y desviaciones de personalidad de cada vez más jóvenes que auspiciados por una moda, una enorme presión social y como ya lo dijimos apalancados en una agenda global que gasta miles de millones de dólares en promover este tipo de ideologías que están introduciéndose con mayor fuerza en las sociedad y en todas las esferas, artistas, deportistas, actores, políticos, el clero y con especial énfasis en políticos y altos funcionarios de estados desde donde impulsan esta agenda; hoy primeros ministros, ministros, legisladores entre otros se declaran abiertamente miembros de estas comunidades.
Su mayor logro ha sido vender a la humanidad la idea que cualquier crítica que se haga a este tipo de agendas perversas como las que ya mencioné es misoginia, machismo, racismo incluso muchos países están aprobando leyes que castigan severamente quien exprese algo en contra de estos movimientos; sin embargo y para que sirva de claridad, no me opongo a que se les otorgue y se les respete sus derechos a esas minorías, mi protesta es contra la perversión, la destrucción de la inocencia y la pretensión de quebrar por la fuerza lo que el creador y la naturaleza han diseñado con tanta perfección. Alguien tenía que decirlo.
Por Eloy Gutiérrez Anaya