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Judicial - 22 septiembre, 2013

María, la ‘amiga secreta’ que se fue para siempre

La noche anterior al asesinato de María Rosa Hernández, siete amigos del sector Nueve de Marzo pretendían encontrarse con ella para entregar sus regalos de Amor y Amistad, pero eso nunca ocurrió porque a ella la asesinaron.

Los amigos de María Rosa Hernández, resaltaron que fue una mujer trabajadora que nunca tuvo problemas con nadie en el lugar, como tampoco en los lugares en donde trabajó.
Fotos Joaquín Ramírez
Los amigos de María Rosa Hernández, resaltaron que fue una mujer trabajadora que nunca tuvo problemas con nadie en el lugar, como tampoco en los lugares en donde trabajó. Fotos Joaquín Ramírez

A María Rosa Hernández de 18 años le pagaron dos tiros que le causaron la muerte, al parecer a las 5 de la mañana del domingo 15 de septiembre, luego de bailar toda la noche en una fiesta al lado del billar que ella frecuentaba en el sector de Nueve de Marzo, margen derecha del río Guatapurí.

Sus amigos desde la niñez en ese sector marginado de Valledupar, aseguran que sobre “María la del barrio” nadie puede dar malas referencias, y efectivamente así sucede en las 4 manzanas de ranchos alrededor de su calle, en donde su cuerpo fue encontrado.

“Ella contestaba a todo con sonrisas, para bien o para mal ella siempre era la misma y no se metía con nadie”, dijeron en la tienda de la esquina. “Ella ayudó a su papá Enrique a levantar el rancho de tablas en donde él vive”, dijeron al lado de la casa.

De la esquina de donde al parecer salió María Rosa, hasta el lugar en donde su cuerpo fue hallado con dos disparos, hay alrededor de 100 metros concentrados en tres cuadras largas del Nueve de Marzo; ese fue el recorrido que al parecer hizo en vida, pues no se ha establecido aunque haya sido acribillada en el lugar en donde fue encontrada.

“Era una mujer trabajadora y su único pecado era beber alcohol”, dijo una vecina que vive al frente de donde su cuerpo fue hallado sin vida.

Esa mañana del 22 de septiembre, una mujer salió a barrer su patio cuando por las tablas que separan su rancho de la calle, vio el cuerpo de la joven mujer, tirado boca arriba en medio de su sangre. La conoció de inmediato porque a María Rosa la vieron crecer por esas calles de invasión.

La noche de los regalos

“María la del barrio” como la llamaban algunos,  y seis amigos más se habían reunido la noche del sábado 14 de septiembre y en una bolsa metieron papeles con los nombres de todos.

Era una lista al azar con un objetivo principal: saber a quién tenían que dar un regalo, mínimo de 3 mil pesos,  la noche de amor y amistad.

LUGAR-CUERPO-SIN-VIDA

“Íbamos a fiestas juntos, y que yo recuerde ella nunca peleó con nadie. Siete amigos estábamos jugando al Amor y la Amistad, y esa noche entre cuatro o cinco,  íbamos a entregar los regalos, pero faltaba un amigo, entonces ella aprovechó y se fue con dos muchachos que vinieron a buscarla”, dijo Rosa Chinchilla, amiga de María.

Rosa, Johana, Oscar Iván, Cristian, Luz, Cristian y María Rosa, eran los nombres de la bolsa; iban a regalarse chocolates, blusas, sandalias, afiches, calcomanías, entre otras cosas que el mismo día que iniciaron el juego ya se sabían. Todos “sapearon” los nombres y los regalos que darían, solo por amor y amistad.

Cristian tenía que darle regalo a María Rosa, pero nunca pudo aunque 18 horas antes del crimen, tuvo la tentación de hacerlo cuando la vio por última vez. “Yo justamente venía con el regalo de ella, y cuando la encontré me dijo que la llevara al colegio donde estudiaba, yo le dije que sí y que de paso iba a comprarle su regalo, la llevé al colegio Rafael Núñez”, dijo, Cristian Cepeda.

Cristian le dio la caja de corazones de chocolate a Luz, porque ya quien le había tocado en el juego no estaba. Su amiga secreta se había marchado para siempre. 

En la esquina opuesta a donde hallaron sin vida a María Rosa, queda la tienda en donde estuvo la noche anterior esperando que todos los siete amigos se reunieran para la entrega de regalos. “Pensé en chocolates, una cajita de chocolates para ella, y ella sabía porque todos habíamos roto el secreto. El regalo me costó 5 mil 200 pesos”, agregó Cristian.

Le dijeron que no se fuera

María Rosa Hernández de 18 años, vendedora de jugos en la Galería Popular y otros sectores como la calle 17 con carrera 9, había tenido una infancia llena de necesidades hasta el punto de vivir en las calles y dedicarse al reciclaje cuando su padre natural, un zapatero del centro a quien llamaban “Barranquilla”, murió. Desde entonces ella, su madre y sus hermanos pasaron los momentos más difíciles hasta retornar al Nueve de Marzo. 

Desde hace más de cinco años Enrique Hernández, se dedicó a su crianza y protección, y el resultado fue una mujer trabajadora según aseguran todos los vecinos y conocidos. El único detalle que no le favorecía era el gusto por la bebida alcohólica y las fiestas ocasionales.

“Mi hermana, a quien ella tenía que darle regalo, le dijo que no se fuera, que se quedara esa noche a esperar que todos estuvieran reunidos. Yo fui a buscarla a ver si la encontraba, porque ella no aparecía.

Si María Rosa no llegaba, Cristian dijo que le daría el regalo a mi hermana, entonces fuimos a buscarla al billar pero tampoco estaba ahí. A las cinco de la mañana me tocaron la puerta para decirme que estaba tirada a una cuadra”, dijo Rosa.

Cristian le dio la caja de corazones de chocolate a Luz, porque ya quien le había tocado en el juego no estaba. Eso fue luego del entierro de María Rosa en un cementerio de Valledupar.

Hay temor, no hay garantías 

A María se la llevaron la noche de amor y amistad a bailar a una “miniteca”, dos jóvenes del sector, en donde al parecer bailó hasta pasadas las cuatro de la mañana, según dijo David Vargas, quien estuvo toda la noche en la fiesta encargado de una labor comercial en el lugar.

“El día ese, organizaron la fiesta de amor y amistad al lado del billar, yo llegué a las 9:00 de la noche y ella llegó con dos manes, uno conocido y el otro recién llegado. 

Uno de ellos se fue y la dejó en compañía del otro. Cuando eran las cuatro y yo dije que no iba a vender más, ella aún estaba ahí, salí y cuando regresé ella ya no estaba ahí.

Eran las 4:30 a.m., la última vez que la vi estaba bailando, cuando llegué a mi casa, cerca de aquí escuche dos tiros, eran como las 4:50 o 5 de la mañana”.

Muchos en el barrio escucharon los disparos, y al parecer saben quién cometió el crimen pero nadie se atreve a mencionar nombres o referencias por temor.

El caso del asesinato a María Rosa Hernández está en manos del CTI de la Fiscalía, quien continua en las investigaciones para esclarecer los hechos, según dijo el Mayor Diego Mora, Comandante de la Estación Valledupar.

Por Andrés Llamas Nova 
[email protected]

 

Judicial
22 septiembre, 2013

María, la ‘amiga secreta’ que se fue para siempre

La noche anterior al asesinato de María Rosa Hernández, siete amigos del sector Nueve de Marzo pretendían encontrarse con ella para entregar sus regalos de Amor y Amistad, pero eso nunca ocurrió porque a ella la asesinaron.


Los amigos de María Rosa Hernández, resaltaron que fue una mujer trabajadora que nunca tuvo problemas con nadie en el lugar, como tampoco en los lugares en donde trabajó.
Fotos Joaquín Ramírez
Los amigos de María Rosa Hernández, resaltaron que fue una mujer trabajadora que nunca tuvo problemas con nadie en el lugar, como tampoco en los lugares en donde trabajó. Fotos Joaquín Ramírez

A María Rosa Hernández de 18 años le pagaron dos tiros que le causaron la muerte, al parecer a las 5 de la mañana del domingo 15 de septiembre, luego de bailar toda la noche en una fiesta al lado del billar que ella frecuentaba en el sector de Nueve de Marzo, margen derecha del río Guatapurí.

Sus amigos desde la niñez en ese sector marginado de Valledupar, aseguran que sobre “María la del barrio” nadie puede dar malas referencias, y efectivamente así sucede en las 4 manzanas de ranchos alrededor de su calle, en donde su cuerpo fue encontrado.

“Ella contestaba a todo con sonrisas, para bien o para mal ella siempre era la misma y no se metía con nadie”, dijeron en la tienda de la esquina. “Ella ayudó a su papá Enrique a levantar el rancho de tablas en donde él vive”, dijeron al lado de la casa.

De la esquina de donde al parecer salió María Rosa, hasta el lugar en donde su cuerpo fue hallado con dos disparos, hay alrededor de 100 metros concentrados en tres cuadras largas del Nueve de Marzo; ese fue el recorrido que al parecer hizo en vida, pues no se ha establecido aunque haya sido acribillada en el lugar en donde fue encontrada.

“Era una mujer trabajadora y su único pecado era beber alcohol”, dijo una vecina que vive al frente de donde su cuerpo fue hallado sin vida.

Esa mañana del 22 de septiembre, una mujer salió a barrer su patio cuando por las tablas que separan su rancho de la calle, vio el cuerpo de la joven mujer, tirado boca arriba en medio de su sangre. La conoció de inmediato porque a María Rosa la vieron crecer por esas calles de invasión.

La noche de los regalos

“María la del barrio” como la llamaban algunos,  y seis amigos más se habían reunido la noche del sábado 14 de septiembre y en una bolsa metieron papeles con los nombres de todos.

Era una lista al azar con un objetivo principal: saber a quién tenían que dar un regalo, mínimo de 3 mil pesos,  la noche de amor y amistad.

LUGAR-CUERPO-SIN-VIDA

“Íbamos a fiestas juntos, y que yo recuerde ella nunca peleó con nadie. Siete amigos estábamos jugando al Amor y la Amistad, y esa noche entre cuatro o cinco,  íbamos a entregar los regalos, pero faltaba un amigo, entonces ella aprovechó y se fue con dos muchachos que vinieron a buscarla”, dijo Rosa Chinchilla, amiga de María.

Rosa, Johana, Oscar Iván, Cristian, Luz, Cristian y María Rosa, eran los nombres de la bolsa; iban a regalarse chocolates, blusas, sandalias, afiches, calcomanías, entre otras cosas que el mismo día que iniciaron el juego ya se sabían. Todos “sapearon” los nombres y los regalos que darían, solo por amor y amistad.

Cristian tenía que darle regalo a María Rosa, pero nunca pudo aunque 18 horas antes del crimen, tuvo la tentación de hacerlo cuando la vio por última vez. “Yo justamente venía con el regalo de ella, y cuando la encontré me dijo que la llevara al colegio donde estudiaba, yo le dije que sí y que de paso iba a comprarle su regalo, la llevé al colegio Rafael Núñez”, dijo, Cristian Cepeda.

Cristian le dio la caja de corazones de chocolate a Luz, porque ya quien le había tocado en el juego no estaba. Su amiga secreta se había marchado para siempre. 

En la esquina opuesta a donde hallaron sin vida a María Rosa, queda la tienda en donde estuvo la noche anterior esperando que todos los siete amigos se reunieran para la entrega de regalos. “Pensé en chocolates, una cajita de chocolates para ella, y ella sabía porque todos habíamos roto el secreto. El regalo me costó 5 mil 200 pesos”, agregó Cristian.

Le dijeron que no se fuera

María Rosa Hernández de 18 años, vendedora de jugos en la Galería Popular y otros sectores como la calle 17 con carrera 9, había tenido una infancia llena de necesidades hasta el punto de vivir en las calles y dedicarse al reciclaje cuando su padre natural, un zapatero del centro a quien llamaban “Barranquilla”, murió. Desde entonces ella, su madre y sus hermanos pasaron los momentos más difíciles hasta retornar al Nueve de Marzo. 

Desde hace más de cinco años Enrique Hernández, se dedicó a su crianza y protección, y el resultado fue una mujer trabajadora según aseguran todos los vecinos y conocidos. El único detalle que no le favorecía era el gusto por la bebida alcohólica y las fiestas ocasionales.

“Mi hermana, a quien ella tenía que darle regalo, le dijo que no se fuera, que se quedara esa noche a esperar que todos estuvieran reunidos. Yo fui a buscarla a ver si la encontraba, porque ella no aparecía.

Si María Rosa no llegaba, Cristian dijo que le daría el regalo a mi hermana, entonces fuimos a buscarla al billar pero tampoco estaba ahí. A las cinco de la mañana me tocaron la puerta para decirme que estaba tirada a una cuadra”, dijo Rosa.

Cristian le dio la caja de corazones de chocolate a Luz, porque ya quien le había tocado en el juego no estaba. Eso fue luego del entierro de María Rosa en un cementerio de Valledupar.

Hay temor, no hay garantías 

A María se la llevaron la noche de amor y amistad a bailar a una “miniteca”, dos jóvenes del sector, en donde al parecer bailó hasta pasadas las cuatro de la mañana, según dijo David Vargas, quien estuvo toda la noche en la fiesta encargado de una labor comercial en el lugar.

“El día ese, organizaron la fiesta de amor y amistad al lado del billar, yo llegué a las 9:00 de la noche y ella llegó con dos manes, uno conocido y el otro recién llegado. 

Uno de ellos se fue y la dejó en compañía del otro. Cuando eran las cuatro y yo dije que no iba a vender más, ella aún estaba ahí, salí y cuando regresé ella ya no estaba ahí.

Eran las 4:30 a.m., la última vez que la vi estaba bailando, cuando llegué a mi casa, cerca de aquí escuche dos tiros, eran como las 4:50 o 5 de la mañana”.

Muchos en el barrio escucharon los disparos, y al parecer saben quién cometió el crimen pero nadie se atreve a mencionar nombres o referencias por temor.

El caso del asesinato a María Rosa Hernández está en manos del CTI de la Fiscalía, quien continua en las investigaciones para esclarecer los hechos, según dijo el Mayor Diego Mora, Comandante de la Estación Valledupar.

Por Andrés Llamas Nova 
[email protected]