Hay pueblos que no envejecen y que los años los hacen lucir más bellos. Manaure Balcón del Cesar es uno de esos que con cada visita que le hacemos nos enamora más. Lógicamente añoro aquel lugar donde vine al mundo y transcurrió mi niñez, el de los jardines profusos de rosas y azahares, de los […]
Hay pueblos que no envejecen y que los años los hacen lucir más bellos. Manaure Balcón del Cesar es uno de esos que con cada visita que le hacemos nos enamora más. Lógicamente añoro aquel lugar donde vine al mundo y transcurrió mi niñez, el de los jardines profusos de rosas y azahares, de los amiguitos que me acompañaron a descubrir el mundo sereno e inocente y a la gente que ya emigró a la eternidad. Pero hay que mitigar la nostalgia cuando del progreso se trata.
Manaure crece y progresa, se construyen edificaciones para el funcionamiento de entes culturales: biblioteca, polideportivo, residencias y calles limpias, ahora con el propósito de que todas las casas se pinten de blanco con un zócalo o franja color vino tinto. Cada vez que me escapo y me voy sola, o con una amiga, a recorrer los rincones y parajes con los que sueño siempre, anhelo quedarme allí, donde no hubo angustias, ni problemas, sólo juegos, anécdotas de mis mayores y belleza, porque la naturaleza fue pródiga pintándole paisajes eternos.
Muy pocos me conocen allí. ¡Hace tantos años que viví en una casa rodeada de jardines y corrí por sus calles resbaladizas! Pero un grupo de profesores e intelectuales se acordó de mí y el sábado estuvimos disfrutando de una tertulia en donde les conté de los viejos tiempos y hablamos de literatura; es el grupo Manaure Lee, que se ha metido en la titánica tarea de fomentar la lectura, de estudiar las obras de escritores regionales, primero, y luego del mundo infinito de las letras.
Los creadores del grupo de lectura Manaure Lee son Daimer Bacca Ardila; Anuark Pérez Angarita, Olger Clavijo Bacca, Jerson Acero Morales, Jéssica Taboada y Ángela Rodríguez. Ya comenzaron a leer y a hacer leer; a mostrarle a los jóvenes y mayores que la lectura no es un deber sino un placer; una tarea encomiable en estos momentos de indiferencia por los libros y por el saber.
Cuando uno escucha sus propósitos llega el deseo de hacer parte del grupo, de colaborar, de llevarle a los niños el mensaje de que una historia leída puede darle un buen rumbo a sus vidas y convertirlo en una escritor más o en exponente de otra disciplina; de recordarle a los mayores que la lectura de un verso conjura los fuegos incendiarios del camino; y allí me aceptaron, sentí gran complacencia de pertenecer a un grupo del pueblo que no me conoce, pero al que yo le conozco hasta en su más oculto suspiro de anhelo y añoranza.
Deseo a Manaure Lee que logre su propósito, que la tarea aunque ardua es grata, que en estos empeños de patrocinar actos culturales se hace un trocito de historia y eso es importante para alegría personal y del pueblo.
Hay pueblos que no envejecen y que los años los hacen lucir más bellos. Manaure Balcón del Cesar es uno de esos que con cada visita que le hacemos nos enamora más. Lógicamente añoro aquel lugar donde vine al mundo y transcurrió mi niñez, el de los jardines profusos de rosas y azahares, de los […]
Hay pueblos que no envejecen y que los años los hacen lucir más bellos. Manaure Balcón del Cesar es uno de esos que con cada visita que le hacemos nos enamora más. Lógicamente añoro aquel lugar donde vine al mundo y transcurrió mi niñez, el de los jardines profusos de rosas y azahares, de los amiguitos que me acompañaron a descubrir el mundo sereno e inocente y a la gente que ya emigró a la eternidad. Pero hay que mitigar la nostalgia cuando del progreso se trata.
Manaure crece y progresa, se construyen edificaciones para el funcionamiento de entes culturales: biblioteca, polideportivo, residencias y calles limpias, ahora con el propósito de que todas las casas se pinten de blanco con un zócalo o franja color vino tinto. Cada vez que me escapo y me voy sola, o con una amiga, a recorrer los rincones y parajes con los que sueño siempre, anhelo quedarme allí, donde no hubo angustias, ni problemas, sólo juegos, anécdotas de mis mayores y belleza, porque la naturaleza fue pródiga pintándole paisajes eternos.
Muy pocos me conocen allí. ¡Hace tantos años que viví en una casa rodeada de jardines y corrí por sus calles resbaladizas! Pero un grupo de profesores e intelectuales se acordó de mí y el sábado estuvimos disfrutando de una tertulia en donde les conté de los viejos tiempos y hablamos de literatura; es el grupo Manaure Lee, que se ha metido en la titánica tarea de fomentar la lectura, de estudiar las obras de escritores regionales, primero, y luego del mundo infinito de las letras.
Los creadores del grupo de lectura Manaure Lee son Daimer Bacca Ardila; Anuark Pérez Angarita, Olger Clavijo Bacca, Jerson Acero Morales, Jéssica Taboada y Ángela Rodríguez. Ya comenzaron a leer y a hacer leer; a mostrarle a los jóvenes y mayores que la lectura no es un deber sino un placer; una tarea encomiable en estos momentos de indiferencia por los libros y por el saber.
Cuando uno escucha sus propósitos llega el deseo de hacer parte del grupo, de colaborar, de llevarle a los niños el mensaje de que una historia leída puede darle un buen rumbo a sus vidas y convertirlo en una escritor más o en exponente de otra disciplina; de recordarle a los mayores que la lectura de un verso conjura los fuegos incendiarios del camino; y allí me aceptaron, sentí gran complacencia de pertenecer a un grupo del pueblo que no me conoce, pero al que yo le conozco hasta en su más oculto suspiro de anhelo y añoranza.
Deseo a Manaure Lee que logre su propósito, que la tarea aunque ardua es grata, que en estos empeños de patrocinar actos culturales se hace un trocito de historia y eso es importante para alegría personal y del pueblo.