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Columnista - 13 abril, 2025

Malditos versos

La crítica consiste en que los más puristas insisten en que los nuevos canten o creen versos iguales o parecidos, pero la vida misma trae afanes distintos en desiguales momentos.

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Desde hace mucho tiempo  se discute, se habla, se investiga, se improvisa, también se lamenta, incluso se llora, por los cambios del vallenato como género y como esencia, pero las letras, melodías y mensajes de nuestra identidad musical,  iniciados con versos simples como un anillo, al decir de Neruda, hasta alcanzar versos descriptivos y románticos con Don Toba Pumarejo, Escalona, Gustavo Gutiérrez y una larga fila de poetas de todos los tiempos, que hoy nos representan y  enorgullecen.

Cuando llega abril, la cosa se pone color de hormiga, sin saber que hay muchos colores hormigueros, pero es lo de menos. El vallenato mismo tiene corrientes y tendencias que el mismo tiempo y por circunstancias  cambiantes, ya que  nada es estático, “nadie se baña dos veces en el mismo río”, dijo Heráclito, por muy Guatapurí o Badillo que se llame el  cauce. 

La crítica consiste en que los más puristas insisten en que los nuevos canten o creen versos iguales o parecidos, pero la vida misma trae afanes distintos en desiguales momentos.

Los amores hoy son de prontitud, de inmediatez, ayer eran miradas, cartas, recados, esperas; había que imaginarse limones y volcanes entre los pechos femeninos, hoy todo está al alcance de todos en menos de lo que canta un gallo, incluso los gallos ya no cantan y están en otra parte. Al cambiar de lugares y tiempos las frases y los momentos tienen otro presente. Muchas razones hay para el cambio, la pérdida de la ruralidad, los caballos, caminos, los destinos y hasta las lluvias llegan cuando nadie las espera.

Quienes venimos de generaciones cercanas, llenamos  el alma de versos vallenatos y poesía infinita, pero igual, ayer también muchos autores crearon versos groseros, perversos, malos, muy plebes, esa palabreja en desuso, para mencionar, que no añorar, álbumes completos de un tal Peñaranda, otro dizque  con doble sentido un tal Dolcey cantó y canta palabras necias, que ni son vallenatos ni  creo que tengan admiradores por estos lares. Los nuestros también pidieron “la cosa” a las muchachas de entonces, pero de una manera tan sutil y romántica que con gusto recibieron su regalito con ositos de peluche incluido.

Una breve muestra de los años de oro del vallenato romántico puede ser Nando Marín: “Se dibuja tu cuerpo, con un claro vestido, sobre tu pecho erguido una cruz de rubí, y cabalga mi pecho, celoso y pensativo, porque ya estoy perdido, por ti mi amor por ti”.  El gran Moralito de nota y letra pícara ya le había cantado a Carmen Bracho  y dijo: “Yo no muero por falta e remedio, yo no muero por enfermedad, yo me muero es por Carmen Ramona que tiene el remedio pero no lo da”. Ambos recibieron su parte. Lino J. Anaya, pidió a su manera: “Dame la cosita aquella, negra dame tus amores, nunca dejes que yo muera, pa después llevarme flores”. Y dos más altaneros de poesía, como Mateo Torres, que suplicó: “En cada gota de sangre que llevo cabalga un recuerdo, cada recuerdo motivo sincero pa quererte más… tú formas parte del grande tesoro de mi intimidad”. Seguro Mateo recibió su pedido, y grande. Al tiempo Fernando Meneses explotó:  “Recuerdo lo bello del momento, mis labios con los tuyos rozaban, y al sentir que era fuego mi cuerpo, como pez asustado escapaba”. Su pescado llegó caliente, infiero. Dudo que en la próxima versión de canciones inéditas vallenatas, que la Fundación defiende, conserva y apoya encontremos cosas parecidas. Y claro no faltará el pendejo pidiendo a grito que Ana del Castillo cante: “Te vas  en peo”. La Fiscalía folclórica debe actuar y ojalá con un CECOT, criollo, será nuestra salvación. Digo yo.

Por Edgardo Mendoza Guerra
Tiro de chorro

Columnista
13 abril, 2025

Malditos versos

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Edgardo Mendoza Guerra

La crítica consiste en que los más puristas insisten en que los nuevos canten o creen versos iguales o parecidos, pero la vida misma trae afanes distintos en desiguales momentos.


Desde hace mucho tiempo  se discute, se habla, se investiga, se improvisa, también se lamenta, incluso se llora, por los cambios del vallenato como género y como esencia, pero las letras, melodías y mensajes de nuestra identidad musical,  iniciados con versos simples como un anillo, al decir de Neruda, hasta alcanzar versos descriptivos y románticos con Don Toba Pumarejo, Escalona, Gustavo Gutiérrez y una larga fila de poetas de todos los tiempos, que hoy nos representan y  enorgullecen.

Cuando llega abril, la cosa se pone color de hormiga, sin saber que hay muchos colores hormigueros, pero es lo de menos. El vallenato mismo tiene corrientes y tendencias que el mismo tiempo y por circunstancias  cambiantes, ya que  nada es estático, “nadie se baña dos veces en el mismo río”, dijo Heráclito, por muy Guatapurí o Badillo que se llame el  cauce. 

La crítica consiste en que los más puristas insisten en que los nuevos canten o creen versos iguales o parecidos, pero la vida misma trae afanes distintos en desiguales momentos.

Los amores hoy son de prontitud, de inmediatez, ayer eran miradas, cartas, recados, esperas; había que imaginarse limones y volcanes entre los pechos femeninos, hoy todo está al alcance de todos en menos de lo que canta un gallo, incluso los gallos ya no cantan y están en otra parte. Al cambiar de lugares y tiempos las frases y los momentos tienen otro presente. Muchas razones hay para el cambio, la pérdida de la ruralidad, los caballos, caminos, los destinos y hasta las lluvias llegan cuando nadie las espera.

Quienes venimos de generaciones cercanas, llenamos  el alma de versos vallenatos y poesía infinita, pero igual, ayer también muchos autores crearon versos groseros, perversos, malos, muy plebes, esa palabreja en desuso, para mencionar, que no añorar, álbumes completos de un tal Peñaranda, otro dizque  con doble sentido un tal Dolcey cantó y canta palabras necias, que ni son vallenatos ni  creo que tengan admiradores por estos lares. Los nuestros también pidieron “la cosa” a las muchachas de entonces, pero de una manera tan sutil y romántica que con gusto recibieron su regalito con ositos de peluche incluido.

Una breve muestra de los años de oro del vallenato romántico puede ser Nando Marín: “Se dibuja tu cuerpo, con un claro vestido, sobre tu pecho erguido una cruz de rubí, y cabalga mi pecho, celoso y pensativo, porque ya estoy perdido, por ti mi amor por ti”.  El gran Moralito de nota y letra pícara ya le había cantado a Carmen Bracho  y dijo: “Yo no muero por falta e remedio, yo no muero por enfermedad, yo me muero es por Carmen Ramona que tiene el remedio pero no lo da”. Ambos recibieron su parte. Lino J. Anaya, pidió a su manera: “Dame la cosita aquella, negra dame tus amores, nunca dejes que yo muera, pa después llevarme flores”. Y dos más altaneros de poesía, como Mateo Torres, que suplicó: “En cada gota de sangre que llevo cabalga un recuerdo, cada recuerdo motivo sincero pa quererte más… tú formas parte del grande tesoro de mi intimidad”. Seguro Mateo recibió su pedido, y grande. Al tiempo Fernando Meneses explotó:  “Recuerdo lo bello del momento, mis labios con los tuyos rozaban, y al sentir que era fuego mi cuerpo, como pez asustado escapaba”. Su pescado llegó caliente, infiero. Dudo que en la próxima versión de canciones inéditas vallenatas, que la Fundación defiende, conserva y apoya encontremos cosas parecidas. Y claro no faltará el pendejo pidiendo a grito que Ana del Castillo cante: “Te vas  en peo”. La Fiscalía folclórica debe actuar y ojalá con un CECOT, criollo, será nuestra salvación. Digo yo.

Por Edgardo Mendoza Guerra
Tiro de chorro