Este juglar vallenato sucumbió bajo el encanto de la música alegre que florecía en el Valle de Upar.
El gran pensador e investigador musical cartagenero Enrique Luis Muñoz Vélez, expresa: “Por derecho propio Luis Enrique Martínez el gran Pollo Vallenato, hoy está en el altar mayor de la liturgia vallenata”. Personalmente pienso que es la mayor distinción que se le ha hecho a este grandioso juglar vallenato.
Muchísimas décadas atrás de nuestro tiempo, el término vallenato fue la primera acepción que surgió en torno a la dinámica generada por los nacidos en el Valle de Upar en su constante afán por conquistar el corazón del pueblo a punta de cantos y acordeón.
La gente que hacía presencia en la zona bananera se encargó de endilgarle el picante remoquete a los caratejos que llegaban de la región de Valledupar, cuya despigmentada piel por efectos del microbio transmitido por la picadura de un zancudo que zumbaba en las riberas del Cesar y el Guatapurí tenía semejanza con el aspecto que muestra el hijo de la ballena en sus primeros años.
Con las campañas de erradicación de la malaria, diezmado el mosquito prácticamente el carate o jobero desapareció y con él los ballenatos, comenzándose entonces a emplear el gentilicio de vallenato para identificar a los nacidos en el Valle de Upar, es decir natos del Valle y ya acuñado y popularizado este distintivo, por analogía la música que ellos producían le dio carta de ciudadanía al nuevo género conocido hoy como vallenato.
En el curso de nuestra historia musical abundan las composiciones y registros fonográficos de muchos autores de aquí y de allá que han contribuido a consolidar el concepto de música vallenata, inclusive abandonando sus fronteras geográficas para alinderarse en otro patio con el consiguiente rechazo y censura de sus paisanos naturales.
Es el caso más relevante el de Luis Enrique Martínez, quien no obstante ser guajiro de nacimiento (El Hatico, de Fonseca) se maduró musicalmente en Fundación (Mag.) y aunque inicialmente tuvo una acentuada influencia de ‘Pacho’ Rada, posteriormente sucumbió bajo el encanto de la música alegre que florecía en el Valle de Upar y enarbolando esta bandera folclórica llegó a ser uno de los más auténticos exponentes del género vallenato.
Su primera composición en aire de son e inédita para muchos la tituló ‘Soy el vallenato’ y fue grabada a finales de los años cuarenta en acetatos no comerciales hoy perdidos en el tiempo, grabación realizada en la casa de los discos del ‘Che’ Granados, en la ciudad de Barranquilla.
Yo soy Enrique Martínez
me llaman el vallenato
yo tengo un cariño firme
también un bonito trato
A comienzos de los años cincuenta eran frecuentes las correrías de Luis Enrique por los rincones del viejo Bolívar y allí en la población El Guamo, un nutrido grupo de amigos parranderos armaban un verdadero alboroto cada vez que él los visitaba regando la noticia en el pueblo: llegó el vallenato, llegó el ‘Pollo Vallenato’, cariñoso remoquete con el que desde entonces quedó bautizado. Fue esta la motivación que originó su más célebre composición el paseo ‘El pollo vallenato’.
Oigan muchacho, yo soy Enrique Martínez
que nunca tiene miedo si se trata de tocar
Luis Martínez es el ‘El Pollo Vallenato’
y es candela lo que van a llevar
oigan muchachos, oigan la nota
como toca el vallenato.
Más adelante el ratifica nuevamente su condición de juglar vallenato según podemos observar en el merengue ‘Saludo cordial’:
Si fueres para el Difícil y vas a llegar a Plato
llévale este papelito que le mando a Castro Peña
y de boca me le dice que muy pronto el vallenato
lo visitará de nuevo en esa querida tierra.
En lo que hasta ahora parece ser la primera grabación de Luis Enrique Martínez, realizada a finales de la década de los años 40 del siglo anterior en la etiqueta Odeón de Argentina, encontramos en pasta de 78 revoluciones el paseo titulado ‘Pa’ que chupe y pa’ que sepa’, con el cuál fustiga a Abel Antonio Villa, en aquellos tiempos de la piquería que sostuvieron estos dos juglares.
Ese disco fue registrado en su interpretación como ‘Martínez y Peñaranda y su conjunto Típico Costeño’, ya que en esta grabación hizo presencia con su guitarra el maestro José María Peñaranda. Observemos algo de la letra que hemos rescatado gracias a la buena memoria del coleccionista barranquillero Oswaldo Sarmiento.
Abelito yo te dije, Abelito yo te dije
Abelito yo te dije, que me mandes la respuesta
Pa que toques con Martínez
Pa’ que chupe y pa’ que sepa
Yo soy puro vallenato, yo soy puro vallenato
Yo soy puro vallenato y ahora les doy a saber
Para que lo sepa Abel
Y Buitrago con sus muchachos
No te pongas bravo Abel, Abel no te pongas guapo
Ahora vas a conocer la nota de un vallenato
Luis Enrique Martínez le dio forma e identidad al vallenato tradicional definiendo los patrones rítmicos y melódicos que se han hecho hegemónicos reinando como el más cimero juglar de todos los festivales vallenatos que hoy alegran a Colombia entera.
Oigan muchachos, oigan la nota como toca, el vallenato.
POR JULIO OÑATE MARTÍNEZ/ESPECIAL PARA EL PILÓN
Este juglar vallenato sucumbió bajo el encanto de la música alegre que florecía en el Valle de Upar.
El gran pensador e investigador musical cartagenero Enrique Luis Muñoz Vélez, expresa: “Por derecho propio Luis Enrique Martínez el gran Pollo Vallenato, hoy está en el altar mayor de la liturgia vallenata”. Personalmente pienso que es la mayor distinción que se le ha hecho a este grandioso juglar vallenato.
Muchísimas décadas atrás de nuestro tiempo, el término vallenato fue la primera acepción que surgió en torno a la dinámica generada por los nacidos en el Valle de Upar en su constante afán por conquistar el corazón del pueblo a punta de cantos y acordeón.
La gente que hacía presencia en la zona bananera se encargó de endilgarle el picante remoquete a los caratejos que llegaban de la región de Valledupar, cuya despigmentada piel por efectos del microbio transmitido por la picadura de un zancudo que zumbaba en las riberas del Cesar y el Guatapurí tenía semejanza con el aspecto que muestra el hijo de la ballena en sus primeros años.
Con las campañas de erradicación de la malaria, diezmado el mosquito prácticamente el carate o jobero desapareció y con él los ballenatos, comenzándose entonces a emplear el gentilicio de vallenato para identificar a los nacidos en el Valle de Upar, es decir natos del Valle y ya acuñado y popularizado este distintivo, por analogía la música que ellos producían le dio carta de ciudadanía al nuevo género conocido hoy como vallenato.
En el curso de nuestra historia musical abundan las composiciones y registros fonográficos de muchos autores de aquí y de allá que han contribuido a consolidar el concepto de música vallenata, inclusive abandonando sus fronteras geográficas para alinderarse en otro patio con el consiguiente rechazo y censura de sus paisanos naturales.
Es el caso más relevante el de Luis Enrique Martínez, quien no obstante ser guajiro de nacimiento (El Hatico, de Fonseca) se maduró musicalmente en Fundación (Mag.) y aunque inicialmente tuvo una acentuada influencia de ‘Pacho’ Rada, posteriormente sucumbió bajo el encanto de la música alegre que florecía en el Valle de Upar y enarbolando esta bandera folclórica llegó a ser uno de los más auténticos exponentes del género vallenato.
Su primera composición en aire de son e inédita para muchos la tituló ‘Soy el vallenato’ y fue grabada a finales de los años cuarenta en acetatos no comerciales hoy perdidos en el tiempo, grabación realizada en la casa de los discos del ‘Che’ Granados, en la ciudad de Barranquilla.
Yo soy Enrique Martínez
me llaman el vallenato
yo tengo un cariño firme
también un bonito trato
A comienzos de los años cincuenta eran frecuentes las correrías de Luis Enrique por los rincones del viejo Bolívar y allí en la población El Guamo, un nutrido grupo de amigos parranderos armaban un verdadero alboroto cada vez que él los visitaba regando la noticia en el pueblo: llegó el vallenato, llegó el ‘Pollo Vallenato’, cariñoso remoquete con el que desde entonces quedó bautizado. Fue esta la motivación que originó su más célebre composición el paseo ‘El pollo vallenato’.
Oigan muchacho, yo soy Enrique Martínez
que nunca tiene miedo si se trata de tocar
Luis Martínez es el ‘El Pollo Vallenato’
y es candela lo que van a llevar
oigan muchachos, oigan la nota
como toca el vallenato.
Más adelante el ratifica nuevamente su condición de juglar vallenato según podemos observar en el merengue ‘Saludo cordial’:
Si fueres para el Difícil y vas a llegar a Plato
llévale este papelito que le mando a Castro Peña
y de boca me le dice que muy pronto el vallenato
lo visitará de nuevo en esa querida tierra.
En lo que hasta ahora parece ser la primera grabación de Luis Enrique Martínez, realizada a finales de la década de los años 40 del siglo anterior en la etiqueta Odeón de Argentina, encontramos en pasta de 78 revoluciones el paseo titulado ‘Pa’ que chupe y pa’ que sepa’, con el cuál fustiga a Abel Antonio Villa, en aquellos tiempos de la piquería que sostuvieron estos dos juglares.
Ese disco fue registrado en su interpretación como ‘Martínez y Peñaranda y su conjunto Típico Costeño’, ya que en esta grabación hizo presencia con su guitarra el maestro José María Peñaranda. Observemos algo de la letra que hemos rescatado gracias a la buena memoria del coleccionista barranquillero Oswaldo Sarmiento.
Abelito yo te dije, Abelito yo te dije
Abelito yo te dije, que me mandes la respuesta
Pa que toques con Martínez
Pa’ que chupe y pa’ que sepa
Yo soy puro vallenato, yo soy puro vallenato
Yo soy puro vallenato y ahora les doy a saber
Para que lo sepa Abel
Y Buitrago con sus muchachos
No te pongas bravo Abel, Abel no te pongas guapo
Ahora vas a conocer la nota de un vallenato
Luis Enrique Martínez le dio forma e identidad al vallenato tradicional definiendo los patrones rítmicos y melódicos que se han hecho hegemónicos reinando como el más cimero juglar de todos los festivales vallenatos que hoy alegran a Colombia entera.
Oigan muchachos, oigan la nota como toca, el vallenato.
POR JULIO OÑATE MARTÍNEZ/ESPECIAL PARA EL PILÓN