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Editorial - 12 marzo, 2019

Los yukpas y la Ley del Talión

Hoy hacemos un llamado a la reflexión al pueblo indígena Yukpa para que no se repitan hechos como el ocurrido la noche del pasado domingo en el municipio de Becerril, Cesar.

Hoy hacemos un llamado a la reflexión al pueblo indígena Yukpa para que no se repitan hechos como el ocurrido la noche del pasado domingo en el municipio de Becerril, Cesar. Ayer este pueblo minero amaneció con un panorama de destrucción comparable con las incursiones de los grupos armados que en otrora azotaron la región.

Seis predios, de familiares de un comerciante que ese día mató a un indígena durante una riña, fueron incendiados en un intento de justicia por mano propia. Aunque los yukpas tengan esos comportamientos belicosos en su cultura ancestral, estos no pueden seguir. Les recordamos que como a cualquier colombiano, sus derechos terminan hasta donde empiezan los de otros.

Lamentamos el asesinato de un miembro de su etnia y para ello debe la justicia colombiana, amparada en las entidades del Estado, implementar las acciones correspondientes para que al homicida le caiga todo el peso de la ley.

No deben los grupos indígenas reaccionar de forma violenta ante todas las agresiones que hay en su contra; sí deben abrir los espacios de diálogo a pesar de la gravedad de las afrentas contra su comunidad. Los invitamos a emular la actitud de los arhuacos,  que siempre recurren a la vía del diálogo. Aunque las comparaciones pueden resultar odiosas, deben entender la estrecha relación que tienen con las diferentes culturas y así flexibilizar su comportamiento belicoso, desprenderse de esas raíces guerreristas, para no generar más conflictos.  

Ya el Ministerio del Interior intervino en un caso similar por el ataque a unas fincas por el aparente envenenamiento de dos niños yukpas en estribaciones de la Serranía del Perijá, pero la intervención evidentemente no caló.

Destacamos que el pueblo yukpa no sucumbió ante los intentos de reclutamiento de los grupos armados que llegaron a sus territorios, estuvieron al margen del conflicto armado pero sí fueron fuertemente golpeados por el confinamiento provocado por la guerra entre subversivos, paramilitares y Ejército Nacional en la Serranía del Perijá.

Ahora, no es justo que comportamientos violentos, como el reciente en Becerril, causen nuevos desplazamientos y desarraigo en quienes por determinadas circunstancias incurran en afrentas contra su comunidad étnica. Además, hay que cerrar los espacios al racismo, a la xenofobia y demás comportamientos que pueden pasar de un simple rechazo a agresiones.

No pueden seguir con la Ley del Talión, cuya expresión más conocida es el pasaje bíblico “Ojo por ojo, diente por diente”. En ese sentido, los exhortamos a adoptar el diálogo como su principal herramienta de protección y protesta.

También rechazamos el comportamiento de algunos habitantes de Becerril, no indígenas, que saquearon los predios destruidos por las llamas, lo cual evidencia el alto grado de descomposición social en nuestras comunidades.

Editorial
12 marzo, 2019

Los yukpas y la Ley del Talión

Hoy hacemos un llamado a la reflexión al pueblo indígena Yukpa para que no se repitan hechos como el ocurrido la noche del pasado domingo en el municipio de Becerril, Cesar.


Hoy hacemos un llamado a la reflexión al pueblo indígena Yukpa para que no se repitan hechos como el ocurrido la noche del pasado domingo en el municipio de Becerril, Cesar. Ayer este pueblo minero amaneció con un panorama de destrucción comparable con las incursiones de los grupos armados que en otrora azotaron la región.

Seis predios, de familiares de un comerciante que ese día mató a un indígena durante una riña, fueron incendiados en un intento de justicia por mano propia. Aunque los yukpas tengan esos comportamientos belicosos en su cultura ancestral, estos no pueden seguir. Les recordamos que como a cualquier colombiano, sus derechos terminan hasta donde empiezan los de otros.

Lamentamos el asesinato de un miembro de su etnia y para ello debe la justicia colombiana, amparada en las entidades del Estado, implementar las acciones correspondientes para que al homicida le caiga todo el peso de la ley.

No deben los grupos indígenas reaccionar de forma violenta ante todas las agresiones que hay en su contra; sí deben abrir los espacios de diálogo a pesar de la gravedad de las afrentas contra su comunidad. Los invitamos a emular la actitud de los arhuacos,  que siempre recurren a la vía del diálogo. Aunque las comparaciones pueden resultar odiosas, deben entender la estrecha relación que tienen con las diferentes culturas y así flexibilizar su comportamiento belicoso, desprenderse de esas raíces guerreristas, para no generar más conflictos.  

Ya el Ministerio del Interior intervino en un caso similar por el ataque a unas fincas por el aparente envenenamiento de dos niños yukpas en estribaciones de la Serranía del Perijá, pero la intervención evidentemente no caló.

Destacamos que el pueblo yukpa no sucumbió ante los intentos de reclutamiento de los grupos armados que llegaron a sus territorios, estuvieron al margen del conflicto armado pero sí fueron fuertemente golpeados por el confinamiento provocado por la guerra entre subversivos, paramilitares y Ejército Nacional en la Serranía del Perijá.

Ahora, no es justo que comportamientos violentos, como el reciente en Becerril, causen nuevos desplazamientos y desarraigo en quienes por determinadas circunstancias incurran en afrentas contra su comunidad étnica. Además, hay que cerrar los espacios al racismo, a la xenofobia y demás comportamientos que pueden pasar de un simple rechazo a agresiones.

No pueden seguir con la Ley del Talión, cuya expresión más conocida es el pasaje bíblico “Ojo por ojo, diente por diente”. En ese sentido, los exhortamos a adoptar el diálogo como su principal herramienta de protección y protesta.

También rechazamos el comportamiento de algunos habitantes de Becerril, no indígenas, que saquearon los predios destruidos por las llamas, lo cual evidencia el alto grado de descomposición social en nuestras comunidades.