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Columnista - 19 abril, 2022

Los trazos de Safady

El caricaturista es un artista sensible a la cotidianidad de su entorno, quien apasionadamente registra con sus trazos los hechos de la actualidad. Es un cronista plástico. Safady, tal como aparece firmando sus caricaturas publicadas en diferentes medios de comunicación, echa mano del satírico humor picante para escribir en imágenes, la historia de la capital del Cesar, nuestro departamento, Colombia y el mundo. 

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Cayó en mis manos el más reciente libro compilatorio de las caricaturas de un gran amigo, cuyo nombre más bien parece un apodo, razón por la cual muy seguramente mostró desde su bautizo la particular inclinación de tomarle el pelo a situaciones de la cotidianidad, que luego con maestría plasmaría en sus mamarrachos, hoy recogidos en Los trazos de Safady, una obra original de Deivi Mozar Safady Pupo. 

El caricaturista es un artista sensible a la cotidianidad de su entorno, quien apasionadamente registra con sus trazos los hechos de la actualidad. Es un cronista plástico. Safady, tal como aparece firmando sus caricaturas publicadas en diferentes medios de comunicación, echa mano del satírico humor picante para escribir en imágenes, la historia de la capital del Cesar, nuestro departamento, Colombia y el mundo. 

Los Trazos de Safady es una compilación de lujo. Sus pinceles se convirtieron en los voceros de la comunidad, frente a engorrosas situaciones cuya solución estaba en las competencias propias de las autoridades. Por ejemplo, en estas páginas vemos al Mello Castro González, alcalde de Valledupar, inquieto ante su posible revocatoria; al gobernador Luís Alberto Monsalvo mostrando como exclusivo éxito de su gestión la absolución ante la Corte Suprema de Justicia; a los concejales de Valledupar con rodilleras en clara broma por su débil control político.

No fue ajeno a la privatización y retraso en la entrega del tanque de almacenamiento de Emdupar; a la inoperancia de Corpocesar frente a la muerte del Río Cesar y el Guatapurí; la incidencia política en la elección de directivas de la Universidad Popular del Cesar tampoco se salvó y así muchos temas, los cuales en su momento causaron inquietud en el ciudadano del común que se vio identificado en los brochazos del artista.

La ironía, el sarcasmo y la broma se encuentran en cada pincelazo que el artista entrega al público, para que sea este quien saque sus particulares conclusiones. La obra tiene como finalidad no solo plasmar en imágenes la realidad del momento, sino sembrar en cada espectador el sentido crítico, capaz de interpretar adecuadamente los hechos y apartarse de la manipulación mediática que desdibuja un evento a favor del protagonista.

Dicen que el buen periodismo se hace cuando se publica lo que los protagonistas quieren ocultar. Esta parte del decálogo ético Safady lo cumple a la perfección, ahí radica su éxito. A pesar de que como caricaturista tiene cierta licencia en el subjetivismo, propia de los generadores de opinión, intenta opinar con cierta equidad en todos los temas y el convulsionado proceso electoral del momento no es la excepción. 

Su inclinación política derechista no impide que registre el ocaso electoral del gran jefe o dibuje jocosamente los desaciertos del presidente Duque. El movimiento petrista no es su fuerte y, aun así, su plasma caricatugráfico registra con la misma intensidad las bondades de la propuesta progresista o los errores estratégicos que los mercenarios promotores de la propaganda negra, ven como única alternativa para evitar la pérdida del poder ancestral derechista.

Hoy Deivi Mozar es un hombre maduro a pesar de su corta edad. Es el niño prodigio de las caricaturas cesarenses. Desde estas sinceras líneas, lo invitamos a enriquecer con su humor picante la actividad simbiótica entre cultura, arte y actividad política, incluso cultivando amores y malquerencias, de acuerdo al sentido punzante de su fino lápiz. ¡Que sigan Los Trazos de Safady! Fuerte abrazo. –

Columnista
19 abril, 2022

Los trazos de Safady

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Antonio María Araujo

El caricaturista es un artista sensible a la cotidianidad de su entorno, quien apasionadamente registra con sus trazos los hechos de la actualidad. Es un cronista plástico. Safady, tal como aparece firmando sus caricaturas publicadas en diferentes medios de comunicación, echa mano del satírico humor picante para escribir en imágenes, la historia de la capital del Cesar, nuestro departamento, Colombia y el mundo. 


Cayó en mis manos el más reciente libro compilatorio de las caricaturas de un gran amigo, cuyo nombre más bien parece un apodo, razón por la cual muy seguramente mostró desde su bautizo la particular inclinación de tomarle el pelo a situaciones de la cotidianidad, que luego con maestría plasmaría en sus mamarrachos, hoy recogidos en Los trazos de Safady, una obra original de Deivi Mozar Safady Pupo. 

El caricaturista es un artista sensible a la cotidianidad de su entorno, quien apasionadamente registra con sus trazos los hechos de la actualidad. Es un cronista plástico. Safady, tal como aparece firmando sus caricaturas publicadas en diferentes medios de comunicación, echa mano del satírico humor picante para escribir en imágenes, la historia de la capital del Cesar, nuestro departamento, Colombia y el mundo. 

Los Trazos de Safady es una compilación de lujo. Sus pinceles se convirtieron en los voceros de la comunidad, frente a engorrosas situaciones cuya solución estaba en las competencias propias de las autoridades. Por ejemplo, en estas páginas vemos al Mello Castro González, alcalde de Valledupar, inquieto ante su posible revocatoria; al gobernador Luís Alberto Monsalvo mostrando como exclusivo éxito de su gestión la absolución ante la Corte Suprema de Justicia; a los concejales de Valledupar con rodilleras en clara broma por su débil control político.

No fue ajeno a la privatización y retraso en la entrega del tanque de almacenamiento de Emdupar; a la inoperancia de Corpocesar frente a la muerte del Río Cesar y el Guatapurí; la incidencia política en la elección de directivas de la Universidad Popular del Cesar tampoco se salvó y así muchos temas, los cuales en su momento causaron inquietud en el ciudadano del común que se vio identificado en los brochazos del artista.

La ironía, el sarcasmo y la broma se encuentran en cada pincelazo que el artista entrega al público, para que sea este quien saque sus particulares conclusiones. La obra tiene como finalidad no solo plasmar en imágenes la realidad del momento, sino sembrar en cada espectador el sentido crítico, capaz de interpretar adecuadamente los hechos y apartarse de la manipulación mediática que desdibuja un evento a favor del protagonista.

Dicen que el buen periodismo se hace cuando se publica lo que los protagonistas quieren ocultar. Esta parte del decálogo ético Safady lo cumple a la perfección, ahí radica su éxito. A pesar de que como caricaturista tiene cierta licencia en el subjetivismo, propia de los generadores de opinión, intenta opinar con cierta equidad en todos los temas y el convulsionado proceso electoral del momento no es la excepción. 

Su inclinación política derechista no impide que registre el ocaso electoral del gran jefe o dibuje jocosamente los desaciertos del presidente Duque. El movimiento petrista no es su fuerte y, aun así, su plasma caricatugráfico registra con la misma intensidad las bondades de la propuesta progresista o los errores estratégicos que los mercenarios promotores de la propaganda negra, ven como única alternativa para evitar la pérdida del poder ancestral derechista.

Hoy Deivi Mozar es un hombre maduro a pesar de su corta edad. Es el niño prodigio de las caricaturas cesarenses. Desde estas sinceras líneas, lo invitamos a enriquecer con su humor picante la actividad simbiótica entre cultura, arte y actividad política, incluso cultivando amores y malquerencias, de acuerdo al sentido punzante de su fino lápiz. ¡Que sigan Los Trazos de Safady! Fuerte abrazo. –