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Columnista - 13 julio, 2016

Los semáforos también son generadores de empleo

Tradicionalmente las luces de colores han tenido un significado en particular, es así como la luz verde es el símbolo de la esperanza, señal para dar inicio o emprender una acción; mientras que la luz de color rojo, ha sido identificada como símbolo para indicar parada o detención. Pero paradójicamente, para los vendedores en las […]

Tradicionalmente las luces de colores han tenido un significado en particular, es así como la luz verde es el símbolo de la esperanza, señal para dar inicio o emprender una acción; mientras que la luz de color rojo, ha sido identificada como símbolo para indicar parada o detención.

Pero paradójicamente, para los vendedores en las intersecciones con semáforo, la luz verde no tiene esa misma interpretación, para ellos la luz roja es la señal para dar inicio a sus largas y fatídicas jornadas de trabajo, es decir, para estas personas la luz roja equivale a una acción y un momento de esperanza. Un minuto que dura el cambio de luz verde a la roja, es suficiente para que las personas que se dedican al rebusque ofrezcan sus productos o servicios a quienes se movilizan en diferentes tipos de vehículos y obligados hacer el pare durante el tiempo que dura el cambio del semáforo.

Así se ganan la vida un centenar de colombianos que cada día sacan un producto nuevo para ofrecer. Quien lo iba a pensar, que siendo en principio los semáforos útiles para la regulación del tráfico y el mejor instrumento de seguridad vial en las intersecciones, hoy se haya convertido en el país en uno de los mayores generadores de empleo; pues las leyes que se han expedido y que le han apostado a la generación de empleo y a la formalización del trabajo, ninguna clase de incidencia han tenido frente a este puñado de compatriotas, para quienes ese cambio de luz significa una oportunidad y el anhelo de cumplir un sueño.

Es así como en muchas ciudades incluida Valledupar, es muy común encontrar personas que bailan, cantan, que hacen todo tipo de maromas o limpian parabrisas. Otras que por el contrario venden productos comestibles, como pan, bebidas energizantes, galletas, frutas, entre otros; CD con la última producción musical vallenata o la última película estrenada en Hollywood, el que simplemente pide la moneda y por supuesto no falta el vivo empresario inmobiliario que cruza un pasacalle promocionando la venta de su último proyecto de viviendas.

En fin, hoy en los semáforos se puede hasta mercar, porque allí es fácil encontrar muchas cosas necesarias para uso doméstico, sin pagar el IVA. Aunque se diga que el trabajo honra a las personas, pienso que no se le puede seguir haciendo monumentos a la informalidad laboral, pese a que estas personan puedan obtener unos regulares ingresos, siguen estando desprotegidos en el sistema de seguridad social, además de ser estos sitios un grave foco de promoción de trabajo infantil, ya que es muy común ver muchos niños y niñas dedicados a esta actividad, aunque el ICBF y la Policía de Infancia y Adolescencia digan otra cosa. Ahora, esa es la situación que solo está al alcance de nuestra vista, porque generalmente y en gran escala, detrás de cada núcleo familiar parado en cada semáforo, detrás de cada niño, existe un drama lleno de historias marcadas por la inclemencia de la pobreza, la violencia en todas sus manifestaciones y el cruel abandono estatal.

Sigo pensando que un acuerdo en La Habana no es suficiente para lograr la paz en las montañas, mientras el mismo Estado practique la exclusión y la injusticia social en las ciudades.

Columnista
13 julio, 2016

Los semáforos también son generadores de empleo

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Carlos Guillermo Ramirez

Tradicionalmente las luces de colores han tenido un significado en particular, es así como la luz verde es el símbolo de la esperanza, señal para dar inicio o emprender una acción; mientras que la luz de color rojo, ha sido identificada como símbolo para indicar parada o detención. Pero paradójicamente, para los vendedores en las […]


Tradicionalmente las luces de colores han tenido un significado en particular, es así como la luz verde es el símbolo de la esperanza, señal para dar inicio o emprender una acción; mientras que la luz de color rojo, ha sido identificada como símbolo para indicar parada o detención.

Pero paradójicamente, para los vendedores en las intersecciones con semáforo, la luz verde no tiene esa misma interpretación, para ellos la luz roja es la señal para dar inicio a sus largas y fatídicas jornadas de trabajo, es decir, para estas personas la luz roja equivale a una acción y un momento de esperanza. Un minuto que dura el cambio de luz verde a la roja, es suficiente para que las personas que se dedican al rebusque ofrezcan sus productos o servicios a quienes se movilizan en diferentes tipos de vehículos y obligados hacer el pare durante el tiempo que dura el cambio del semáforo.

Así se ganan la vida un centenar de colombianos que cada día sacan un producto nuevo para ofrecer. Quien lo iba a pensar, que siendo en principio los semáforos útiles para la regulación del tráfico y el mejor instrumento de seguridad vial en las intersecciones, hoy se haya convertido en el país en uno de los mayores generadores de empleo; pues las leyes que se han expedido y que le han apostado a la generación de empleo y a la formalización del trabajo, ninguna clase de incidencia han tenido frente a este puñado de compatriotas, para quienes ese cambio de luz significa una oportunidad y el anhelo de cumplir un sueño.

Es así como en muchas ciudades incluida Valledupar, es muy común encontrar personas que bailan, cantan, que hacen todo tipo de maromas o limpian parabrisas. Otras que por el contrario venden productos comestibles, como pan, bebidas energizantes, galletas, frutas, entre otros; CD con la última producción musical vallenata o la última película estrenada en Hollywood, el que simplemente pide la moneda y por supuesto no falta el vivo empresario inmobiliario que cruza un pasacalle promocionando la venta de su último proyecto de viviendas.

En fin, hoy en los semáforos se puede hasta mercar, porque allí es fácil encontrar muchas cosas necesarias para uso doméstico, sin pagar el IVA. Aunque se diga que el trabajo honra a las personas, pienso que no se le puede seguir haciendo monumentos a la informalidad laboral, pese a que estas personan puedan obtener unos regulares ingresos, siguen estando desprotegidos en el sistema de seguridad social, además de ser estos sitios un grave foco de promoción de trabajo infantil, ya que es muy común ver muchos niños y niñas dedicados a esta actividad, aunque el ICBF y la Policía de Infancia y Adolescencia digan otra cosa. Ahora, esa es la situación que solo está al alcance de nuestra vista, porque generalmente y en gran escala, detrás de cada núcleo familiar parado en cada semáforo, detrás de cada niño, existe un drama lleno de historias marcadas por la inclemencia de la pobreza, la violencia en todas sus manifestaciones y el cruel abandono estatal.

Sigo pensando que un acuerdo en La Habana no es suficiente para lograr la paz en las montañas, mientras el mismo Estado practique la exclusión y la injusticia social en las ciudades.