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Columnista - 25 diciembre, 2012

Los Santos Inocentes

Por Silvia Betancourt Alliegro Pobres niños de Colombia estratificada, politizada y pervertida, que al nacer extramuros están  signados para que sus existencias sean miserables, que se arrastran por lo que osamos decir que es vida con miradas mansas, angustiadas y cargadas de miedo. Sometidos al designio de los mayores, escarnecidos por sus madres desde que […]

Por Silvia Betancourt Alliegro

Pobres niños de Colombia estratificada, politizada y pervertida, que al nacer extramuros están  signados para que sus existencias sean miserables, que se arrastran por lo que osamos decir que es vida con miradas mansas, angustiadas y cargadas de miedo.

Sometidos al designio de los mayores, escarnecidos por sus madres desde que germinan por que deben limpiar sus heces, torturados por el hambre cuando sus amas deciden no darles a mamar de sus pechos, hacinados en un remedo de cama entre sucias mantas, son carne de deseos inmundos de los progenitores.
Esos niños que al crecer famélicos los exhiben en las calles para inducir al transeúnte a arrojarles alguna desvalorizada moneda que no servirá para mejorar su alimentación, mas si para que sus padres compren droga.

Niños de la patria mía… que si logran sobrevivir los escogen para ‘servir’ a la nación y los uniforman para que otros uniformados los secuestren o asesinen –tal vez sea la manera con que el Estado se libra de una población ‘contaminada’-.
Niños asexuados que el humano execrable usa para satisfacer inmundas ansias de sexo pervertido ¡sin que le importe que se trate de su propio vástago!

Niños fabricados a la escala de Dios son vejados por homúnculos despreciables que viven sólo para satisfacer sus perversidades sacadas del averno en que sus almas malévolas se revuelcan.

Esta década ha sido la más espantosa por la que hemos transitado y aún nos atrevemos a celebrar fiestas ruidosas, concursos de belleza, de baile y de canto; a sabiendas de que debiéramos llevar riguroso luto interno y externo por las miles de víctimas que miramos de soslayo como si no se tratara de humanos hermanados bajo el trozo de tierra que el Creador nos legó como planeta, como país.

Quisiera saber si los estadios, plazas y clubes se atiborrarían de fanáticos – como cuando hay un concierto cualquiera, o un partido de fútbol- si se vendiesen costosos boletos para ingresar, si se convocara a una manifestación contra la maldad del humano adulto contra la infancia inocente.

El día que más buscamos de qué o de quién reírnos es el que por tradición se designa como el de Los Santos Inocentes que Herodes mandó a masacrar… así somos los colombianos, porque Colombia es pasión y parranda, y que nadie nos quite el ‘merecido’ derecho a ser el país más feliz del mundo así nos enteremos, mientras seguimos almorzando o cenando,  del inocente que aparece violado y asesinado en algún fragmento de este suelo abonado con el sudor y la sangre de millones de compatriotas  por algunos ruines ciudadanos que sin duda ejercen su derecho al voto, como usted, como yo; o que siendo facciosos se sientan a manteles, con todos los gastos pagos, con el Gobierno ¡A negociar la paz!
@yastao
 

Columnista
25 diciembre, 2012

Los Santos Inocentes

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Silvia Betancourt Alliegro

Por Silvia Betancourt Alliegro Pobres niños de Colombia estratificada, politizada y pervertida, que al nacer extramuros están  signados para que sus existencias sean miserables, que se arrastran por lo que osamos decir que es vida con miradas mansas, angustiadas y cargadas de miedo. Sometidos al designio de los mayores, escarnecidos por sus madres desde que […]


Por Silvia Betancourt Alliegro

Pobres niños de Colombia estratificada, politizada y pervertida, que al nacer extramuros están  signados para que sus existencias sean miserables, que se arrastran por lo que osamos decir que es vida con miradas mansas, angustiadas y cargadas de miedo.

Sometidos al designio de los mayores, escarnecidos por sus madres desde que germinan por que deben limpiar sus heces, torturados por el hambre cuando sus amas deciden no darles a mamar de sus pechos, hacinados en un remedo de cama entre sucias mantas, son carne de deseos inmundos de los progenitores.
Esos niños que al crecer famélicos los exhiben en las calles para inducir al transeúnte a arrojarles alguna desvalorizada moneda que no servirá para mejorar su alimentación, mas si para que sus padres compren droga.

Niños de la patria mía… que si logran sobrevivir los escogen para ‘servir’ a la nación y los uniforman para que otros uniformados los secuestren o asesinen –tal vez sea la manera con que el Estado se libra de una población ‘contaminada’-.
Niños asexuados que el humano execrable usa para satisfacer inmundas ansias de sexo pervertido ¡sin que le importe que se trate de su propio vástago!

Niños fabricados a la escala de Dios son vejados por homúnculos despreciables que viven sólo para satisfacer sus perversidades sacadas del averno en que sus almas malévolas se revuelcan.

Esta década ha sido la más espantosa por la que hemos transitado y aún nos atrevemos a celebrar fiestas ruidosas, concursos de belleza, de baile y de canto; a sabiendas de que debiéramos llevar riguroso luto interno y externo por las miles de víctimas que miramos de soslayo como si no se tratara de humanos hermanados bajo el trozo de tierra que el Creador nos legó como planeta, como país.

Quisiera saber si los estadios, plazas y clubes se atiborrarían de fanáticos – como cuando hay un concierto cualquiera, o un partido de fútbol- si se vendiesen costosos boletos para ingresar, si se convocara a una manifestación contra la maldad del humano adulto contra la infancia inocente.

El día que más buscamos de qué o de quién reírnos es el que por tradición se designa como el de Los Santos Inocentes que Herodes mandó a masacrar… así somos los colombianos, porque Colombia es pasión y parranda, y que nadie nos quite el ‘merecido’ derecho a ser el país más feliz del mundo así nos enteremos, mientras seguimos almorzando o cenando,  del inocente que aparece violado y asesinado en algún fragmento de este suelo abonado con el sudor y la sangre de millones de compatriotas  por algunos ruines ciudadanos que sin duda ejercen su derecho al voto, como usted, como yo; o que siendo facciosos se sientan a manteles, con todos los gastos pagos, con el Gobierno ¡A negociar la paz!
@yastao