Desde hace varios días hemos llamado la atención sobre “La transformación de la educación, hoy inmersa en la pandemia” que se describe como una necesidad en la que cobraría vigencia, según entendidos, replantear el modelo de negocio u operación y la pedagogía de las instituciones públicas y privadas, en los diferentes niveles y regiones. Es una discusión local e internacional.
Desde hace varios días hemos llamado la atención sobre “La transformación de la educación, hoy inmersa en la pandemia” que se describe como una necesidad en la que cobraría vigencia, según entendidos, replantear el modelo de negocio u operación y la pedagogía de las instituciones públicas y privadas, en los diferentes niveles y regiones. Es una discusión local e internacional.
El pasado 15 de mayo dijimos en el Editorial:
“Se parte del consenso de que una población educada es tan importante que incluso puede prevenir, cuidarse y desarrollar hábitos saludables. Una prueba para la gente serán estos días de flexibilización de la cuarentena y la apertura de puertas.
Pero veamos estos desafíos por haberse ido para sus casas abruptamente estudiantes y profesores. Los elementos del debate están relacionados con la pertinencia al impartir y recibir conocimiento de manera no presencial; la cobertura y acceso a la tecnología, bastante desigual entre lo urbano y lo rural, los ricos y los pobres; los costos y calidad educativa presencial vs., la no presencial; desde luego, no lo podremos abarcar todo, ni un universo amplio como quisiéramos, pero nos daremos a la tarea de consultar con expertos en los próximos días.
Es innegable un cambio, pero no se sabe hacia dónde se incline la forma de impartir y recibir conocimiento en un nuevo modelo que empieza a demandar más dispositivos electrónicos, capacidad técnica y acceso tecnológico para sectores mayoritarios. Además, la situación planteada desnuda un cambio en la relación entre el docente y el estudiante. Por otro lado, el desafío para las matrículas va a ser grande. Por ejemplo, ¿un padre estaría dispuesto a pagar por la educación de su hijo la misma cantidad de dinero? Ante una economía afectada, donde la matrícula (la universitaria digamos) no será precisamente una prioridad de los consumos de los hogares. En ese sentido, ¿qué va a hacer la academia frente a esta realidad? ¿Se van a bajar los costos, gracias a la digitalización y conexión? ¿Se disminuirá la inversión en infraestructura y auditorios?
O definitivamente, pasado el virus, el estudiante exigirá el aula tradicional, el contacto directo, el abrazo de compañeros, el juego en el campo, la fiesta infantil o juvenil del colegio; o la cafetería de la universidad y en general los privilegios del bienestar estudiantil. ¿Qué está haciendo la universidad en la región frente al tema?”.
Agregamos, y pensando:
¿Qué están haciendo los colegios, las secretarías departamental y municipal, los estudiantes, los maestros, la sociedad y las empresas?
Cómo cubrir esas brechas de la educación, cómo hacerla instrumento para la transformación de sociedad o ascenso social. Ya, antes de la covid-19, se preguntaba sobre la pertinencia de lo enseñado, su aplicación al trabajo ofrecido por la sociedad.
En el foro ‘Los retos de la educación’, expondrán sus visiones críticas y propositivas estamentos como la universidad, colegios, estudiantado, sector público y privado, porque la enseñanza y el aprendizaje son la palanca del progreso de la humanidad.
Desde hace varios días hemos llamado la atención sobre “La transformación de la educación, hoy inmersa en la pandemia” que se describe como una necesidad en la que cobraría vigencia, según entendidos, replantear el modelo de negocio u operación y la pedagogía de las instituciones públicas y privadas, en los diferentes niveles y regiones. Es una discusión local e internacional.
Desde hace varios días hemos llamado la atención sobre “La transformación de la educación, hoy inmersa en la pandemia” que se describe como una necesidad en la que cobraría vigencia, según entendidos, replantear el modelo de negocio u operación y la pedagogía de las instituciones públicas y privadas, en los diferentes niveles y regiones. Es una discusión local e internacional.
El pasado 15 de mayo dijimos en el Editorial:
“Se parte del consenso de que una población educada es tan importante que incluso puede prevenir, cuidarse y desarrollar hábitos saludables. Una prueba para la gente serán estos días de flexibilización de la cuarentena y la apertura de puertas.
Pero veamos estos desafíos por haberse ido para sus casas abruptamente estudiantes y profesores. Los elementos del debate están relacionados con la pertinencia al impartir y recibir conocimiento de manera no presencial; la cobertura y acceso a la tecnología, bastante desigual entre lo urbano y lo rural, los ricos y los pobres; los costos y calidad educativa presencial vs., la no presencial; desde luego, no lo podremos abarcar todo, ni un universo amplio como quisiéramos, pero nos daremos a la tarea de consultar con expertos en los próximos días.
Es innegable un cambio, pero no se sabe hacia dónde se incline la forma de impartir y recibir conocimiento en un nuevo modelo que empieza a demandar más dispositivos electrónicos, capacidad técnica y acceso tecnológico para sectores mayoritarios. Además, la situación planteada desnuda un cambio en la relación entre el docente y el estudiante. Por otro lado, el desafío para las matrículas va a ser grande. Por ejemplo, ¿un padre estaría dispuesto a pagar por la educación de su hijo la misma cantidad de dinero? Ante una economía afectada, donde la matrícula (la universitaria digamos) no será precisamente una prioridad de los consumos de los hogares. En ese sentido, ¿qué va a hacer la academia frente a esta realidad? ¿Se van a bajar los costos, gracias a la digitalización y conexión? ¿Se disminuirá la inversión en infraestructura y auditorios?
O definitivamente, pasado el virus, el estudiante exigirá el aula tradicional, el contacto directo, el abrazo de compañeros, el juego en el campo, la fiesta infantil o juvenil del colegio; o la cafetería de la universidad y en general los privilegios del bienestar estudiantil. ¿Qué está haciendo la universidad en la región frente al tema?”.
Agregamos, y pensando:
¿Qué están haciendo los colegios, las secretarías departamental y municipal, los estudiantes, los maestros, la sociedad y las empresas?
Cómo cubrir esas brechas de la educación, cómo hacerla instrumento para la transformación de sociedad o ascenso social. Ya, antes de la covid-19, se preguntaba sobre la pertinencia de lo enseñado, su aplicación al trabajo ofrecido por la sociedad.
En el foro ‘Los retos de la educación’, expondrán sus visiones críticas y propositivas estamentos como la universidad, colegios, estudiantado, sector público y privado, porque la enseñanza y el aprendizaje son la palanca del progreso de la humanidad.