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Columnista - 23 diciembre, 2020

Los restos del 2020

A pesar de las dificultades acaecidas en este 2020 por la covid-19 y en medio de la influencia de la tecnología, las redes sociales, la comercialización de la navidad y los nuevos estilos de vida, seguimos celebrando y apostándole a las tradiciones de fin de año que nos ayudan a olvidar los ratos amargos que […]

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A pesar de las dificultades acaecidas en este 2020 por la covid-19 y en medio de la influencia de la tecnología, las redes sociales, la comercialización de la navidad y los nuevos estilos de vida, seguimos celebrando y apostándole a las tradiciones de fin de año que nos ayudan a olvidar los ratos amargos que nos ha dejado esta pandemia.

Tal es el caso de los juegos de aguinaldos, apreciados y practicados todavía por las familias colombianas y que desde luego acarician nuestro espíritu navideño y también nos recuerdan nuestra realidad, como es el caso del sí y el no, puesto de moda por Uribe y Santos en el pasado plebiscito y que todos los años practican las centrales obreras y el gobierno cuando discuten el aumento del salario mínimo, así como el Centro Democrático y la oposición que hasta dentro de su intimidad se echan una manito. Por lo pronto, Gustavo Petro sigue cantándole a los Roy Barrera, Benedetti y otros camaleónicos personajes: “Ven, ven, ven, ven a nuestras almas…”.

Y así mismo, debido al coronavirus fue casi imposible jugar a la tradicional pajita en boca, pues precisamente la pandemia nos obligó al uso permanente de tapabocas. Pero a propósito de paja lo que sí tuvimos fue la oportunidad de ver y escuchar a nuestro presentador presidencial Iván Duque en su programa de tv con su “A la nanita, nana nanita, nana, nanita nada”.

Algo parecido sucedió con el tradicional beso robado que, sacando el beso por puro protocolo, de lo que sí podemos hablar es de lo robado: contratos covid, y dónde me deja el Programa de Alimentación Escolar donde repartieron hasta carne de caballo. Esperemos que no se hayan llevado por delante al burro y a la mula del pesebre.

Y como no hablar del preguntar y no responder: ¿Qué pasa con los líderes sociales? ¿La vacuna pa’ cuándo? “Siguiente pregunta”, respondió alguien al fondo. El dar y no recibir tuvo un pequeño cambio, pues en el juego la Policía, como de costumbre, se dedicó a suministrar jugo de bolillo, pero esta vez obtuvo la indignación de la comunidad. Al mismo tiempo, el que sí recibió algo importante fue el presidente eterno Dr. Álvaro Uribe, a quien le dieron la libertad después de una corta pena en un estresante centro de reclusión de varios kilómetros.

De igual modo, las medianas y pequeñas empresas y el pueblo en general se apuntaron para jugar a los tres pies, pero solo recibieron pisotones del gobierno, mientras anunciaba las medidas económicas por la pandemia; y ni modo de gritar ¡mis aguinaldos! porque lo que se avecina es palo y precisamente de Carrasquilla, esa planta de tallos duros y vellosos y con nombre de ministro de Hacienda.  

En lo local, las tradiciones decembrinas también nos recuerdan que el año viejo del gobernador Monsalvo no se pudo quemar porque al final el hombre salió a salvo, mientras tanto el alcalde Mello Castro todavía está armando el pesebre del 2019 y dice que en el 2021 arranca la cosa. Por los lados de la Universidad Popular del Cesar sigue la quema y no precisamente de velas sino de rectores, a su vez que en el Valledupar FC se siguió cantando: “Mamá, ¿dónde está el ascenso?”; Papá Noel sigue esperando la seguridad en Valledupar y que terminen las obras del Centro Histórico para desfilar en su trineo. Amanecerá y veremos.

Esperemos que el nuevo año venga cargado de buenas noticias, bendiciones y vacuna para todos y que no se convierta en una inocentada como lo ha parecido ser este difícil 2020. ¡Feliz Navidad y próspero año!

Columnista
23 diciembre, 2020

Los restos del 2020

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Deivi Safady Safady

A pesar de las dificultades acaecidas en este 2020 por la covid-19 y en medio de la influencia de la tecnología, las redes sociales, la comercialización de la navidad y los nuevos estilos de vida, seguimos celebrando y apostándole a las tradiciones de fin de año que nos ayudan a olvidar los ratos amargos que […]


A pesar de las dificultades acaecidas en este 2020 por la covid-19 y en medio de la influencia de la tecnología, las redes sociales, la comercialización de la navidad y los nuevos estilos de vida, seguimos celebrando y apostándole a las tradiciones de fin de año que nos ayudan a olvidar los ratos amargos que nos ha dejado esta pandemia.

Tal es el caso de los juegos de aguinaldos, apreciados y practicados todavía por las familias colombianas y que desde luego acarician nuestro espíritu navideño y también nos recuerdan nuestra realidad, como es el caso del sí y el no, puesto de moda por Uribe y Santos en el pasado plebiscito y que todos los años practican las centrales obreras y el gobierno cuando discuten el aumento del salario mínimo, así como el Centro Democrático y la oposición que hasta dentro de su intimidad se echan una manito. Por lo pronto, Gustavo Petro sigue cantándole a los Roy Barrera, Benedetti y otros camaleónicos personajes: “Ven, ven, ven, ven a nuestras almas…”.

Y así mismo, debido al coronavirus fue casi imposible jugar a la tradicional pajita en boca, pues precisamente la pandemia nos obligó al uso permanente de tapabocas. Pero a propósito de paja lo que sí tuvimos fue la oportunidad de ver y escuchar a nuestro presentador presidencial Iván Duque en su programa de tv con su “A la nanita, nana nanita, nana, nanita nada”.

Algo parecido sucedió con el tradicional beso robado que, sacando el beso por puro protocolo, de lo que sí podemos hablar es de lo robado: contratos covid, y dónde me deja el Programa de Alimentación Escolar donde repartieron hasta carne de caballo. Esperemos que no se hayan llevado por delante al burro y a la mula del pesebre.

Y como no hablar del preguntar y no responder: ¿Qué pasa con los líderes sociales? ¿La vacuna pa’ cuándo? “Siguiente pregunta”, respondió alguien al fondo. El dar y no recibir tuvo un pequeño cambio, pues en el juego la Policía, como de costumbre, se dedicó a suministrar jugo de bolillo, pero esta vez obtuvo la indignación de la comunidad. Al mismo tiempo, el que sí recibió algo importante fue el presidente eterno Dr. Álvaro Uribe, a quien le dieron la libertad después de una corta pena en un estresante centro de reclusión de varios kilómetros.

De igual modo, las medianas y pequeñas empresas y el pueblo en general se apuntaron para jugar a los tres pies, pero solo recibieron pisotones del gobierno, mientras anunciaba las medidas económicas por la pandemia; y ni modo de gritar ¡mis aguinaldos! porque lo que se avecina es palo y precisamente de Carrasquilla, esa planta de tallos duros y vellosos y con nombre de ministro de Hacienda.  

En lo local, las tradiciones decembrinas también nos recuerdan que el año viejo del gobernador Monsalvo no se pudo quemar porque al final el hombre salió a salvo, mientras tanto el alcalde Mello Castro todavía está armando el pesebre del 2019 y dice que en el 2021 arranca la cosa. Por los lados de la Universidad Popular del Cesar sigue la quema y no precisamente de velas sino de rectores, a su vez que en el Valledupar FC se siguió cantando: “Mamá, ¿dónde está el ascenso?”; Papá Noel sigue esperando la seguridad en Valledupar y que terminen las obras del Centro Histórico para desfilar en su trineo. Amanecerá y veremos.

Esperemos que el nuevo año venga cargado de buenas noticias, bendiciones y vacuna para todos y que no se convierta en una inocentada como lo ha parecido ser este difícil 2020. ¡Feliz Navidad y próspero año!