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Columnista - 12 agosto, 2019

Los presidentes deben estar locos

‘Los dioses deben estar locos’ es una genial película de 1980, dirigida por Jamie Uys, y gira alrededor de una botella de Coca- Cola que lanzan desde un avión y cae en un grupo de bosquimanos y les complica la vida porque creen que los dioses la enviaron, no saben qué hacer con ‘la cosa’, […]

‘Los dioses deben estar locos’ es una genial película de 1980, dirigida por Jamie Uys, y gira alrededor de una botella de Coca- Cola que lanzan desde un avión y cae en un grupo de bosquimanos y les complica la vida porque creen que los dioses la enviaron, no saben qué hacer con ‘la cosa’, como le dicen, hasta el punto de que mandan a uno de sus integrantes, Xi, inolvidable, a llevarla hasta el final del mundo, de suerte que el simpático indígena del sur de África, recorre una gran parte del continente en medio de graciosas aventuras.

De ahí el título de esta columna. Fue el presidente de Bolivia, Evo Morales, el que me la recordó cuando aseguró: ‘La Coca-Cola sirve solo para destapar las cañerías’; y otras frases más, ya famosas como ‘Los indígenas se autosuicidaron antes de rendirse ante los españoles’ y tantas que dieron pie para que se publicara un libro ‘Cien frases de Evo Morales para la historia’.

El más célebre es el dictador Maduro con su arsenal de desafueros: entre ellos: ‘Bolívar era huérfano de esposa’, ‘Sería un autosuicidio colectivo de la economía del país’ y muchas más que el mundo conoce. Mauricio Macri de la Argentina: ‘Ser políticamente correcto es decir mentiras’, entre otras; López Obrador, de México, con la desafortunada aseveración: ‘El hampa del periodismo usa mucho la calumnia’, y su antecesor Peña Nieto, entre otras, dijo: ‘Yo sentí una vez un temblor que nadie más sintió’.

Los presidentes y políticos dicen tal cantidad de frases absurdas o tienen actitudes tan extrañas que se ganan a Xi el bosquimano. Pepe Mojica, por ejemplo, a quien había admirado, se desfasó cuando se refirió a la tanqueta cruel que envistió a venezolanos que protestaban. ‘Nadie se debe poner delante de una tanqueta’. Jair Bolsonaro, de Brasil, ‘Jamás te violaría porque no te lo mereces’, le dijo a la diputada María Do Rosario, y otra ‘Sería incapaz de amar a un hijo homosexual’.

Donald Trump. ‘Podría disparar a gente en la Quinta Avenida y no perdería votos’ y la xenofóbica: ‘México nos envía a la gente que tiene muchos problemas, que trae drogas, crímenes, que son violadores’.

Los gobernantes colombianos, los políticos, los alcaldes, los gobernadores, sin excepción, han dejado un reguero de frases polémicas, divertidas, incomprensibles, banales, y para estar a la moda, virales. Al mencionarlas se sabe quién las dijo: ‘Tenemos que reducir la corrupción a sus debidas proporciones’, ‘Hay que linchar a los corruptos, nada de pañitos tibios’; ‘No hay que confundir moral con política’; ‘Uno tiene que haber hecho algo malo en la vida para que lo nombren ministro’; ‘La plata que uno le mete al Chocó es como meterle perfume a un bollo’; ‘El sexo entre hombres es excremental’.

No son conscientes que cualquier frase mal dicha puede ofender o calificarlo de mil maneras. En nuestro país son muchas, aumentan, se siguen esgrimiendo como si con eso fueran a botar la botella, que les cayó del cielo, al fin del mundo y se acabarán los problemas; no recuerdan los gobernantes y políticos que lo que les cayó del cielo fue un mandato, un poder para ayudar a sus comunidades, a sus países y recordar que “de la abundancia del corazón habla la boca”. Y tomo una de las frases muy repetidas en Colombia, parafraseándola: ´’Todo esto que escribo pasó a mis espaldas’.

Columnista
12 agosto, 2019

Los presidentes deben estar locos

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Mary Daza Orozco

‘Los dioses deben estar locos’ es una genial película de 1980, dirigida por Jamie Uys, y gira alrededor de una botella de Coca- Cola que lanzan desde un avión y cae en un grupo de bosquimanos y les complica la vida porque creen que los dioses la enviaron, no saben qué hacer con ‘la cosa’, […]


‘Los dioses deben estar locos’ es una genial película de 1980, dirigida por Jamie Uys, y gira alrededor de una botella de Coca- Cola que lanzan desde un avión y cae en un grupo de bosquimanos y les complica la vida porque creen que los dioses la enviaron, no saben qué hacer con ‘la cosa’, como le dicen, hasta el punto de que mandan a uno de sus integrantes, Xi, inolvidable, a llevarla hasta el final del mundo, de suerte que el simpático indígena del sur de África, recorre una gran parte del continente en medio de graciosas aventuras.

De ahí el título de esta columna. Fue el presidente de Bolivia, Evo Morales, el que me la recordó cuando aseguró: ‘La Coca-Cola sirve solo para destapar las cañerías’; y otras frases más, ya famosas como ‘Los indígenas se autosuicidaron antes de rendirse ante los españoles’ y tantas que dieron pie para que se publicara un libro ‘Cien frases de Evo Morales para la historia’.

El más célebre es el dictador Maduro con su arsenal de desafueros: entre ellos: ‘Bolívar era huérfano de esposa’, ‘Sería un autosuicidio colectivo de la economía del país’ y muchas más que el mundo conoce. Mauricio Macri de la Argentina: ‘Ser políticamente correcto es decir mentiras’, entre otras; López Obrador, de México, con la desafortunada aseveración: ‘El hampa del periodismo usa mucho la calumnia’, y su antecesor Peña Nieto, entre otras, dijo: ‘Yo sentí una vez un temblor que nadie más sintió’.

Los presidentes y políticos dicen tal cantidad de frases absurdas o tienen actitudes tan extrañas que se ganan a Xi el bosquimano. Pepe Mojica, por ejemplo, a quien había admirado, se desfasó cuando se refirió a la tanqueta cruel que envistió a venezolanos que protestaban. ‘Nadie se debe poner delante de una tanqueta’. Jair Bolsonaro, de Brasil, ‘Jamás te violaría porque no te lo mereces’, le dijo a la diputada María Do Rosario, y otra ‘Sería incapaz de amar a un hijo homosexual’.

Donald Trump. ‘Podría disparar a gente en la Quinta Avenida y no perdería votos’ y la xenofóbica: ‘México nos envía a la gente que tiene muchos problemas, que trae drogas, crímenes, que son violadores’.

Los gobernantes colombianos, los políticos, los alcaldes, los gobernadores, sin excepción, han dejado un reguero de frases polémicas, divertidas, incomprensibles, banales, y para estar a la moda, virales. Al mencionarlas se sabe quién las dijo: ‘Tenemos que reducir la corrupción a sus debidas proporciones’, ‘Hay que linchar a los corruptos, nada de pañitos tibios’; ‘No hay que confundir moral con política’; ‘Uno tiene que haber hecho algo malo en la vida para que lo nombren ministro’; ‘La plata que uno le mete al Chocó es como meterle perfume a un bollo’; ‘El sexo entre hombres es excremental’.

No son conscientes que cualquier frase mal dicha puede ofender o calificarlo de mil maneras. En nuestro país son muchas, aumentan, se siguen esgrimiendo como si con eso fueran a botar la botella, que les cayó del cielo, al fin del mundo y se acabarán los problemas; no recuerdan los gobernantes y políticos que lo que les cayó del cielo fue un mandato, un poder para ayudar a sus comunidades, a sus países y recordar que “de la abundancia del corazón habla la boca”. Y tomo una de las frases muy repetidas en Colombia, parafraseándola: ´’Todo esto que escribo pasó a mis espaldas’.