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Columnista - 23 diciembre, 2013

Los pollitos quedaron sin papá

Por Luis Eduardo Acosta Medina  “Era que Dios se sentía solo y necesitaba un compañero allá en el cielo” Evidentemente, como dice Poncho Cotes, en la canción titulada, “Un ángel más en el cielo”, incluida por los Hermanos Zuleta en el L.P “Mañanitas de invierno” en en año 1993, al parecer, Dios no creyó que […]

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Por Luis Eduardo Acosta Medina 

“Era que Dios se sentía solo y necesitaba un compañero allá en el cielo”

Evidentemente, como dice Poncho Cotes, en la canción titulada, “Un ángel más en el cielo”, incluida por los Hermanos Zuleta en el L.P “Mañanitas de invierno” en en año 1993, al parecer, Dios no creyó que era suficiente con los acordeoneros cantantes y compositores que nos ha arrebatado, y esta vez vino por el Cacique, a quien sus fanáticos consideraban el papá de los pollitos, el insustituible Diomedes Díaz.

Sin duda, a la parranda celestial, a la cual se refiere Alain Cárcamo, en la canción que le grabó Jorge Oñate con Alvarito López en el año 1993, le llegó el que faltaba, pues, ya Juancho, Colacho y el Debe López, lo debían estar extrañando, pues, como solía hacerlo para las presentaciones, el ilustre hijo de la Junta, los mandó adelante, y el no había aparecido, hasta cuando le dio la gana, y fue así, pues, estaba en sus manos la prolongación de su propia existencia, pero pudo más su decisión de continuar con ritmo de vida que todos sabíamos contraindicado para su salud, hasta que su buen corazón le pasó la ultima cuenta de cobro.

Así como Rafael Orozco, Héctor Zuleta y Juancho Roys, tiene la muerte terrenal del hijo de la vieja Elvira la particularidad, de que son insustituibles, porque cada uno de ellos creo su estilo en lo suyo, no le copiaron a nadie y su huella entre los demás mortales, es indeleble, imborrable e inocultable, y así como lo manifiesta Juan Segundo Lagos en la canción “El difunto trovador”, grabada en el año 1992 por los Zuleta, es muy cierto, que “hay músicos nuevos y otros excelentes”, pero los que se han marchado para siempre, por eso, nunca estaremos satisfechos, con más razón, si los perdimos en la plenitud de su primavera.

Hay una extraña coincidencia, en la partida del Gran Colacho Mendoza, y la reciente muerte de Diomedes; la última grabación que hizo el caracolicero de la nota briosa y picada la hizo para acompañar en el canto a Rafael Santos en un CD de Fiesta Vallenata prensado por la SONY, y en la que seria a la postre su última producción discográfica para la misma disquera, el Cacique de la junta, canto una canción a dúo con su hijo, Martin Elías como si estuviera presintiendo el desenlace fatal, seguramente, se estaba despidiendo de sus seguidores, quienes le festejaban todo, y ahora con justificadas lagrimas, festejaran su predecible, pero también inesperada partida.

“El día que se acabe mi vida les dejo mi canto y mi fama”

Columnista
23 diciembre, 2013

Los pollitos quedaron sin papá

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Eduardo Acosta Medina

Por Luis Eduardo Acosta Medina  “Era que Dios se sentía solo y necesitaba un compañero allá en el cielo” Evidentemente, como dice Poncho Cotes, en la canción titulada, “Un ángel más en el cielo”, incluida por los Hermanos Zuleta en el L.P “Mañanitas de invierno” en en año 1993, al parecer, Dios no creyó que […]


Por Luis Eduardo Acosta Medina 

“Era que Dios se sentía solo y necesitaba un compañero allá en el cielo”

Evidentemente, como dice Poncho Cotes, en la canción titulada, “Un ángel más en el cielo”, incluida por los Hermanos Zuleta en el L.P “Mañanitas de invierno” en en año 1993, al parecer, Dios no creyó que era suficiente con los acordeoneros cantantes y compositores que nos ha arrebatado, y esta vez vino por el Cacique, a quien sus fanáticos consideraban el papá de los pollitos, el insustituible Diomedes Díaz.

Sin duda, a la parranda celestial, a la cual se refiere Alain Cárcamo, en la canción que le grabó Jorge Oñate con Alvarito López en el año 1993, le llegó el que faltaba, pues, ya Juancho, Colacho y el Debe López, lo debían estar extrañando, pues, como solía hacerlo para las presentaciones, el ilustre hijo de la Junta, los mandó adelante, y el no había aparecido, hasta cuando le dio la gana, y fue así, pues, estaba en sus manos la prolongación de su propia existencia, pero pudo más su decisión de continuar con ritmo de vida que todos sabíamos contraindicado para su salud, hasta que su buen corazón le pasó la ultima cuenta de cobro.

Así como Rafael Orozco, Héctor Zuleta y Juancho Roys, tiene la muerte terrenal del hijo de la vieja Elvira la particularidad, de que son insustituibles, porque cada uno de ellos creo su estilo en lo suyo, no le copiaron a nadie y su huella entre los demás mortales, es indeleble, imborrable e inocultable, y así como lo manifiesta Juan Segundo Lagos en la canción “El difunto trovador”, grabada en el año 1992 por los Zuleta, es muy cierto, que “hay músicos nuevos y otros excelentes”, pero los que se han marchado para siempre, por eso, nunca estaremos satisfechos, con más razón, si los perdimos en la plenitud de su primavera.

Hay una extraña coincidencia, en la partida del Gran Colacho Mendoza, y la reciente muerte de Diomedes; la última grabación que hizo el caracolicero de la nota briosa y picada la hizo para acompañar en el canto a Rafael Santos en un CD de Fiesta Vallenata prensado por la SONY, y en la que seria a la postre su última producción discográfica para la misma disquera, el Cacique de la junta, canto una canción a dúo con su hijo, Martin Elías como si estuviera presintiendo el desenlace fatal, seguramente, se estaba despidiendo de sus seguidores, quienes le festejaban todo, y ahora con justificadas lagrimas, festejaran su predecible, pero también inesperada partida.

“El día que se acabe mi vida les dejo mi canto y mi fama”