El jugador de la Selección Colombia y del Olimpia del Paraguay, Farid Díaz, aprovecha sus vacaciones en Valledupar para satisfacer su inclinación por la música de picós.
na champeta africana suena a todo timbal. Aquellas que inmortalizaron a los grandes de este género musical repiquetean en las estrechas calles del barrio Villa Miriam, en el suroccidente de la capital del Cesar.
El pavimento mojado suele temblar. Aquel desprevenido se asoma con misterio como queriendo identificar de dónde viene el sonido brillante y retumbante, acompañado por una melodía de música pegajosa.
Poco a poco van llegando los curiosos para ser testigos directo de la euforia que se desprende de un picó llamado F-19, que en cuya parte superior aparecen ocho escudos de equipos profesionales del fútbol nacional e internacional que etiquetean al dueño de la máquina de sonido.
En medio de la algarabía musical resalta una figura deportiva, aquel que se convirtió en semblante sublime e ícono del fútbol cesarense en el exterior. Farid Díaz sorprendió a sus vecinos con aquellos ritmos pegajosos de descendencia africana. La mañana del 22 de diciembre fue diferente a las demás para los habitantes de la manzana 20 de Villa Miriam porque ahí estaba el aparato recién comprado por el exjugador de Atlético Nacional y lateral del Olimpia del Paraguay. Una mañana inédita en la que muchos se preguntaban de dónde venía esa música africana.
Repiquetea una canción de Anne Zwing o de M’bilia Bel, la reina del soukus y figura rutilante de este tipo de cánticos, mientras decenas de personas forman una multitud para rendirle tributo al F-19. Sí, así se llama la máquina como tributo a su nombre y por llevar siempre a su espalda el número que para él se convirtió en tabú.
Farid Díaz le dio rienda suelta a lo que siempre quiso tener: un picó para olvidarse por un momento de los aplausos o silbidos de un majestuoso estadio de fútbol para ocupar sus oídos en las melodías champeteras de antaño.
“Siempre quise tener un picó en mi casa, soy aficionado a la champeta africana; cuando iba a Barranquilla en vacaciones disfrutaba mucho de estos espectáculos, ahora que estuve allá me decidí a comprarlo y lo coloqué el 22 y el 24 de diciembre aquí en el barrio. Me gusta cómo suena, no hubo ningún problema porque a la gente de por aquí también le gusta este tipo de máquinas de música”, reconoció Farid Díaz, quien por estos días disfruta sus vacaciones en Valledupar, después de salir subcampeón en el fútbol paraguayo.
Los picós son un potente equipo de sonido, reproductores en especial de la champeta que nació en los barrios populares de Bolívar y Atlántico, cuando a Colombia entraron folclores musicales africanos provenientes de países como Congo y territorios afrodescendientes de la región Caribe.
Esta tradición evolucionó y convocó a músicos, cantantes, artistas gráficos, carpinteros y electricistas para construir la estruendosa caja, en la que se congregan desde mediados del siglo pasado, o antes, un sinnúmero de personas de las comunidades marginadas para disfrutar de la melodía y crear una danza propia.
Es que lateral de la Selección Colombia necesitaba retornar a su ambiente, después de seis meses en Paraguay, en donde la cultura es más reservada y la euforia musical no hace parte del entorno cultural guaraní. “Allá la cultura es más reservada, es muy raro escuchar música a todo volumen. Acá coloco música de todos los estilos, pero me gusta más la champeta africana”, reconoció el jugador de 34 años.
Pese a terminar segundo, por detrás del campeón Cerro Porteño, Farid Díaz tuvo poco chance de actuar en la titular de Olimpia. “Tuve un desgarro en el gemelo de la pierna derecha producto de una recarga muscular, por lo que me perdí cuatro partidos de eliminatorias y nueve partidos del torneo doméstico, la idea es recuperarme 100% para jugar y hacer un buen torneo porque quiero estar en el Mundial de Rusia”, advirtió el defensa cesarense.
Incluso, los pocos partidos que jugó como titular también tuvieron que ver con el molde futbolístico que pretendían los dos técnicos que tuvo Olimpia del Paraguay. “Con el técnico Almeida tuve pocos juegos porque la idea de él era diferente, luego llegó Bobadilla y el equipo creció. Ahora contrataron a Daniel Garnero con quien espero jugar”, dijo Farid Díaz.
Sobre las diferencias de los estilos de juego paraguayo y colombiano, el lateral oriundo del municipio de Codazzi, Cesar, explicó que “allá el fútbol es de mayor fricción, se lucha más y es más aguerrido, de todos modos, todo es cuestión de sacrificio y adaptarse a lo que el cuerpo técnico quiere”.
Por último, descartó por momentos cualquier acercamiento con Junior de Barranquilla. “Siempre que termina una temporada se corren muchos rumores, yo tengo contrato con Olimpia hasta el 30 de junio próximo, nadie de los directivos de Junior se me ha acercado, ojalá fuera cierto ese interés del equipo barranquillero”.
Por último recordó que a comienzos del semestre que termina estuvo a punto de concretarse su paso al equipo ‘tiburón’ y que no está cerrado a cualquier oportunidad, mientras medios de Barranquilla dicen que el jugador le interesa al equipo rojiblanco. Con Olimpia del Paraguay, el cesarense disputó en este año 11 partidos, ocho de ellos disputando los 90 minutos.
Nibaldo Bustamante/EL PILÓN
El jugador de la Selección Colombia y del Olimpia del Paraguay, Farid Díaz, aprovecha sus vacaciones en Valledupar para satisfacer su inclinación por la música de picós.
na champeta africana suena a todo timbal. Aquellas que inmortalizaron a los grandes de este género musical repiquetean en las estrechas calles del barrio Villa Miriam, en el suroccidente de la capital del Cesar.
El pavimento mojado suele temblar. Aquel desprevenido se asoma con misterio como queriendo identificar de dónde viene el sonido brillante y retumbante, acompañado por una melodía de música pegajosa.
Poco a poco van llegando los curiosos para ser testigos directo de la euforia que se desprende de un picó llamado F-19, que en cuya parte superior aparecen ocho escudos de equipos profesionales del fútbol nacional e internacional que etiquetean al dueño de la máquina de sonido.
En medio de la algarabía musical resalta una figura deportiva, aquel que se convirtió en semblante sublime e ícono del fútbol cesarense en el exterior. Farid Díaz sorprendió a sus vecinos con aquellos ritmos pegajosos de descendencia africana. La mañana del 22 de diciembre fue diferente a las demás para los habitantes de la manzana 20 de Villa Miriam porque ahí estaba el aparato recién comprado por el exjugador de Atlético Nacional y lateral del Olimpia del Paraguay. Una mañana inédita en la que muchos se preguntaban de dónde venía esa música africana.
Repiquetea una canción de Anne Zwing o de M’bilia Bel, la reina del soukus y figura rutilante de este tipo de cánticos, mientras decenas de personas forman una multitud para rendirle tributo al F-19. Sí, así se llama la máquina como tributo a su nombre y por llevar siempre a su espalda el número que para él se convirtió en tabú.
Farid Díaz le dio rienda suelta a lo que siempre quiso tener: un picó para olvidarse por un momento de los aplausos o silbidos de un majestuoso estadio de fútbol para ocupar sus oídos en las melodías champeteras de antaño.
“Siempre quise tener un picó en mi casa, soy aficionado a la champeta africana; cuando iba a Barranquilla en vacaciones disfrutaba mucho de estos espectáculos, ahora que estuve allá me decidí a comprarlo y lo coloqué el 22 y el 24 de diciembre aquí en el barrio. Me gusta cómo suena, no hubo ningún problema porque a la gente de por aquí también le gusta este tipo de máquinas de música”, reconoció Farid Díaz, quien por estos días disfruta sus vacaciones en Valledupar, después de salir subcampeón en el fútbol paraguayo.
Los picós son un potente equipo de sonido, reproductores en especial de la champeta que nació en los barrios populares de Bolívar y Atlántico, cuando a Colombia entraron folclores musicales africanos provenientes de países como Congo y territorios afrodescendientes de la región Caribe.
Esta tradición evolucionó y convocó a músicos, cantantes, artistas gráficos, carpinteros y electricistas para construir la estruendosa caja, en la que se congregan desde mediados del siglo pasado, o antes, un sinnúmero de personas de las comunidades marginadas para disfrutar de la melodía y crear una danza propia.
Es que lateral de la Selección Colombia necesitaba retornar a su ambiente, después de seis meses en Paraguay, en donde la cultura es más reservada y la euforia musical no hace parte del entorno cultural guaraní. “Allá la cultura es más reservada, es muy raro escuchar música a todo volumen. Acá coloco música de todos los estilos, pero me gusta más la champeta africana”, reconoció el jugador de 34 años.
Pese a terminar segundo, por detrás del campeón Cerro Porteño, Farid Díaz tuvo poco chance de actuar en la titular de Olimpia. “Tuve un desgarro en el gemelo de la pierna derecha producto de una recarga muscular, por lo que me perdí cuatro partidos de eliminatorias y nueve partidos del torneo doméstico, la idea es recuperarme 100% para jugar y hacer un buen torneo porque quiero estar en el Mundial de Rusia”, advirtió el defensa cesarense.
Incluso, los pocos partidos que jugó como titular también tuvieron que ver con el molde futbolístico que pretendían los dos técnicos que tuvo Olimpia del Paraguay. “Con el técnico Almeida tuve pocos juegos porque la idea de él era diferente, luego llegó Bobadilla y el equipo creció. Ahora contrataron a Daniel Garnero con quien espero jugar”, dijo Farid Díaz.
Sobre las diferencias de los estilos de juego paraguayo y colombiano, el lateral oriundo del municipio de Codazzi, Cesar, explicó que “allá el fútbol es de mayor fricción, se lucha más y es más aguerrido, de todos modos, todo es cuestión de sacrificio y adaptarse a lo que el cuerpo técnico quiere”.
Por último, descartó por momentos cualquier acercamiento con Junior de Barranquilla. “Siempre que termina una temporada se corren muchos rumores, yo tengo contrato con Olimpia hasta el 30 de junio próximo, nadie de los directivos de Junior se me ha acercado, ojalá fuera cierto ese interés del equipo barranquillero”.
Por último recordó que a comienzos del semestre que termina estuvo a punto de concretarse su paso al equipo ‘tiburón’ y que no está cerrado a cualquier oportunidad, mientras medios de Barranquilla dicen que el jugador le interesa al equipo rojiblanco. Con Olimpia del Paraguay, el cesarense disputó en este año 11 partidos, ocho de ellos disputando los 90 minutos.
Nibaldo Bustamante/EL PILÓN