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Columnista - 7 enero, 2024

Los nuevos mandatarios

Como los problemas de las ciudades y regiones no son muy distintos unos de otros, los compromisos de los mandatarios terminaron girando en los mismos ejes: seguridad, movilidad, agenda social, austeridad, probidad, crecimiento y empleo.

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Culmina la primera semana del año en medio de las posesiones de los nuevos mandatarios locales y regionales, de discursos y anuncios, caras nuevas en los despachos públicos y, en general, un ambiente de optimismo, mezcla de nuevo año y expectativas de cambio.

En prácticamente todas las ciudades y regiones los nuevos alcaldes y gobernadores se eligieron cabalgando sobre el desprestigio e impopularidad de sus antecesores. No les fue tan difícil ante la proverbial incompetencia de muchos de los autoidentificados progresistas y, como lo he señalado en esta columna, ante el rechazo de la ciudadanía a las políticas del gobierno Petro.

Es innegable que se respira un ambiente de optimismo, de esperanza en que las cosas van a cambiar. Grandes expectativas que se van a encontrar con dos circunstancias no muy favorables. La primera, la dificultad de producir resultados en el muy corto plazo, o sea, antes de un año. Y la segunda, la realidad de que la ciudadanía ya no concede lunas de miel más allá de ese plazo.

Como los problemas de las ciudades y regiones no son muy distintos unos de otros, los compromisos de los mandatarios terminaron girando en los mismos ejes: seguridad, movilidad, agenda social, austeridad, probidad, crecimiento y empleo. Veamos cada uno de ellos:

La seguridad es de lejos el principal compromiso que animó a los electores. No deja de ser paradójico que en un gobierno que se proclama potencia mundial de la vida el mayor flagelo de la ciudadanía sea precisamente el delito en todas sus manifestaciones. Ante esta situación la gente espera recuperar su seguridad por cuenta de sus autoridades locales, lo cual, seamos francos, no deja de ser una ilusión, al menos en el corto plazo. En primer lugar, porque un mayor pie de fuerza depende del Gobierno Nacional, y aun existiendo la decisión, que no existe, toma bastante tiempo. Pensemos que los procesos de incorporación y formación son lentos. El de cualquier subteniente o comisario de policía toma al menos 8 años. En junio de 2024 se graduarán 7.000 patrulleros y en noviembre un número similar, a lo que habrá que restar los que se retiran. Esto para todo el país. Totalmente insuficiente. Además, el problema del hacinamiento carcelario tampoco depende de ellos, y menos las necesarias reformas del estatuto penal.

En cuanto a la movilidad, es imposible para los alcaldes estructurar y financiar los grandes proyectos sin el apoyo del Gobierno Nacional. Lo que sí tendrán que hacer desde el primero momento es estructurar todos los proyectos que prometieron en campaña para con suerte poder dejarlos contratados al final de los cuatro años.

Todos han hecho grandes promesas en materia social, particularmente en la creación de empleos y en temas sensibles como educación, salud, saneamiento y vivienda. Tendrán que estar muy atentos, pues son ellos los que tendrán que hacer frente a la debacle que se puede venir si se aprueba el proyecto de reforma de la salud que hace trámite en el Congreso. Y en temas como la vivienda es poco lo que se puede hacer a nivel local si el Gobierno Nacional mantiene colapsado el sector.

Al Gobierno nunca le gustaron los Panamericanos en Barranquilla. Esta es la cruda verdad. Tampoco le gustan la autopista Norte, ni la ALO, ni el regiotram ni el metro. Ni nada en ciudades donde no se sienten apoyados. Y ese sí es el principal problema de los nuevos mandatarios.

A los nuevos alcaldes y gobernadores y a sus excelentes gabinetes les deseo lo mejor, que puedan llevar a cabo sus programas de campaña y cumplirle a una ciudadanía que ya entendió que nada puede esperar del Gobierno Nacional y que ha fincado todas sus esperanzas en los mandatarios que eligió.

Por. Germán Vargas Lleras

Columnista
7 enero, 2024

Los nuevos mandatarios

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Germán Vargas Lleras

Como los problemas de las ciudades y regiones no son muy distintos unos de otros, los compromisos de los mandatarios terminaron girando en los mismos ejes: seguridad, movilidad, agenda social, austeridad, probidad, crecimiento y empleo.


Culmina la primera semana del año en medio de las posesiones de los nuevos mandatarios locales y regionales, de discursos y anuncios, caras nuevas en los despachos públicos y, en general, un ambiente de optimismo, mezcla de nuevo año y expectativas de cambio.

En prácticamente todas las ciudades y regiones los nuevos alcaldes y gobernadores se eligieron cabalgando sobre el desprestigio e impopularidad de sus antecesores. No les fue tan difícil ante la proverbial incompetencia de muchos de los autoidentificados progresistas y, como lo he señalado en esta columna, ante el rechazo de la ciudadanía a las políticas del gobierno Petro.

Es innegable que se respira un ambiente de optimismo, de esperanza en que las cosas van a cambiar. Grandes expectativas que se van a encontrar con dos circunstancias no muy favorables. La primera, la dificultad de producir resultados en el muy corto plazo, o sea, antes de un año. Y la segunda, la realidad de que la ciudadanía ya no concede lunas de miel más allá de ese plazo.

Como los problemas de las ciudades y regiones no son muy distintos unos de otros, los compromisos de los mandatarios terminaron girando en los mismos ejes: seguridad, movilidad, agenda social, austeridad, probidad, crecimiento y empleo. Veamos cada uno de ellos:

La seguridad es de lejos el principal compromiso que animó a los electores. No deja de ser paradójico que en un gobierno que se proclama potencia mundial de la vida el mayor flagelo de la ciudadanía sea precisamente el delito en todas sus manifestaciones. Ante esta situación la gente espera recuperar su seguridad por cuenta de sus autoridades locales, lo cual, seamos francos, no deja de ser una ilusión, al menos en el corto plazo. En primer lugar, porque un mayor pie de fuerza depende del Gobierno Nacional, y aun existiendo la decisión, que no existe, toma bastante tiempo. Pensemos que los procesos de incorporación y formación son lentos. El de cualquier subteniente o comisario de policía toma al menos 8 años. En junio de 2024 se graduarán 7.000 patrulleros y en noviembre un número similar, a lo que habrá que restar los que se retiran. Esto para todo el país. Totalmente insuficiente. Además, el problema del hacinamiento carcelario tampoco depende de ellos, y menos las necesarias reformas del estatuto penal.

En cuanto a la movilidad, es imposible para los alcaldes estructurar y financiar los grandes proyectos sin el apoyo del Gobierno Nacional. Lo que sí tendrán que hacer desde el primero momento es estructurar todos los proyectos que prometieron en campaña para con suerte poder dejarlos contratados al final de los cuatro años.

Todos han hecho grandes promesas en materia social, particularmente en la creación de empleos y en temas sensibles como educación, salud, saneamiento y vivienda. Tendrán que estar muy atentos, pues son ellos los que tendrán que hacer frente a la debacle que se puede venir si se aprueba el proyecto de reforma de la salud que hace trámite en el Congreso. Y en temas como la vivienda es poco lo que se puede hacer a nivel local si el Gobierno Nacional mantiene colapsado el sector.

Al Gobierno nunca le gustaron los Panamericanos en Barranquilla. Esta es la cruda verdad. Tampoco le gustan la autopista Norte, ni la ALO, ni el regiotram ni el metro. Ni nada en ciudades donde no se sienten apoyados. Y ese sí es el principal problema de los nuevos mandatarios.

A los nuevos alcaldes y gobernadores y a sus excelentes gabinetes les deseo lo mejor, que puedan llevar a cabo sus programas de campaña y cumplirle a una ciudadanía que ya entendió que nada puede esperar del Gobierno Nacional y que ha fincado todas sus esperanzas en los mandatarios que eligió.

Por. Germán Vargas Lleras