Diez niños fueron recuperados de las calles de Valledupar, en donde habían estado en contacto con las drogas, con la mendicidad y con explotación laboral; luego de varios meses de seguimiento, ahora en un techo seguro, hablan de la paz, del amor y de la navidad.
Juan Camilo a sus 12 años, ya era un ferviente consumidor de bóxer; su desayuno era una inhalación del pegante, las mañanas en el semáforo hacía malabares por 100 pesos, el almuerzo pan con coca cola; la siesta a cualquier hora, las tardes eran la misma rutina. La escuela se la arrebataron sus “amigos” y, a los 13 años, era parte de un grupo de niños en condición de calle, que ninguna entidad había podido recuperar.
La cifra es desconocida, pero la administración municipal, sin desconocer una situación alarmante, identificó a más de 15 menores que viven desde hace varios años, en condición de calle; lo que significa, consumo de alucinógenos, trabajo en la informalidad, contacto con la explotación sexual y con la mendicidad; a ellos se les comenzó a realizar un seguimiento para poder iniciar, algún día, un restablecimiento de sus derechos.
La Fundación para el Desarrollo de la Infancia, la Adolescencia y la Juventud, Fundinaj, aseguró haber identificado a más de 28 niños en esa condición en el año 2012. Esa lista coincidía con la de la Alcaldía y aportaba datos de otros menores.
Mientras las entidades buscaban la manera de recuperar a estos niños, ellos perfeccionaban su estrategia de evasión, desplazándose por la ciudad a diferentes horas del día, cosa que durante años realizaron. Estaban aquí, pero eran invisibles; porque, aunque el tema de la mendicidad es constantemente abanderado por personas e instituciones, nadie hacia algo para devolverles a estos niños su derecho a ser niños.
Así que Juan Camilo, Andrés, Juan José, Anyis -y su bebé de 3 meses de gestación- y otros 10 niños, siguieron consumiendo las drogas que estuvieran al alcance de la mano, porque más que su negativa a ser internados, en Valledupar no había dónde iniciar un proceso que apoyara el de la desintoxicación y la intervención psicosocial.
El Tribunal Superior del Distrito Judicial de Valledupar hace responsable, a través de una acción de tutela, a tres entidades sobre todo lo concerniente a los niños mendigos y drogadictos de la ciudad; ese fallo ocurrió en 2011, pero hasta ahora sucede algo concreto para la atención de los menores.
“La Alcaldías Municipal, el ICBF y la Gobernación del Cesar, son las tres entidades responsables de atender las necesidades de esos niños y, después de dos años, no se había dado cumplimiento al fallo, estaba en el aire. Nos reunimos varias veces con esas entidades y se decía que no había una institución habilitada para atender a los niños; de manera que iniciamos el Centro de Protección a la Niñez”, dijo Robert Fernández Tovar, director de Fundinaj.
La infraestructura en donde funciona el Centro, tiene capacidad para 45 niños, pero hoy solo alberga a 15; diez cupos los aporta la Alcaldía y la Fundación dio cabida a cuatro niños más. Una vez nace la fundación, sus directivas aseguran que el ICBF debía responder por 20 niños, la Alcaldía con 10 y la Gobernación con 15 cupos más; pero, hasta ahora, solo el Municipio ha hecho el aporte.
La experiencia arrancó hace más de un mes con la recuperación de varios niños, que Gestión Social Municipal había seguido desde el 2012 por toda la ciudad; el trabajo ya estaba adelantado y los niños confiaban, de manera que llevarlos hasta el Centro no fue difícil a esas alturas, pero ahora había que recuperar a otros más.
Los niños que antes permanecían en los semáforos, en el río u otros lugares, tenían un líder que no pasaba de 13 años. A Juan Camilo le decían “Comanchy” en la calle, era un jefe natural del grupo, invitaba a otros menores, en condición de calle, a cobijarse en su equipo.
Juan Camilo despertó en un mes de una larga pesadilla, tal vez porque estaba cansado de no ser un niño como otros, a los que veía a diario en los parques con sus padres; ahora, desde un carro de la Fundación, comenzó a identificar a otros muchachos que estaban en la calle como él.
Lo que ellos piensan…
EL PILÓN dialogó con los niños y las niñas del Centro de Protección a la Niñez, sobre su vida actual, lo que sucedió en las calles y lo que piensan de temas como la paz, el amor y la Navidad. Cinco niños no sabían qué significa la Navidad, pero saben lo que ellos quisieran en esa época.
“Es pasarla lindo con la familia, estar recogido en la casa de uno, no estar en las calle esperando la muerte”; dijo, sobre la Navidad, Andrés de 13 años.
“Cuando uno no anda en guerra y uno está juicioso en casa, sin pelear por ahí. Evitando los problemas se hace la paz, hablando”, dijo Anyerson de 13 años, sobre la paz.
“Llevar a la familia, a mi mamá a comer, a que la pase bacano y bien sabroso, llevarla a comer a donde sea, dónde ella quiera, ir a paseo, aquí hacen bastante paseo”, dijo Emanuel de 13 años, sobre el amor. También dijo que Dios le había mandado la plata al Alcalde para que construyera ese lugar en donde él está y le dan las tres comidas.
La Liga de Boxeo y el Valledupar F.C., abrieron sus puertas a estos niños para que empezaran a cumplir sueños. Ahora los Prescott, campeones nacionales del boxeo, los entrenan y en el estadio Armando Maestre Pavajeau, patean la pelota.
Hablar con las niñas fue más difícil, porque aunque sus edades no son mayores a las de los niños, ellas tienen otras prioridades y preocupaciones. También hay víctimas de la droga y de la violencia sexual.
Daniela, de 14 años: “La Navidad es una época para pasarla en familia, se hace de todo un poquito, lo que no se debe hacer en Navidad es jugar con pólvora”.
Sanyi, de 14 años: “La paz es no pelear. La paz trae amistad”
Iris de 14 años: “Que expresemos los sentimientos de la familia, de madre hacia hijo, de hijo hacia padre”.
Los niños del Centro pasarán Navidad y Año Nuevo bajo un techo seguro, luego de años de recorrer las calles y sufrir por el consumo de drogas y por la violencia sexual; ahora están vinculados a la música, el deporte y los estudios de emprendimiento.
Por Andrés Llamas Nova
Diez niños fueron recuperados de las calles de Valledupar, en donde habían estado en contacto con las drogas, con la mendicidad y con explotación laboral; luego de varios meses de seguimiento, ahora en un techo seguro, hablan de la paz, del amor y de la navidad.
Juan Camilo a sus 12 años, ya era un ferviente consumidor de bóxer; su desayuno era una inhalación del pegante, las mañanas en el semáforo hacía malabares por 100 pesos, el almuerzo pan con coca cola; la siesta a cualquier hora, las tardes eran la misma rutina. La escuela se la arrebataron sus “amigos” y, a los 13 años, era parte de un grupo de niños en condición de calle, que ninguna entidad había podido recuperar.
La cifra es desconocida, pero la administración municipal, sin desconocer una situación alarmante, identificó a más de 15 menores que viven desde hace varios años, en condición de calle; lo que significa, consumo de alucinógenos, trabajo en la informalidad, contacto con la explotación sexual y con la mendicidad; a ellos se les comenzó a realizar un seguimiento para poder iniciar, algún día, un restablecimiento de sus derechos.
La Fundación para el Desarrollo de la Infancia, la Adolescencia y la Juventud, Fundinaj, aseguró haber identificado a más de 28 niños en esa condición en el año 2012. Esa lista coincidía con la de la Alcaldía y aportaba datos de otros menores.
Mientras las entidades buscaban la manera de recuperar a estos niños, ellos perfeccionaban su estrategia de evasión, desplazándose por la ciudad a diferentes horas del día, cosa que durante años realizaron. Estaban aquí, pero eran invisibles; porque, aunque el tema de la mendicidad es constantemente abanderado por personas e instituciones, nadie hacia algo para devolverles a estos niños su derecho a ser niños.
Así que Juan Camilo, Andrés, Juan José, Anyis -y su bebé de 3 meses de gestación- y otros 10 niños, siguieron consumiendo las drogas que estuvieran al alcance de la mano, porque más que su negativa a ser internados, en Valledupar no había dónde iniciar un proceso que apoyara el de la desintoxicación y la intervención psicosocial.
El Tribunal Superior del Distrito Judicial de Valledupar hace responsable, a través de una acción de tutela, a tres entidades sobre todo lo concerniente a los niños mendigos y drogadictos de la ciudad; ese fallo ocurrió en 2011, pero hasta ahora sucede algo concreto para la atención de los menores.
“La Alcaldías Municipal, el ICBF y la Gobernación del Cesar, son las tres entidades responsables de atender las necesidades de esos niños y, después de dos años, no se había dado cumplimiento al fallo, estaba en el aire. Nos reunimos varias veces con esas entidades y se decía que no había una institución habilitada para atender a los niños; de manera que iniciamos el Centro de Protección a la Niñez”, dijo Robert Fernández Tovar, director de Fundinaj.
La infraestructura en donde funciona el Centro, tiene capacidad para 45 niños, pero hoy solo alberga a 15; diez cupos los aporta la Alcaldía y la Fundación dio cabida a cuatro niños más. Una vez nace la fundación, sus directivas aseguran que el ICBF debía responder por 20 niños, la Alcaldía con 10 y la Gobernación con 15 cupos más; pero, hasta ahora, solo el Municipio ha hecho el aporte.
La experiencia arrancó hace más de un mes con la recuperación de varios niños, que Gestión Social Municipal había seguido desde el 2012 por toda la ciudad; el trabajo ya estaba adelantado y los niños confiaban, de manera que llevarlos hasta el Centro no fue difícil a esas alturas, pero ahora había que recuperar a otros más.
Los niños que antes permanecían en los semáforos, en el río u otros lugares, tenían un líder que no pasaba de 13 años. A Juan Camilo le decían “Comanchy” en la calle, era un jefe natural del grupo, invitaba a otros menores, en condición de calle, a cobijarse en su equipo.
Juan Camilo despertó en un mes de una larga pesadilla, tal vez porque estaba cansado de no ser un niño como otros, a los que veía a diario en los parques con sus padres; ahora, desde un carro de la Fundación, comenzó a identificar a otros muchachos que estaban en la calle como él.
Lo que ellos piensan…
EL PILÓN dialogó con los niños y las niñas del Centro de Protección a la Niñez, sobre su vida actual, lo que sucedió en las calles y lo que piensan de temas como la paz, el amor y la Navidad. Cinco niños no sabían qué significa la Navidad, pero saben lo que ellos quisieran en esa época.
“Es pasarla lindo con la familia, estar recogido en la casa de uno, no estar en las calle esperando la muerte”; dijo, sobre la Navidad, Andrés de 13 años.
“Cuando uno no anda en guerra y uno está juicioso en casa, sin pelear por ahí. Evitando los problemas se hace la paz, hablando”, dijo Anyerson de 13 años, sobre la paz.
“Llevar a la familia, a mi mamá a comer, a que la pase bacano y bien sabroso, llevarla a comer a donde sea, dónde ella quiera, ir a paseo, aquí hacen bastante paseo”, dijo Emanuel de 13 años, sobre el amor. También dijo que Dios le había mandado la plata al Alcalde para que construyera ese lugar en donde él está y le dan las tres comidas.
La Liga de Boxeo y el Valledupar F.C., abrieron sus puertas a estos niños para que empezaran a cumplir sueños. Ahora los Prescott, campeones nacionales del boxeo, los entrenan y en el estadio Armando Maestre Pavajeau, patean la pelota.
Hablar con las niñas fue más difícil, porque aunque sus edades no son mayores a las de los niños, ellas tienen otras prioridades y preocupaciones. También hay víctimas de la droga y de la violencia sexual.
Daniela, de 14 años: “La Navidad es una época para pasarla en familia, se hace de todo un poquito, lo que no se debe hacer en Navidad es jugar con pólvora”.
Sanyi, de 14 años: “La paz es no pelear. La paz trae amistad”
Iris de 14 años: “Que expresemos los sentimientos de la familia, de madre hacia hijo, de hijo hacia padre”.
Los niños del Centro pasarán Navidad y Año Nuevo bajo un techo seguro, luego de años de recorrer las calles y sufrir por el consumo de drogas y por la violencia sexual; ahora están vinculados a la música, el deporte y los estudios de emprendimiento.
Por Andrés Llamas Nova