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Columnista - 8 noviembre, 2012

Los Medios, el gran falso positivo

Por Miguel Ángel Castilla Camargo [email protected] Dista demasiado el concepto de Medio de Comunicación cuando pertenece a personas que ven el periodismo como una herramienta para hacer dinero a través del poder de la información, ya sea publicándola, omitiéndola o tergiversándola. Por colocar dos ejemplos, esta es la hora en que la sociedad vallenata desconoce […]

Por Miguel Ángel Castilla Camargo
[email protected]

Dista demasiado el concepto de Medio de Comunicación cuando pertenece a personas que ven el periodismo como una herramienta para hacer dinero a través del poder de la información, ya sea publicándola, omitiéndola o tergiversándola.
Por colocar dos ejemplos, esta es la hora en que la sociedad vallenata desconoce los móviles reales que terminaron con la muerte de Consuelo Araujo. Los Medios, como simples marionetas reprodujeron la versión oficial. El anterior caso es igual de lamentable al de Guzmán Quintero Torres. Todo el mundo sabía del autor intelectual, menos su familia. La solidaridad periodística no existe.
Más que hacer parte del Sistema, de tener sus propios intereses, de sortear con perversidad  y cinismo algunas situaciones, el periodismo podría ser el ente de transformación social. No lo es, porque simplemente renunció a los buenos preceptos, y porque advirtió equivocadamente que la responsabilidad social no da plata. No son todos, pero los matriculados en la conveniencia, tarde o temprano se darán cuenta que renunciar al principal patrimonio del ejercicio periodístico, se traduce en la quiebra inminente.
La sombra del buen periodismo de El Espectador en los 80s, con su director asesinado, con poca hermandad de los colegas, y con un Estado que fue incapaz de ser recíproco con una empresa que adoptó la defensa de un colectivo, se mantiene viva hasta nuestros días. Nadie quiere retomar esas banderas, porque demanda demasiados esfuerzos.
Al periodismo lo permea a cada segundo,  la publicidad, el costo del papel y la tinta en dólares, los egos de la clase dirigente, el facilismo, el fantasma del internet, y en especial la mentira, unas veces emitida por las autoridades, otra por  los desestabilizadores violentos, y también por las fuentes directas, que al decir verdad también manipulan.
Independiente de los propietarios de los Medios, está el respeto por la comunidad a la que llegamos. Por eso la premisa de enseñar, primer bastión del periodismo, no se puede perder. Lo que vemos hoy en día, en aras del rating, es vergonzoso; nuestros pueblos no se merecen tantas portadas de cadáveres y tantos juicios ala ligera que confunden y polarizan. Nada más deprimente que subirse a un helicóptero del ejército y regresar contando bellezas del piloto, el copiloto y el dueño de la nave, mientras abajo, colombianos de todas las tendencias sufren y mueren por la indolencia y las falencias de un Estado que fomenta el desarraigo.
Así como he sido fuerte en mis artículos con la guerrilla y las Bacrim, debo decir que no todas las cosas, ni todos los muertos los generan ellos. La clase política cuando se roba un proyecto de vivienda social, o desvía las Regalías para otros menesteres, también asesina.
Lo de Ralito, nos dejó una mala experiencia. Ese silencio de todos, viendo a muchos jóvenes entregando armas obsoletas y regresándose donde un jefe con nueva identidad, no debe repetirse.
En el Cesar y La Guajira, casi que con morbo, se espera una guerra suicida en torno a la gasolina. No conozco a un Medio que proponga un diálogode fraternidad en torno a este problema.
Moraleja: Los muertos siempre disparan las ventas

Columnista
8 noviembre, 2012

Los Medios, el gran falso positivo

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Miguel Ángel Castilla Camargo

Por Miguel Ángel Castilla Camargo [email protected] Dista demasiado el concepto de Medio de Comunicación cuando pertenece a personas que ven el periodismo como una herramienta para hacer dinero a través del poder de la información, ya sea publicándola, omitiéndola o tergiversándola. Por colocar dos ejemplos, esta es la hora en que la sociedad vallenata desconoce […]


Por Miguel Ángel Castilla Camargo
[email protected]

Dista demasiado el concepto de Medio de Comunicación cuando pertenece a personas que ven el periodismo como una herramienta para hacer dinero a través del poder de la información, ya sea publicándola, omitiéndola o tergiversándola.
Por colocar dos ejemplos, esta es la hora en que la sociedad vallenata desconoce los móviles reales que terminaron con la muerte de Consuelo Araujo. Los Medios, como simples marionetas reprodujeron la versión oficial. El anterior caso es igual de lamentable al de Guzmán Quintero Torres. Todo el mundo sabía del autor intelectual, menos su familia. La solidaridad periodística no existe.
Más que hacer parte del Sistema, de tener sus propios intereses, de sortear con perversidad  y cinismo algunas situaciones, el periodismo podría ser el ente de transformación social. No lo es, porque simplemente renunció a los buenos preceptos, y porque advirtió equivocadamente que la responsabilidad social no da plata. No son todos, pero los matriculados en la conveniencia, tarde o temprano se darán cuenta que renunciar al principal patrimonio del ejercicio periodístico, se traduce en la quiebra inminente.
La sombra del buen periodismo de El Espectador en los 80s, con su director asesinado, con poca hermandad de los colegas, y con un Estado que fue incapaz de ser recíproco con una empresa que adoptó la defensa de un colectivo, se mantiene viva hasta nuestros días. Nadie quiere retomar esas banderas, porque demanda demasiados esfuerzos.
Al periodismo lo permea a cada segundo,  la publicidad, el costo del papel y la tinta en dólares, los egos de la clase dirigente, el facilismo, el fantasma del internet, y en especial la mentira, unas veces emitida por las autoridades, otra por  los desestabilizadores violentos, y también por las fuentes directas, que al decir verdad también manipulan.
Independiente de los propietarios de los Medios, está el respeto por la comunidad a la que llegamos. Por eso la premisa de enseñar, primer bastión del periodismo, no se puede perder. Lo que vemos hoy en día, en aras del rating, es vergonzoso; nuestros pueblos no se merecen tantas portadas de cadáveres y tantos juicios ala ligera que confunden y polarizan. Nada más deprimente que subirse a un helicóptero del ejército y regresar contando bellezas del piloto, el copiloto y el dueño de la nave, mientras abajo, colombianos de todas las tendencias sufren y mueren por la indolencia y las falencias de un Estado que fomenta el desarraigo.
Así como he sido fuerte en mis artículos con la guerrilla y las Bacrim, debo decir que no todas las cosas, ni todos los muertos los generan ellos. La clase política cuando se roba un proyecto de vivienda social, o desvía las Regalías para otros menesteres, también asesina.
Lo de Ralito, nos dejó una mala experiencia. Ese silencio de todos, viendo a muchos jóvenes entregando armas obsoletas y regresándose donde un jefe con nueva identidad, no debe repetirse.
En el Cesar y La Guajira, casi que con morbo, se espera una guerra suicida en torno a la gasolina. No conozco a un Medio que proponga un diálogode fraternidad en torno a este problema.
Moraleja: Los muertos siempre disparan las ventas