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Columnista - 3 agosto, 2016

Sobre los medios de comunicación

La semana pasada leí un libro publicado hace mucho tiempo por el escritor Antonio Sánchez Botero y cuyo título es ‘La objetividad en el discurso informativo’, con la pretensión de dar consistencia a la comunicación que se captura, basándola en dos pilares válidos que son la fenomenología sistémica del conocimiento, a partir de la conciencia […]

Boton Wpp

La semana pasada leí un libro publicado hace mucho tiempo por el escritor Antonio Sánchez Botero y cuyo título es ‘La objetividad en el discurso informativo’, con la pretensión de dar consistencia a la comunicación que se captura, basándola en dos pilares válidos que son la fenomenología sistémica del conocimiento, a partir de la conciencia y la hermenéutica, o sea, el arte de interpretar los textos, por fuera de las visiones mecanicistas o manipuladoras y que suelen darse hoy por hoy en los medios masivos: radio, prensa y televisión sin ningún empacho ético y estético.

Estas reflexiones las quiero hacer hoy en esta columna porque escasamente raras excepciones de los que trabajan en los medios de comunicación confrontan las fuentes, investigan y con responsabilidad emiten, escriben y envían imágenes a los receptores finales, para que puedan evaluar la veracidad de los mensajes o la falsedad de los mismos.

Es cierto que en nuestro medio se hace apología al delito que los medios de comunicación se debaten en este síndrome de la chiva, para poder ocupar los primeros puestos de preferencia por parte del público y así mismo, tener la mejor parte del ponqué publicitario.

Además, tienen que abrir sus noticias truculentas y amarillistas porque la realidad sólo se presta para hacer eso y no se puede ocultar ni aquí ni en otro sitio.

Son muy pocos en Valledupar los que ejercen el periodismo, sin apasionamiento, sin intereses mezquinos y dañinos que puedan desorientar y confundir a la opinión pública; incluso he escuchado decir que hay sicarios en las comunicaciones, precisamente por desconocer las más elementales teorías de la comunicación e información.

A veces nos da vergüenza escuchar algunos programas dirigidos de manera vergonzante por personas sin escrúpulos. Da vergüenza que por simular moralismo y rectitud se coloquen de hinojos frente a sus superiores, sin ningún reato de conciencia. Por eso mi intención en esta nota es solicitarles a algunos comentaristas más seriedad.

La profesión del periodista tiene que guiarse por fines nobles y no por el camino destorcido de la obsecuencia malévola o la desinformación de la noticia. Hay que escudriñar e investigar hasta llegar a la verdad para no errar o mal informar.

Y como es mi costumbre, trataré otros temitas: Los moradores del barrio La Popa claman para que se les arregle el parque, hace muchos años que ningún alcalde le mete la mano. Que muchas de mis solicitudes hechas a ciertos funcionarios no es con el ánimo de ser aguafiestas, todo lo contrario, para ayudarlos. Igual aconsejarles a algunos jefes de prensa de algunas entidades para que no se conviertan en simples informadores de las gestiones de sus jefes, sino por el contrario, lean la prensa y donde se encuentren algunas solicitudes hechas al funcionario de turno, háganselas llegar para que tomen atenta nota de las insinuaciones o recomendaciones que se les hacen.

Y verán cómo les va mejor. Cuando usted prenda su moto y arranque, debe recordar que hay alguien en su casa esperándolo: sus padres, su esposa(o) y sus hijos.

POSTDATA: Usted quiere saber amigo lector, cómo voy a votar el plebiscito por la paz, les contesto con un SÍ rotundo. Nadie quiere la guerra.

Columnista
3 agosto, 2016

Sobre los medios de comunicación

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Alberto Herazo P.

La semana pasada leí un libro publicado hace mucho tiempo por el escritor Antonio Sánchez Botero y cuyo título es ‘La objetividad en el discurso informativo’, con la pretensión de dar consistencia a la comunicación que se captura, basándola en dos pilares válidos que son la fenomenología sistémica del conocimiento, a partir de la conciencia […]


La semana pasada leí un libro publicado hace mucho tiempo por el escritor Antonio Sánchez Botero y cuyo título es ‘La objetividad en el discurso informativo’, con la pretensión de dar consistencia a la comunicación que se captura, basándola en dos pilares válidos que son la fenomenología sistémica del conocimiento, a partir de la conciencia y la hermenéutica, o sea, el arte de interpretar los textos, por fuera de las visiones mecanicistas o manipuladoras y que suelen darse hoy por hoy en los medios masivos: radio, prensa y televisión sin ningún empacho ético y estético.

Estas reflexiones las quiero hacer hoy en esta columna porque escasamente raras excepciones de los que trabajan en los medios de comunicación confrontan las fuentes, investigan y con responsabilidad emiten, escriben y envían imágenes a los receptores finales, para que puedan evaluar la veracidad de los mensajes o la falsedad de los mismos.

Es cierto que en nuestro medio se hace apología al delito que los medios de comunicación se debaten en este síndrome de la chiva, para poder ocupar los primeros puestos de preferencia por parte del público y así mismo, tener la mejor parte del ponqué publicitario.

Además, tienen que abrir sus noticias truculentas y amarillistas porque la realidad sólo se presta para hacer eso y no se puede ocultar ni aquí ni en otro sitio.

Son muy pocos en Valledupar los que ejercen el periodismo, sin apasionamiento, sin intereses mezquinos y dañinos que puedan desorientar y confundir a la opinión pública; incluso he escuchado decir que hay sicarios en las comunicaciones, precisamente por desconocer las más elementales teorías de la comunicación e información.

A veces nos da vergüenza escuchar algunos programas dirigidos de manera vergonzante por personas sin escrúpulos. Da vergüenza que por simular moralismo y rectitud se coloquen de hinojos frente a sus superiores, sin ningún reato de conciencia. Por eso mi intención en esta nota es solicitarles a algunos comentaristas más seriedad.

La profesión del periodista tiene que guiarse por fines nobles y no por el camino destorcido de la obsecuencia malévola o la desinformación de la noticia. Hay que escudriñar e investigar hasta llegar a la verdad para no errar o mal informar.

Y como es mi costumbre, trataré otros temitas: Los moradores del barrio La Popa claman para que se les arregle el parque, hace muchos años que ningún alcalde le mete la mano. Que muchas de mis solicitudes hechas a ciertos funcionarios no es con el ánimo de ser aguafiestas, todo lo contrario, para ayudarlos. Igual aconsejarles a algunos jefes de prensa de algunas entidades para que no se conviertan en simples informadores de las gestiones de sus jefes, sino por el contrario, lean la prensa y donde se encuentren algunas solicitudes hechas al funcionario de turno, háganselas llegar para que tomen atenta nota de las insinuaciones o recomendaciones que se les hacen.

Y verán cómo les va mejor. Cuando usted prenda su moto y arranque, debe recordar que hay alguien en su casa esperándolo: sus padres, su esposa(o) y sus hijos.

POSTDATA: Usted quiere saber amigo lector, cómo voy a votar el plebiscito por la paz, les contesto con un SÍ rotundo. Nadie quiere la guerra.