En una columna anterior dije que el poder económico ordena, el viejo régimen planea, los medios ambientan y la derecha judicial ejecuta, en una tácita alusión al concepto de ‘lawfare’, el cual consiste en derrocar autoridades elegidas democráticamente mediante procedimientos jurídicos amañados. Ya no son necesarios los sangrientos golpes militares del siglo pasado, ahora con […]
En una columna anterior dije que el poder económico ordena, el viejo régimen planea, los medios ambientan y la derecha judicial ejecuta, en una tácita alusión al concepto de ‘lawfare’, el cual consiste en derrocar autoridades elegidas democráticamente mediante procedimientos jurídicos amañados.
Ya no son necesarios los sangrientos golpes militares del siglo pasado, ahora con una escueta decisión judicial, así después ésta sea revocada, se puede anular de un plumazo la estructura de un mandatario contrario a los afectos del tradicional establecimiento.
Hoy podemos estar en la tercera fase o de ambientación mediática. En el tema de la elección del fiscal, deslegitiman las movilizaciones sociales, calificándolas de indebidas presiones a la Corte Suprema de Justicia. Tendenciosamente solo consideran deber presidencial presentar la terna, pero ignoran la obligación de los magistrados a decidir sobre ella. Laxitud en la independencia de poderes.
En esta etapa hay periodistas que se han hecho célebres, más por adoctrinar políticamente que por su idoneidad profesional. Toda vez que muchos desprevenidos aún siguen creyendo, que todo lo que se dice o se lee en un medio de comunicación es verdad. Por citar uno, Luis Carlos Vélez, alevosamente promueve hechos de fuerza en la narrativa, “si los magistrados deciden no elegir fiscal de esta terna, es importante que sientan que gran parte de los colombianos estamos dispuestos a respaldar su determinación”, afirmación retadora en consonancia con la sed de violencia del despelucado ‘Pachito’ Santos: “Petro quiere una guerra civil, si toca nos va a tocar organizarnos”.
La sola frase da terror, sobre todo con los antecedentes del pintoresco exvicepresidente, quien en sus días de gloria le pidió a Salvatore Mancuso la creación del Bloque Capital de las autodefensas. Afortunadamente Mancuso llega el domingo al país con otra visión de la guerra.
Pero volvamos a la ambientación mediática del momento. Vicky Dávila anteriormente señalaba que “la Corte ya no es una de las instituciones con mayor credibilidad en Colombia… los pactos de honor entre los magistrados se convirtieron en chantajes … yo te elijo, tu qué me das … tú me elijes, presidente, y yo voy por tu candidato a fiscal, yo voto por ti a fiscal y tú me das este paquete de puestos…”.
Hoy su percepción cambió y no solo promueve su autonomía, sino que vulnera la independencia de los poderes públicos, cuando invade los quicios de la discrecionalidad para ternar del ejecutivo. Artificiosamente argumentan que sería un fiscal de bolsillo del presidente, cuando lo que se quiere es que vuelva a ser un ente acusador, como tendría que ser siempre por su naturaleza jurídica y no brindar el grotesco espectáculo procesal de defender en vez de acusar, como ha sucedido en selectivos procesos.
En manos de los magistrados está la credibilidad de su institución. Las demás opiniones son acomodadas a las circunstancias pasionales. No todo se puede haber perdido. Reflexionen. Fuerte abrazo.
ANTONIO MARÍA ARAÚJO CALDERÓN
@antoniomariaA
En una columna anterior dije que el poder económico ordena, el viejo régimen planea, los medios ambientan y la derecha judicial ejecuta, en una tácita alusión al concepto de ‘lawfare’, el cual consiste en derrocar autoridades elegidas democráticamente mediante procedimientos jurídicos amañados. Ya no son necesarios los sangrientos golpes militares del siglo pasado, ahora con […]
En una columna anterior dije que el poder económico ordena, el viejo régimen planea, los medios ambientan y la derecha judicial ejecuta, en una tácita alusión al concepto de ‘lawfare’, el cual consiste en derrocar autoridades elegidas democráticamente mediante procedimientos jurídicos amañados.
Ya no son necesarios los sangrientos golpes militares del siglo pasado, ahora con una escueta decisión judicial, así después ésta sea revocada, se puede anular de un plumazo la estructura de un mandatario contrario a los afectos del tradicional establecimiento.
Hoy podemos estar en la tercera fase o de ambientación mediática. En el tema de la elección del fiscal, deslegitiman las movilizaciones sociales, calificándolas de indebidas presiones a la Corte Suprema de Justicia. Tendenciosamente solo consideran deber presidencial presentar la terna, pero ignoran la obligación de los magistrados a decidir sobre ella. Laxitud en la independencia de poderes.
En esta etapa hay periodistas que se han hecho célebres, más por adoctrinar políticamente que por su idoneidad profesional. Toda vez que muchos desprevenidos aún siguen creyendo, que todo lo que se dice o se lee en un medio de comunicación es verdad. Por citar uno, Luis Carlos Vélez, alevosamente promueve hechos de fuerza en la narrativa, “si los magistrados deciden no elegir fiscal de esta terna, es importante que sientan que gran parte de los colombianos estamos dispuestos a respaldar su determinación”, afirmación retadora en consonancia con la sed de violencia del despelucado ‘Pachito’ Santos: “Petro quiere una guerra civil, si toca nos va a tocar organizarnos”.
La sola frase da terror, sobre todo con los antecedentes del pintoresco exvicepresidente, quien en sus días de gloria le pidió a Salvatore Mancuso la creación del Bloque Capital de las autodefensas. Afortunadamente Mancuso llega el domingo al país con otra visión de la guerra.
Pero volvamos a la ambientación mediática del momento. Vicky Dávila anteriormente señalaba que “la Corte ya no es una de las instituciones con mayor credibilidad en Colombia… los pactos de honor entre los magistrados se convirtieron en chantajes … yo te elijo, tu qué me das … tú me elijes, presidente, y yo voy por tu candidato a fiscal, yo voto por ti a fiscal y tú me das este paquete de puestos…”.
Hoy su percepción cambió y no solo promueve su autonomía, sino que vulnera la independencia de los poderes públicos, cuando invade los quicios de la discrecionalidad para ternar del ejecutivo. Artificiosamente argumentan que sería un fiscal de bolsillo del presidente, cuando lo que se quiere es que vuelva a ser un ente acusador, como tendría que ser siempre por su naturaleza jurídica y no brindar el grotesco espectáculo procesal de defender en vez de acusar, como ha sucedido en selectivos procesos.
En manos de los magistrados está la credibilidad de su institución. Las demás opiniones son acomodadas a las circunstancias pasionales. No todo se puede haber perdido. Reflexionen. Fuerte abrazo.
ANTONIO MARÍA ARAÚJO CALDERÓN
@antoniomariaA