Ya que venimos hablando de la paz y que la siento tan cerca, sería bueno dar algunos consejos porque pienso que todos estamos involucrados en este importante proceso. Lo que les voy a solicitar en ningún momento se trata de exigir el perdón, ni de aceptar la impunidad; se trata de obligar a desarmar los […]
Ya que venimos hablando de la paz y que la siento tan cerca, sería bueno dar algunos consejos porque pienso que todos estamos involucrados en este importante proceso.
Lo que les voy a solicitar en ningún momento se trata de exigir el perdón, ni de aceptar la impunidad; se trata de obligar a desarmar los espíritus en busca de un comportamiento pacífico, que nos lleve a todos a ese país, a esa región que tanto anhelamos, es decir, la Colombia que merece todo niño cuando llega a este mundo y todo adulto criado con los derechos de un ser humano.
Esta nota es para todas aquellas personas que han sufrido el dolor de la guerra, el dolor de ver partir, por voluntad de otro humano y no de Dios, a un ser querido; deseando evitar que muchos pasen por igual sufrimiento.
Aquí hay muchos padres, madres, esposas que no quieren que otros hijos pasen por las angustias de quedarse sin un ser querido, llámese padre o madre, y menos en su mente guarde odio, rencor o deseo de venganza.
Pretendo llegar con esta idea a cada corazón, no importa de quien sea, para obligar a cada cual deje al fin el arma que asesina; y si al comienzo no es capaz de tender la mano, al menos que sienta que nadie lo apoya en su violencia. Es el padre, la madre, la hermana, la esposa, empeñada en enseñar el diálogo, en vez de la guerra; es la mujer consciente en su responsabilidad de educar hacia la paz a los hijos, la maestra a sus alumnos, el jefe a sus empleados y el superior a los que tiene a su cargo; es la labor que pretende lograr el éxito gracias al efecto y la solidaridad. El efecto y la bondad de los sentimientos no significa que se acepte la impunidad, todo lo contrario.
El trabajo no es fácil, porque se ha hecho tanto daño y a tanta gente que es imposible pensar que cada persona herida esté dispuesta a predicar la paz.
Sin embargo, hoy estoy seguro que la bondad de cada cual y ese anhelo de que nadie le suceda lo que a otras personas han vivido será tan fuerte que cada cual logrará sobreponerse a sus propios obstáculos que se encuentran en el camino.
Y como es mi costumbre trataré otros temitas: mientras no tengamos pertenencia de nuestra ciudad seguiremos jodidos. Nosotros tenemos que apropiarnos de Valledupar, sus problemas y sus soluciones. No podemos convertirnos en unos vándalos. Veríamos con agrado de la Administración Municipal en cabeza del alcalde Augusto Ramírez, la renovación del centro de la ciudad, crear más parques, zonas de esparcimiento, sembrar más árboles en el centro, crear espacios para ofrecerles una mejor posibilidad de vida a los vallenatos, embellecer los sectores tradicionales y recuperar otros, es más que necesario. El desarrollo urbanístico de Valledupar ha traído como consecuencia la vinculación y llegada de importantes empresas a la ciudad. Una de ellas la inmobiliaria Bozimbet Ltda., cuya sede principal se encuentra en Cartagena. Bienvenidos a la ciudad.
POSTDATA: Démosle un SÍ al proceso de paz. Vallenato, no se deje engañar con las mentiras de los grupos opositores que quieren seguir en guerra. No sea pendejo, vote por el SÍ.
Ya que venimos hablando de la paz y que la siento tan cerca, sería bueno dar algunos consejos porque pienso que todos estamos involucrados en este importante proceso. Lo que les voy a solicitar en ningún momento se trata de exigir el perdón, ni de aceptar la impunidad; se trata de obligar a desarmar los […]
Ya que venimos hablando de la paz y que la siento tan cerca, sería bueno dar algunos consejos porque pienso que todos estamos involucrados en este importante proceso.
Lo que les voy a solicitar en ningún momento se trata de exigir el perdón, ni de aceptar la impunidad; se trata de obligar a desarmar los espíritus en busca de un comportamiento pacífico, que nos lleve a todos a ese país, a esa región que tanto anhelamos, es decir, la Colombia que merece todo niño cuando llega a este mundo y todo adulto criado con los derechos de un ser humano.
Esta nota es para todas aquellas personas que han sufrido el dolor de la guerra, el dolor de ver partir, por voluntad de otro humano y no de Dios, a un ser querido; deseando evitar que muchos pasen por igual sufrimiento.
Aquí hay muchos padres, madres, esposas que no quieren que otros hijos pasen por las angustias de quedarse sin un ser querido, llámese padre o madre, y menos en su mente guarde odio, rencor o deseo de venganza.
Pretendo llegar con esta idea a cada corazón, no importa de quien sea, para obligar a cada cual deje al fin el arma que asesina; y si al comienzo no es capaz de tender la mano, al menos que sienta que nadie lo apoya en su violencia. Es el padre, la madre, la hermana, la esposa, empeñada en enseñar el diálogo, en vez de la guerra; es la mujer consciente en su responsabilidad de educar hacia la paz a los hijos, la maestra a sus alumnos, el jefe a sus empleados y el superior a los que tiene a su cargo; es la labor que pretende lograr el éxito gracias al efecto y la solidaridad. El efecto y la bondad de los sentimientos no significa que se acepte la impunidad, todo lo contrario.
El trabajo no es fácil, porque se ha hecho tanto daño y a tanta gente que es imposible pensar que cada persona herida esté dispuesta a predicar la paz.
Sin embargo, hoy estoy seguro que la bondad de cada cual y ese anhelo de que nadie le suceda lo que a otras personas han vivido será tan fuerte que cada cual logrará sobreponerse a sus propios obstáculos que se encuentran en el camino.
Y como es mi costumbre trataré otros temitas: mientras no tengamos pertenencia de nuestra ciudad seguiremos jodidos. Nosotros tenemos que apropiarnos de Valledupar, sus problemas y sus soluciones. No podemos convertirnos en unos vándalos. Veríamos con agrado de la Administración Municipal en cabeza del alcalde Augusto Ramírez, la renovación del centro de la ciudad, crear más parques, zonas de esparcimiento, sembrar más árboles en el centro, crear espacios para ofrecerles una mejor posibilidad de vida a los vallenatos, embellecer los sectores tradicionales y recuperar otros, es más que necesario. El desarrollo urbanístico de Valledupar ha traído como consecuencia la vinculación y llegada de importantes empresas a la ciudad. Una de ellas la inmobiliaria Bozimbet Ltda., cuya sede principal se encuentra en Cartagena. Bienvenidos a la ciudad.
POSTDATA: Démosle un SÍ al proceso de paz. Vallenato, no se deje engañar con las mentiras de los grupos opositores que quieren seguir en guerra. No sea pendejo, vote por el SÍ.