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Columnista - 17 febrero, 2011

Los intangibles.

DOS PUNTOS. Por: Germán Piedrahíta R. No todo lo que hacemos se puede ver y más cuando tiene que ver con lo cultural. La formación de los artistas, cualquiera que sea su rama, no es visible, no es demostrable sino después de un determinado tiempo en el que el producto artístico, ya sea una canción, […]

DOS PUNTOS.

Por: Germán Piedrahíta R.

No todo lo que hacemos se puede ver y más cuando tiene que ver con lo cultural. La formación de los artistas, cualquiera que sea su rama, no es visible, no es demostrable sino después de un determinado tiempo en el que el producto artístico, ya sea una canción, una pintura, un poema, una novela, una coreografía, un montaje teatral, una escultura, están al alcance del gran público.
Todas estas actividades requieren, así mismo, de unos instrumentos, implementos, materiales que al ser aportados no llenan espacios noticiosos por no ser, repito, visibles.
Y esto es lo que pasa con los aportes para el apoyo a las actividades culturales que en el caso de nuestro departamento y debido al empuje y peso artístico de la música vallenata se ven minimizados en sus presentaciones.
Pero al hablar de este inmenso y rico renglón debemos detenernos en la conformación de nuestras bandas de música en 19 de los 25 municipios y que gracias a los aportes gubernamentales ha permitido que cientos de niños de los estratos uno, dos y tres, se estén formando en la lectura de las notas y en la ejecución de instrumentos que al nivel particular tienen costos que nunca les permitirían llegar a ellos.
Niños de cinco  a diez años acompañados de jovencitos de apenas catorce, ya son intérpretes de fagot, tuba, trompeta, saxo, flautas traversas, redoblantes y ya los mayorcitos salidos de estas bandas acompañan a nuestros nuevos conjuntos vallenatos.
Con la aparición del cine y la televisión la actividad teatral sufrió un descenso, pero aún en nuestros pueblos encontramos aquellos actores que llevan a las tablas las historias de su región y se atreven a montajes de lo clásico, todo esto al lado de los grupos de danza, muchos salidos de los claustros estudiantiles y que pasan a engrosar los grupos de danza o ballets folclóricos que nunca faltan en nuestras fiestas.
Cuando alguien llena un espacio de su casa u oficina con un cuadro, una pintura, está reconociendo el trabajo de un artista plástico que si no ha salido de las grandes academias, que sólo se encuentran en las capitales, si es el representante de su comunidad en el arte de las telas y los pinceles. Artistas salidos de los talleres de capacitación que con moderación se impulsan con muy poco reconocimiento por parte de nuestros informadores.
Y qué decir de lo literario. Cuántos de ustedes, en sus pueblos, se han acercado a las bibliotecas, pequeñas y muchas veces inadecuadas, pero hoy ocupadas por, ¡quien dijera¡ niños, sí, niños que hacen parte de  la red de bibliotecas que desde la departamental Rafael Carrillo siguen los lineamientos que más adelante, como pasa con todo lo cultural, podrá darnos poetas, cuenteros, novelistas y que servirá para que las composiciones vallenatas mantengan su calidad universal.
¿Cómo visualizar el aire? ¿Cómo materializar las ideas? ¿Cómo cuantificar el pensamiento? La inversión en lo cultural, siempre corta, siempre incompleta, siempre insuficiente, nunca podrá ser reconocida, valorada y apreciada pues sus resultados son etéreos e inasibles y sus causas, por ser espirituales no pasan a ocupar un espacio físico en el reconocimiento social.
Muchos son los esfuerzos y siempre se verán cortas las realizaciones y cuanto más invirtamos en lo cultural, aún sin el reconocimiento general, se estará impulsando el cambio generacional hacia un país mejor.
[email protected]

Columnista
17 febrero, 2011

Los intangibles.

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Germán Piedrahíta R.

DOS PUNTOS. Por: Germán Piedrahíta R. No todo lo que hacemos se puede ver y más cuando tiene que ver con lo cultural. La formación de los artistas, cualquiera que sea su rama, no es visible, no es demostrable sino después de un determinado tiempo en el que el producto artístico, ya sea una canción, […]


DOS PUNTOS.

Por: Germán Piedrahíta R.

No todo lo que hacemos se puede ver y más cuando tiene que ver con lo cultural. La formación de los artistas, cualquiera que sea su rama, no es visible, no es demostrable sino después de un determinado tiempo en el que el producto artístico, ya sea una canción, una pintura, un poema, una novela, una coreografía, un montaje teatral, una escultura, están al alcance del gran público.
Todas estas actividades requieren, así mismo, de unos instrumentos, implementos, materiales que al ser aportados no llenan espacios noticiosos por no ser, repito, visibles.
Y esto es lo que pasa con los aportes para el apoyo a las actividades culturales que en el caso de nuestro departamento y debido al empuje y peso artístico de la música vallenata se ven minimizados en sus presentaciones.
Pero al hablar de este inmenso y rico renglón debemos detenernos en la conformación de nuestras bandas de música en 19 de los 25 municipios y que gracias a los aportes gubernamentales ha permitido que cientos de niños de los estratos uno, dos y tres, se estén formando en la lectura de las notas y en la ejecución de instrumentos que al nivel particular tienen costos que nunca les permitirían llegar a ellos.
Niños de cinco  a diez años acompañados de jovencitos de apenas catorce, ya son intérpretes de fagot, tuba, trompeta, saxo, flautas traversas, redoblantes y ya los mayorcitos salidos de estas bandas acompañan a nuestros nuevos conjuntos vallenatos.
Con la aparición del cine y la televisión la actividad teatral sufrió un descenso, pero aún en nuestros pueblos encontramos aquellos actores que llevan a las tablas las historias de su región y se atreven a montajes de lo clásico, todo esto al lado de los grupos de danza, muchos salidos de los claustros estudiantiles y que pasan a engrosar los grupos de danza o ballets folclóricos que nunca faltan en nuestras fiestas.
Cuando alguien llena un espacio de su casa u oficina con un cuadro, una pintura, está reconociendo el trabajo de un artista plástico que si no ha salido de las grandes academias, que sólo se encuentran en las capitales, si es el representante de su comunidad en el arte de las telas y los pinceles. Artistas salidos de los talleres de capacitación que con moderación se impulsan con muy poco reconocimiento por parte de nuestros informadores.
Y qué decir de lo literario. Cuántos de ustedes, en sus pueblos, se han acercado a las bibliotecas, pequeñas y muchas veces inadecuadas, pero hoy ocupadas por, ¡quien dijera¡ niños, sí, niños que hacen parte de  la red de bibliotecas que desde la departamental Rafael Carrillo siguen los lineamientos que más adelante, como pasa con todo lo cultural, podrá darnos poetas, cuenteros, novelistas y que servirá para que las composiciones vallenatas mantengan su calidad universal.
¿Cómo visualizar el aire? ¿Cómo materializar las ideas? ¿Cómo cuantificar el pensamiento? La inversión en lo cultural, siempre corta, siempre incompleta, siempre insuficiente, nunca podrá ser reconocida, valorada y apreciada pues sus resultados son etéreos e inasibles y sus causas, por ser espirituales no pasan a ocupar un espacio físico en el reconocimiento social.
Muchos son los esfuerzos y siempre se verán cortas las realizaciones y cuanto más invirtamos en lo cultural, aún sin el reconocimiento general, se estará impulsando el cambio generacional hacia un país mejor.
[email protected]