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Columnista - 16 noviembre, 2011

Los Indignados: una nueva civilización

Desde mí cocina Por Silvia Betancourt Alliegro Transitamos por un tiempo delimitado de imprevisibles resultados. Las condiciones para el salto vital hacia una nueva concepción de humanidad están dadas, y las podemos identificar por la calidad de los líderes que nos conducen: son jóvenes estudiosos de extracción popular que se están aglutinando en un movimiento […]

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Desde mí cocina

Por Silvia Betancourt Alliegro

Transitamos por un tiempo delimitado de imprevisibles resultados. Las condiciones para el salto vital hacia una nueva concepción de humanidad están dadas, y las podemos identificar por la calidad de los líderes que nos conducen: son jóvenes estudiosos de extracción popular que se están aglutinando en un movimiento a escala planetaria, bajo el nombre de Los  Indignados, los secundan sus padres que, viniendo de una civilización de sumisos, están sacando pecho en todas las calles y plazas del orbe y han derrocado gobiernos.

Podemos ver sus tallas físicas y mentales resaltando y perfilándose como figuras predestinadas para enquistarse en la historia del hombre. En lo que nos concierne, América del Sur aporta personas con perfiles específicos, y disímiles; aprendamos sus nombres, de sus características se encargará cada mundo mental.

En el pretérito, la vida humana y las necesidades básicas de la familia regulaban el valor de todas las cosas. La producción existía para el hombre y no el para la industria para guardar en bodegas y especular con el precio, para destruir después sin miramientos con los pobres del mundo. El rompimiento entre la moral y la economía, propició la transformación del trabajo ¡Y apareció la máquina! Y la producción superó a la adquisición, porque el humano puede producir desmesuradamente con la máquina, pero únicamente puede consumir como hombre, cuando tiene dinero.

Tres pensadores nos dieron claves para enfrentar el proceso:  Malthus predijo la hambruna para la humanidad por la insuficiente  producción; Marx aseguró que la desocupación crearía un “ejército de reserva barato”, para que la industria produjera de manera ilimitada; y Keyserling predijo para la América del Sur, el advenimiento de una nueva civilización que reemplazaría a la civilización técnica de América del Norte, en la cual los valores espirituales retornarían a su antigua importancia; y basó su profecía en la siguiente observación:  “El verdadero sentido de la realidad que es a la vez el principio y fundamento del devenir, sólo es captable por una interpretación de los mitos y culturas de toda la humanidad”; y aconsejó la necesidad de una síntesis entre la cultura del Occidente y la Oriental.  Aplausos para él porque dictaminó que somos el resumen de la humanidad.

Quizás el filósofo alemán Keyserling de origen lituano (1880 – 1946), quiso advertirnos que una economía justa es la base de la profilaxis del crimen, porque las causas de tanta angustia pueden explicarse en los siguientes puntos: 1.Todo desorden social tiende a producir crimen. 2. El pauperismo y la falta de trabajo son productos sociales que conducen al crimen.  3. Las anomalías higiénicas, que son consecuencia de lo anterior, llevan al alcoholismo y a la drogadicción. 4. La acumulación de errores filosóficos y sociales orientan a la masa hacia la desesperación: el crimen y el suicidio. 5. Las fragilidades sociales: desprotección a desvalidos e infantes, educación que segrega, sistema de salud pésimo, entre otras causales que sería largo mencionar, y que además todos conocemos y padecemos.

No se pretende lo imposible: la perfección sobre el planeta; pero podría crearse un ambiente que impidiera las anomalías, hay pensar en qué hacer para solucionarlas con métodos nobles, porque siempre se resuelven con guerras.

@yastao

Columnista
16 noviembre, 2011

Los Indignados: una nueva civilización

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Silvia Betancourt Alliegro

Desde mí cocina Por Silvia Betancourt Alliegro Transitamos por un tiempo delimitado de imprevisibles resultados. Las condiciones para el salto vital hacia una nueva concepción de humanidad están dadas, y las podemos identificar por la calidad de los líderes que nos conducen: son jóvenes estudiosos de extracción popular que se están aglutinando en un movimiento […]


Desde mí cocina

Por Silvia Betancourt Alliegro

Transitamos por un tiempo delimitado de imprevisibles resultados. Las condiciones para el salto vital hacia una nueva concepción de humanidad están dadas, y las podemos identificar por la calidad de los líderes que nos conducen: son jóvenes estudiosos de extracción popular que se están aglutinando en un movimiento a escala planetaria, bajo el nombre de Los  Indignados, los secundan sus padres que, viniendo de una civilización de sumisos, están sacando pecho en todas las calles y plazas del orbe y han derrocado gobiernos.

Podemos ver sus tallas físicas y mentales resaltando y perfilándose como figuras predestinadas para enquistarse en la historia del hombre. En lo que nos concierne, América del Sur aporta personas con perfiles específicos, y disímiles; aprendamos sus nombres, de sus características se encargará cada mundo mental.

En el pretérito, la vida humana y las necesidades básicas de la familia regulaban el valor de todas las cosas. La producción existía para el hombre y no el para la industria para guardar en bodegas y especular con el precio, para destruir después sin miramientos con los pobres del mundo. El rompimiento entre la moral y la economía, propició la transformación del trabajo ¡Y apareció la máquina! Y la producción superó a la adquisición, porque el humano puede producir desmesuradamente con la máquina, pero únicamente puede consumir como hombre, cuando tiene dinero.

Tres pensadores nos dieron claves para enfrentar el proceso:  Malthus predijo la hambruna para la humanidad por la insuficiente  producción; Marx aseguró que la desocupación crearía un “ejército de reserva barato”, para que la industria produjera de manera ilimitada; y Keyserling predijo para la América del Sur, el advenimiento de una nueva civilización que reemplazaría a la civilización técnica de América del Norte, en la cual los valores espirituales retornarían a su antigua importancia; y basó su profecía en la siguiente observación:  “El verdadero sentido de la realidad que es a la vez el principio y fundamento del devenir, sólo es captable por una interpretación de los mitos y culturas de toda la humanidad”; y aconsejó la necesidad de una síntesis entre la cultura del Occidente y la Oriental.  Aplausos para él porque dictaminó que somos el resumen de la humanidad.

Quizás el filósofo alemán Keyserling de origen lituano (1880 – 1946), quiso advertirnos que una economía justa es la base de la profilaxis del crimen, porque las causas de tanta angustia pueden explicarse en los siguientes puntos: 1.Todo desorden social tiende a producir crimen. 2. El pauperismo y la falta de trabajo son productos sociales que conducen al crimen.  3. Las anomalías higiénicas, que son consecuencia de lo anterior, llevan al alcoholismo y a la drogadicción. 4. La acumulación de errores filosóficos y sociales orientan a la masa hacia la desesperación: el crimen y el suicidio. 5. Las fragilidades sociales: desprotección a desvalidos e infantes, educación que segrega, sistema de salud pésimo, entre otras causales que sería largo mencionar, y que además todos conocemos y padecemos.

No se pretende lo imposible: la perfección sobre el planeta; pero podría crearse un ambiente que impidiera las anomalías, hay pensar en qué hacer para solucionarlas con métodos nobles, porque siempre se resuelven con guerras.

@yastao