Los 12 comparecientes tras aceptar su responsabilidad están a la espera de que la JEP realice las valoraciones judiciales para recibir sus posibles sanciones.
En la imputación realizada por la Sala de Reconocimiento de la Jurisdicción Especial para la Paz, JEP, se conoció que los exmilitares que aceptaron las ejecuciones extrajudiciales actuaron también motivados por la presión de resultados, los premios ofrecidos y el reconocimiento.
Este panorama se vio reflejado en las declaraciones que los comparecientes entregaron en las audiencias de reconocimiento celebradas el pasado 18 y 19 de julio en Valledupar.
YERIS ANDRÉS GÓMEZ CORONEL
Para el soldado (r) Yeris Gómez, de 40 años de edad, las ejecuciones extrajudiciales en su vida comenzaron en el corregimiento de Villa Germania, zona rural de Valledupar, donde mató a un subversivo que ya no representaba ningún peligro tras terminar un combate.
En ese entonces hacía parte como soldado del Batallón La Popa donde estuvo integrado entre los años 2002 y 2008.
Durante su paso estuvo en los pelotones Zarpazo, Albardón 1, Arpón y Bombarda 6. Según la JEP, en ese periodo recibió el 25 de noviembre de 2005 la medalla de ‘Servicios distinguidos en orden público’, condecoración atípica para su rango. Asimismo, obtuvo cuatro felicitaciones.
No obstante, las consiguió en parte por las ejecuciones extrajudiciales y no por el mérito de su esfuerzo en los campos de guerra.
Participó en más de 20 hechos, entre febrero de 2002 y julio de 2007, en los que fueron asesinadas y presentadas como bajas en combate de manera ilegítima al menos 50 personas. Además, mató directamente a por lo menos ocho ciudadanos, de acuerdo a lo documentado por la JEP. Entre las víctimas están una mujer que permanece sin identificar, Luis Felipe Pabón, Uriel Arias, entre otros.
“Reconozco que le quité la vida a seres humanos con derecho a vivir, a una comunidad a la que le destruí sus sueños y proyectos de vida, afectando sus tradiciones ancestrales y espirituales”, aseguró Gómez Coronel. El soldado admitió, también, que realizaron alianzas con los paramilitares y que siguió las instrucciones de sus superiores sin reparos, entre esas las del coronel Hernán Mejía, excomandante del Batallón La Popa.
“Esa era la Seguridad Democrática, solo para matar a personas inocentes que no tenían nada que ver con el conflicto armado”, agregó Gómez. Otras motivaciones para cometer los crímenes se relacionaron a las recompensas que daban por presentar resultados.
“Los soles de los generales, así como mis manos están manchadas de sangre, esos soles y sus grados de oficial del Ejército también están manchados de sangre porque ellos eran los que nos daban la recompensa por cada persona asesinada y legalizada por el Batallón La Popa”, puntualizó.
Elkin Leonardo Burgos Suárez
El subteniente retirado, natural de Cundinamarca, inició su carrera militar en julio del 2000, en la Escuela de Cadetes General ‘José María Córdoba’ y en el 2003 fue trasladado al Batallón La Popa donde comandó los pelotones Dinamarca 2 y Dinamarca.
Joaquín Felipe Contreras, un campesino de Pueblo Bello, fue su primera ejecución extrajudicial de los seis asesinatos que dirigió y con la que advirtió a sus hombres que “así se iban a hacer los resultados operacionales”.
Pero ahora, 18 años después, Elkin Burgos reconoció el daño que ocasionó al deshonrar el mandato militar. “Fui asignado para estar en el área de Pueblo Bello y cuidar la vida, la honra y los bienes de las personas que habitaban en ese sector y no lo hice”, dijo Elkin Burgos.
El exmilitar de 40 años admitió su responsabilidad de haber promovido entre los hombres bajo su mando la presentación de asesinatos como muertes en combate como medio para hacer frente a la presión de sus superiores y el reconocimiento.
“Como lo ofrecían los comandantes del batallón, que después de 7 bajas le daban a uno una medalla que se llamaba la gris y que seríamos candidatos a un viaje a Sinaí”, recordó.
Según documentó la JEP, todas las bajas que reportó Burgos con Dinamarca 2 fueron ilegítimas. Las víctimas son Víctor Hugo Maestre Rodríguez, Néstor Raúl Oñate Arias, Alberto Edwin Meza Viana, David Rubio y Martín Villazón.
Los kankuamos como Víctor Maestre y Néstor Oñate son producto de una estigmatización que realizó Burgos contra Atánquez donde a todos los daban por guerrilleros. “Reconozco públicamente haber ejercido controles indebidos en la población kankuama, controlar la venta hasta de insumos y prohibir la movilidad, cosa que no debí haber hecho”, dijo Burgos.
Reconoció que engañó al batallón cuando alteraba y falsificaba los informes de patrullaje para justificar las falsas bajas. “Quiero reivindicar, así mismo, los territorios indígenas, honrar su cultura, sus creencias, que son únicas y deben ser respetadas. Que se reivindique el nombre de todos los territorios sagrados del Cesar y a nivel nacional”, puntualizó Burgos.
José de Jesús Rueda Quintero
José de Jesús Rueda, de 50 años de edad, como sargento viceprimero hizo parte del Batallón La Popa entre el 5 de octubre de 2002 y el 29 de octubre de 2004.
“Cuando llegué a esta región inmediatamente pude identificar lo que se manejaba aquí porque yo venía de un batallón donde se operaba diferente, los combates eran legales y se peleaba con el enemigo real, en choque. Una vez llegué a este batallón (La Popa), me encontré con un fenómeno totalmente diferente que nadie me decía y nadie se acercó a decirme de mis compañeros que aquí se operaba de esta manera con los paramilitares, pero todos lo hacían en su mayoría y era una soledad en el mando al que no se alineaba”, recordó José de Jesús Rueda, natural de Bucaramanga.
Durante su permanencia comandó varias unidades del batallón como Espoleta, Bombarda 1, Contera 1, Zarpazo y Albardón 1. Bajo su mando reportaron los homicidios de 10 personas, entre ellas, dos jóvenes wiwa, de manera ilegal.
Sus víctimas son Wilfrido Chantris Quiroz, un hombre no identificado, Jesús María Coronel, Ronald José Blanquicet Cano, Cristian Alberto Bustamante Martínez, Rafael Ignacio Puerta Flórez, Evelio Vaca, José Rafael Bula, Luis Eduardo Oñate y Carlos Mario Navarro.
“Eran jóvenes que no tenían que morir así. Eran el futuro de Colombia”, aseveró Rueda, quien agregó: “Los jóvenes wiwa y kankuamo no tenían nada que ver con el conflicto armado, y por mis decisiones y mis alianzas con las autodefensas se dieron de baja y se presentaron como muertos en combate”.
Asimismo, indicó que pudieron hacer constantemente las ejecuciones extrajudiciales debido a que nunca hubo recriminación por parte del batallón.
Heber Hernán Gómez Naranjo
Hernán Gómez, nacido en Buga, Valle del Cauca, se desempeñó en el Batallón La Popa como oficial de operaciones entre el 2001 al 2002, y como segundo comandante entre el 2002-2003.
En su ejercicio Gómez Naranjo se encargó, como oficial de operaciones, de acudir a los lugares en los que los paramilitares dejaron cuerpos de víctimas, para organizar a la tropa que iba a ir al lugar y simular la existencia de un combate, según documentó la JEP.
“Presté mi grado, facilité mi jerarquía al interior del batallón y desvié por completo las funciones de mi cargo para revestir con una falsa legalidad estos crímenes horrendos que se venían cometiendo en coordinación con miembros de estructuras criminales que delinquían en el departamento del Cesar y La Guajira”, reconoció Gómez.
Pero, además, aceptó que manipuló los informes para sustentar la legalidad de las operaciones en las que presentaban a las víctimas.
“Me avergüenza enormemente reconocer que, durante los años 2002 y 2003, tiempo en que hice parte de la plana mayor del batallón, evidentemente operó al interior de la unidad militar una estructura criminal, encabezada y liderada por el entonces comandante del batallón, el teniente coronel Publio Hernán Mejía”, puntualizó.
Eduart Gustavo Álvarez Mejía
A finales del año 2003, el teniente (r) Eduart Álvarez fue retirado de las fuerzas militares por abandono del cargo en el Batallón de Contraguerrillas N° 42 ‘Héroes de Barbacoas’ de la Brigada Móvil N° 4 que le habían designado, lo hizo porque según contó, no quería seguir prestándose para la presión por resultados. No obstante, el daño en el Batallón La Popa ya lo había ocasionado entre julio de 2002 y octubre de 2003.
En este comandó los pelotones Albardón 1, Albardón 3 y el pelotón especial Zarpazo con los que ordenó dar de baja a personas indefensas. Entre las víctimas están Leovigildo Antonio Daza Daza, Edgar Beltrán Hurtado, Albeiro Flórez Hernández, entre otros.
“Yo di la orden de asesinar a Leovigildo Daza. Mucho antes de que viéramos presencia de la guerrilla ahí (en Patillal). En esa época se vivía una presión en la que nos pedían resultados y vi la oportunidad de cometer ese asesinato”, aceptó Álvarez Mejía.
Por las ejecuciones extrajudiciales Álvarez recibió muchas felicitaciones que están en su hoja de vida y en la que resaltaron ‘su capacidad de liderazgo, carisma y el alto nivel de moral’. Pero ahora, años después, Eduart Álvarez reconoció que las víctimas fueron el resultado de crímenes contra civiles y pidió perdón al pueblo kankuamo por la estigmatización.
GUILLERMO GUTIÉRREZ RIVEROS
El mayor (r) Guillermo Gutiérrez fue comandante de la batería Contera del Batallón La Popa entre enero y octubre de 2003 y jefe de la sección de operaciones entre octubre de 2003 y junio de 2004, además en este último cargo estuvo como encargado en el primer semestre de 2003.
Durante ese periodo, la batería Contera, con sus cuatro pelotones, incluido Trueno, presentó como muertes en combate los homicidios de 16 personas, en 11 eventos, que constituyeron ejecuciones fuera de combate, según la JEP.
Gutiérrez admitió que dirigió las operaciones ilegales y consintió la realización de asesinatos como los de Neil Eduardo Hoyos Villadiego, los indígenas kankuamos Uriel Evangelista Arias Martínez y Carlos Arturo Cáceres, entre otras.
“Quiero pedirles perdón a las comunidades indígenas por haberles causado daño a su territorio, sus creencias y sus costumbres. Me comprometo a hacer lo que la JEP disponga. Su Batallón La Popa de la época les falló”, aseveró Gutiérrez.
Agregó que la presión ejercida por los superiores marcó en parte los homicidios a lo largo del tiempo. “La presión que ejercíamos, porque también me incluyo ahí, era de todos los niveles y la ejercíamos hacia los pelotones tanto de soldados profesionales, tanto a los soldados regulares y a los soldados campesinos que inducimos y alentamos a continuar con esta barbarie”, acotó.
Por Marllelys Salinas / EL PILÓN
Los 12 comparecientes tras aceptar su responsabilidad están a la espera de que la JEP realice las valoraciones judiciales para recibir sus posibles sanciones.
En la imputación realizada por la Sala de Reconocimiento de la Jurisdicción Especial para la Paz, JEP, se conoció que los exmilitares que aceptaron las ejecuciones extrajudiciales actuaron también motivados por la presión de resultados, los premios ofrecidos y el reconocimiento.
Este panorama se vio reflejado en las declaraciones que los comparecientes entregaron en las audiencias de reconocimiento celebradas el pasado 18 y 19 de julio en Valledupar.
YERIS ANDRÉS GÓMEZ CORONEL
Para el soldado (r) Yeris Gómez, de 40 años de edad, las ejecuciones extrajudiciales en su vida comenzaron en el corregimiento de Villa Germania, zona rural de Valledupar, donde mató a un subversivo que ya no representaba ningún peligro tras terminar un combate.
En ese entonces hacía parte como soldado del Batallón La Popa donde estuvo integrado entre los años 2002 y 2008.
Durante su paso estuvo en los pelotones Zarpazo, Albardón 1, Arpón y Bombarda 6. Según la JEP, en ese periodo recibió el 25 de noviembre de 2005 la medalla de ‘Servicios distinguidos en orden público’, condecoración atípica para su rango. Asimismo, obtuvo cuatro felicitaciones.
No obstante, las consiguió en parte por las ejecuciones extrajudiciales y no por el mérito de su esfuerzo en los campos de guerra.
Participó en más de 20 hechos, entre febrero de 2002 y julio de 2007, en los que fueron asesinadas y presentadas como bajas en combate de manera ilegítima al menos 50 personas. Además, mató directamente a por lo menos ocho ciudadanos, de acuerdo a lo documentado por la JEP. Entre las víctimas están una mujer que permanece sin identificar, Luis Felipe Pabón, Uriel Arias, entre otros.
“Reconozco que le quité la vida a seres humanos con derecho a vivir, a una comunidad a la que le destruí sus sueños y proyectos de vida, afectando sus tradiciones ancestrales y espirituales”, aseguró Gómez Coronel. El soldado admitió, también, que realizaron alianzas con los paramilitares y que siguió las instrucciones de sus superiores sin reparos, entre esas las del coronel Hernán Mejía, excomandante del Batallón La Popa.
“Esa era la Seguridad Democrática, solo para matar a personas inocentes que no tenían nada que ver con el conflicto armado”, agregó Gómez. Otras motivaciones para cometer los crímenes se relacionaron a las recompensas que daban por presentar resultados.
“Los soles de los generales, así como mis manos están manchadas de sangre, esos soles y sus grados de oficial del Ejército también están manchados de sangre porque ellos eran los que nos daban la recompensa por cada persona asesinada y legalizada por el Batallón La Popa”, puntualizó.
Elkin Leonardo Burgos Suárez
El subteniente retirado, natural de Cundinamarca, inició su carrera militar en julio del 2000, en la Escuela de Cadetes General ‘José María Córdoba’ y en el 2003 fue trasladado al Batallón La Popa donde comandó los pelotones Dinamarca 2 y Dinamarca.
Joaquín Felipe Contreras, un campesino de Pueblo Bello, fue su primera ejecución extrajudicial de los seis asesinatos que dirigió y con la que advirtió a sus hombres que “así se iban a hacer los resultados operacionales”.
Pero ahora, 18 años después, Elkin Burgos reconoció el daño que ocasionó al deshonrar el mandato militar. “Fui asignado para estar en el área de Pueblo Bello y cuidar la vida, la honra y los bienes de las personas que habitaban en ese sector y no lo hice”, dijo Elkin Burgos.
El exmilitar de 40 años admitió su responsabilidad de haber promovido entre los hombres bajo su mando la presentación de asesinatos como muertes en combate como medio para hacer frente a la presión de sus superiores y el reconocimiento.
“Como lo ofrecían los comandantes del batallón, que después de 7 bajas le daban a uno una medalla que se llamaba la gris y que seríamos candidatos a un viaje a Sinaí”, recordó.
Según documentó la JEP, todas las bajas que reportó Burgos con Dinamarca 2 fueron ilegítimas. Las víctimas son Víctor Hugo Maestre Rodríguez, Néstor Raúl Oñate Arias, Alberto Edwin Meza Viana, David Rubio y Martín Villazón.
Los kankuamos como Víctor Maestre y Néstor Oñate son producto de una estigmatización que realizó Burgos contra Atánquez donde a todos los daban por guerrilleros. “Reconozco públicamente haber ejercido controles indebidos en la población kankuama, controlar la venta hasta de insumos y prohibir la movilidad, cosa que no debí haber hecho”, dijo Burgos.
Reconoció que engañó al batallón cuando alteraba y falsificaba los informes de patrullaje para justificar las falsas bajas. “Quiero reivindicar, así mismo, los territorios indígenas, honrar su cultura, sus creencias, que son únicas y deben ser respetadas. Que se reivindique el nombre de todos los territorios sagrados del Cesar y a nivel nacional”, puntualizó Burgos.
José de Jesús Rueda Quintero
José de Jesús Rueda, de 50 años de edad, como sargento viceprimero hizo parte del Batallón La Popa entre el 5 de octubre de 2002 y el 29 de octubre de 2004.
“Cuando llegué a esta región inmediatamente pude identificar lo que se manejaba aquí porque yo venía de un batallón donde se operaba diferente, los combates eran legales y se peleaba con el enemigo real, en choque. Una vez llegué a este batallón (La Popa), me encontré con un fenómeno totalmente diferente que nadie me decía y nadie se acercó a decirme de mis compañeros que aquí se operaba de esta manera con los paramilitares, pero todos lo hacían en su mayoría y era una soledad en el mando al que no se alineaba”, recordó José de Jesús Rueda, natural de Bucaramanga.
Durante su permanencia comandó varias unidades del batallón como Espoleta, Bombarda 1, Contera 1, Zarpazo y Albardón 1. Bajo su mando reportaron los homicidios de 10 personas, entre ellas, dos jóvenes wiwa, de manera ilegal.
Sus víctimas son Wilfrido Chantris Quiroz, un hombre no identificado, Jesús María Coronel, Ronald José Blanquicet Cano, Cristian Alberto Bustamante Martínez, Rafael Ignacio Puerta Flórez, Evelio Vaca, José Rafael Bula, Luis Eduardo Oñate y Carlos Mario Navarro.
“Eran jóvenes que no tenían que morir así. Eran el futuro de Colombia”, aseveró Rueda, quien agregó: “Los jóvenes wiwa y kankuamo no tenían nada que ver con el conflicto armado, y por mis decisiones y mis alianzas con las autodefensas se dieron de baja y se presentaron como muertos en combate”.
Asimismo, indicó que pudieron hacer constantemente las ejecuciones extrajudiciales debido a que nunca hubo recriminación por parte del batallón.
Heber Hernán Gómez Naranjo
Hernán Gómez, nacido en Buga, Valle del Cauca, se desempeñó en el Batallón La Popa como oficial de operaciones entre el 2001 al 2002, y como segundo comandante entre el 2002-2003.
En su ejercicio Gómez Naranjo se encargó, como oficial de operaciones, de acudir a los lugares en los que los paramilitares dejaron cuerpos de víctimas, para organizar a la tropa que iba a ir al lugar y simular la existencia de un combate, según documentó la JEP.
“Presté mi grado, facilité mi jerarquía al interior del batallón y desvié por completo las funciones de mi cargo para revestir con una falsa legalidad estos crímenes horrendos que se venían cometiendo en coordinación con miembros de estructuras criminales que delinquían en el departamento del Cesar y La Guajira”, reconoció Gómez.
Pero, además, aceptó que manipuló los informes para sustentar la legalidad de las operaciones en las que presentaban a las víctimas.
“Me avergüenza enormemente reconocer que, durante los años 2002 y 2003, tiempo en que hice parte de la plana mayor del batallón, evidentemente operó al interior de la unidad militar una estructura criminal, encabezada y liderada por el entonces comandante del batallón, el teniente coronel Publio Hernán Mejía”, puntualizó.
Eduart Gustavo Álvarez Mejía
A finales del año 2003, el teniente (r) Eduart Álvarez fue retirado de las fuerzas militares por abandono del cargo en el Batallón de Contraguerrillas N° 42 ‘Héroes de Barbacoas’ de la Brigada Móvil N° 4 que le habían designado, lo hizo porque según contó, no quería seguir prestándose para la presión por resultados. No obstante, el daño en el Batallón La Popa ya lo había ocasionado entre julio de 2002 y octubre de 2003.
En este comandó los pelotones Albardón 1, Albardón 3 y el pelotón especial Zarpazo con los que ordenó dar de baja a personas indefensas. Entre las víctimas están Leovigildo Antonio Daza Daza, Edgar Beltrán Hurtado, Albeiro Flórez Hernández, entre otros.
“Yo di la orden de asesinar a Leovigildo Daza. Mucho antes de que viéramos presencia de la guerrilla ahí (en Patillal). En esa época se vivía una presión en la que nos pedían resultados y vi la oportunidad de cometer ese asesinato”, aceptó Álvarez Mejía.
Por las ejecuciones extrajudiciales Álvarez recibió muchas felicitaciones que están en su hoja de vida y en la que resaltaron ‘su capacidad de liderazgo, carisma y el alto nivel de moral’. Pero ahora, años después, Eduart Álvarez reconoció que las víctimas fueron el resultado de crímenes contra civiles y pidió perdón al pueblo kankuamo por la estigmatización.
GUILLERMO GUTIÉRREZ RIVEROS
El mayor (r) Guillermo Gutiérrez fue comandante de la batería Contera del Batallón La Popa entre enero y octubre de 2003 y jefe de la sección de operaciones entre octubre de 2003 y junio de 2004, además en este último cargo estuvo como encargado en el primer semestre de 2003.
Durante ese periodo, la batería Contera, con sus cuatro pelotones, incluido Trueno, presentó como muertes en combate los homicidios de 16 personas, en 11 eventos, que constituyeron ejecuciones fuera de combate, según la JEP.
Gutiérrez admitió que dirigió las operaciones ilegales y consintió la realización de asesinatos como los de Neil Eduardo Hoyos Villadiego, los indígenas kankuamos Uriel Evangelista Arias Martínez y Carlos Arturo Cáceres, entre otras.
“Quiero pedirles perdón a las comunidades indígenas por haberles causado daño a su territorio, sus creencias y sus costumbres. Me comprometo a hacer lo que la JEP disponga. Su Batallón La Popa de la época les falló”, aseveró Gutiérrez.
Agregó que la presión ejercida por los superiores marcó en parte los homicidios a lo largo del tiempo. “La presión que ejercíamos, porque también me incluyo ahí, era de todos los niveles y la ejercíamos hacia los pelotones tanto de soldados profesionales, tanto a los soldados regulares y a los soldados campesinos que inducimos y alentamos a continuar con esta barbarie”, acotó.
Por Marllelys Salinas / EL PILÓN