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Columnista - 10 marzo, 2018

Los congresistas que necesita Colombia

Los próximos vencedores del ajedrez político–legislativo 2018–2022, tanto representantes a la cámara como senadores, deben poseer cualidades, virtudes y capacidades superiores a los retos que estos se dispongan para ejercer a cabalidad un destacado rol legislativo. No esta demás recomendar a los futuros congresistas, trabajar unidos aliados con las comunidades; expandirse con una ruta de […]

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Los próximos vencedores del ajedrez político–legislativo 2018–2022, tanto representantes a la cámara como senadores, deben poseer cualidades, virtudes y capacidades superiores a los retos que estos se dispongan para ejercer a cabalidad un destacado rol legislativo.

No esta demás recomendar a los futuros congresistas, trabajar unidos aliados con las comunidades; expandirse con una ruta de crecimiento, enfrentar y seguir desafíos de construir leyes para un país con mejores y prósperos resultados, que lleven a la practica una política con atributos de cohesión, integridad, legitimidad y sostenibilidad; manejando una visión integral del proceso de desarrollo social y que logren aprovechar resultados compartidos, consolidando soluciones colectivas, reales, que piensen con el corazón en la gente y los más importante que abran espacios para quienes han perdido la esperanza y miran con desconfianza la rama legislativa.

El ideario de un buen congresista, parte de la necesidad de pensar y actuar sobre la visión y desarrollo de país. Los congresistas que necesita Colombia, deberán articular siempre esfuerzos, con énfasis en lineamientos que les permitan incorporar criterios de organización al proceso de modernización, ajustados a nivel nacional; avanzando en la exposición de sus propuestas, tras una estrategia de cara a impulsar la ejecución de proyectos, la articulación de planes y acciones que permitan volcar la mirada hacia horizontes idóneos.

Tanto representantes como senadores, están obligados a alinear ideas que unan esfuerzos, para hacer de las voces de las regiones un eco de resistencia y solidaridad; enlazando compromisos para abogar de verdad por el desarrollo, mediante la participación activa de todos; poniendo acento en la participación como eje central. Es importante que fijen sus metas en el mejoramiento de la calidad de vida de los ciudadanos; jamás desfallecer en el propósito de construir país, manteniendo el ideal de servir a los demás en las buenas y en las malas; esto como un gesto de compromiso total, un pilar fundamental para el desarrollo y el cambio. Para elegir a buenos congresistas, hay que concebir el voto como un instrumento útil; por lo tanto, debe ser decente, voluntario y consiente. No hay que votar por el tradicionalismo jerarquizado, el caciquismo que produce inercia y apatía siempre. El congresista idóneo es dueño de un discurso claro y potente que tenga sintonía y coherencia con la realidad del país.

Los congresistas requeridos, son los que invitan al pueblo a unir ideales para fortalecer el desarrollo social; tras un escenario de expresión colectiva, donde la unión sea lo primordial y no la desunión, deslealtad y falta de compromiso como se observa actualmente. Congresistas exitosos serán aquellos que persigan objetivos fundamentales, no triviales; inmersos en la búsqueda intencional que facilite resolver los problemas cruciales. El congresista ejemplar dedicará tiempo, esfuerzo, ilusión y vida a sus paisanos, para aportar y compartir sus valores, conocimientos y logros conseguidos desde su curul.

Los congresistas elegidos a conciencia tendrán que interpretarse como interlocutores válidos en procesos de participación y planeación, liderando acciones que se ajusten y apropien a las condiciones éticas. Los congresistas requeridos, esperados y elegidos pulcramente deben ser dueños de un discurso claro, sin rodeos y dotados de una profunda vocación, civilista y pacifista.

Concluyendo, el congresista ya posesionado, debe entender que tiene que recuperar con su actuación el prestigio que ha perdido tal cargo y corporación; promoviendo la conjunción de esfuerzos que faciliten, articulen criterios de organización y contribuyan al mejoramiento de la calidad de vida que a gritos pide Colombia.

[email protected]

Columnista
10 marzo, 2018

Los congresistas que necesita Colombia

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Jairo Franco Salas

Los próximos vencedores del ajedrez político–legislativo 2018–2022, tanto representantes a la cámara como senadores, deben poseer cualidades, virtudes y capacidades superiores a los retos que estos se dispongan para ejercer a cabalidad un destacado rol legislativo. No esta demás recomendar a los futuros congresistas, trabajar unidos aliados con las comunidades; expandirse con una ruta de […]


Los próximos vencedores del ajedrez político–legislativo 2018–2022, tanto representantes a la cámara como senadores, deben poseer cualidades, virtudes y capacidades superiores a los retos que estos se dispongan para ejercer a cabalidad un destacado rol legislativo.

No esta demás recomendar a los futuros congresistas, trabajar unidos aliados con las comunidades; expandirse con una ruta de crecimiento, enfrentar y seguir desafíos de construir leyes para un país con mejores y prósperos resultados, que lleven a la practica una política con atributos de cohesión, integridad, legitimidad y sostenibilidad; manejando una visión integral del proceso de desarrollo social y que logren aprovechar resultados compartidos, consolidando soluciones colectivas, reales, que piensen con el corazón en la gente y los más importante que abran espacios para quienes han perdido la esperanza y miran con desconfianza la rama legislativa.

El ideario de un buen congresista, parte de la necesidad de pensar y actuar sobre la visión y desarrollo de país. Los congresistas que necesita Colombia, deberán articular siempre esfuerzos, con énfasis en lineamientos que les permitan incorporar criterios de organización al proceso de modernización, ajustados a nivel nacional; avanzando en la exposición de sus propuestas, tras una estrategia de cara a impulsar la ejecución de proyectos, la articulación de planes y acciones que permitan volcar la mirada hacia horizontes idóneos.

Tanto representantes como senadores, están obligados a alinear ideas que unan esfuerzos, para hacer de las voces de las regiones un eco de resistencia y solidaridad; enlazando compromisos para abogar de verdad por el desarrollo, mediante la participación activa de todos; poniendo acento en la participación como eje central. Es importante que fijen sus metas en el mejoramiento de la calidad de vida de los ciudadanos; jamás desfallecer en el propósito de construir país, manteniendo el ideal de servir a los demás en las buenas y en las malas; esto como un gesto de compromiso total, un pilar fundamental para el desarrollo y el cambio. Para elegir a buenos congresistas, hay que concebir el voto como un instrumento útil; por lo tanto, debe ser decente, voluntario y consiente. No hay que votar por el tradicionalismo jerarquizado, el caciquismo que produce inercia y apatía siempre. El congresista idóneo es dueño de un discurso claro y potente que tenga sintonía y coherencia con la realidad del país.

Los congresistas requeridos, son los que invitan al pueblo a unir ideales para fortalecer el desarrollo social; tras un escenario de expresión colectiva, donde la unión sea lo primordial y no la desunión, deslealtad y falta de compromiso como se observa actualmente. Congresistas exitosos serán aquellos que persigan objetivos fundamentales, no triviales; inmersos en la búsqueda intencional que facilite resolver los problemas cruciales. El congresista ejemplar dedicará tiempo, esfuerzo, ilusión y vida a sus paisanos, para aportar y compartir sus valores, conocimientos y logros conseguidos desde su curul.

Los congresistas elegidos a conciencia tendrán que interpretarse como interlocutores válidos en procesos de participación y planeación, liderando acciones que se ajusten y apropien a las condiciones éticas. Los congresistas requeridos, esperados y elegidos pulcramente deben ser dueños de un discurso claro, sin rodeos y dotados de una profunda vocación, civilista y pacifista.

Concluyendo, el congresista ya posesionado, debe entender que tiene que recuperar con su actuación el prestigio que ha perdido tal cargo y corporación; promoviendo la conjunción de esfuerzos que faciliten, articulen criterios de organización y contribuyan al mejoramiento de la calidad de vida que a gritos pide Colombia.

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