Los próximos vencedores del ajedrez político–legislativo 2018–2022, tanto representantes a la cámara como senadores, deben poseer cualidades, virtudes y capacidades superiores a los retos que estos se dispongan para ejercer a cabalidad un destacado rol legislativo. No esta demás recomendar a los futuros congresistas, trabajar unidos aliados con las comunidades; expandirse con una ruta de […]
Los próximos vencedores del ajedrez político–legislativo 2018–2022, tanto representantes a la cámara como senadores, deben poseer cualidades, virtudes y capacidades superiores a los retos que estos se dispongan para ejercer a cabalidad un destacado rol legislativo.
No esta demás recomendar a los futuros congresistas, trabajar unidos aliados con las comunidades; expandirse con una ruta de crecimiento, enfrentar y seguir desafíos de construir leyes para un país con mejores y prósperos resultados, que lleven a la practica una política con atributos de cohesión, integridad, legitimidad y sostenibilidad; manejando una visión integral del proceso de desarrollo social y que logren aprovechar resultados compartidos, consolidando soluciones colectivas, reales, que piensen con el corazón en la gente y los más importante que abran espacios para quienes han perdido la esperanza y miran con desconfianza la rama legislativa.
El ideario de un buen congresista, parte de la necesidad de pensar y actuar sobre la visión y desarrollo de país. Los congresistas que necesita Colombia, deberán articular siempre esfuerzos, con énfasis en lineamientos que les permitan incorporar criterios de organización al proceso de modernización, ajustados a nivel nacional; avanzando en la exposición de sus propuestas, tras una estrategia de cara a impulsar la ejecución de proyectos, la articulación de planes y acciones que permitan volcar la mirada hacia horizontes idóneos.
Tanto representantes como senadores, están obligados a alinear ideas que unan esfuerzos, para hacer de las voces de las regiones un eco de resistencia y solidaridad; enlazando compromisos para abogar de verdad por el desarrollo, mediante la participación activa de todos; poniendo acento en la participación como eje central. Es importante que fijen sus metas en el mejoramiento de la calidad de vida de los ciudadanos; jamás desfallecer en el propósito de construir país, manteniendo el ideal de servir a los demás en las buenas y en las malas; esto como un gesto de compromiso total, un pilar fundamental para el desarrollo y el cambio. Para elegir a buenos congresistas, hay que concebir el voto como un instrumento útil; por lo tanto, debe ser decente, voluntario y consiente. No hay que votar por el tradicionalismo jerarquizado, el caciquismo que produce inercia y apatía siempre. El congresista idóneo es dueño de un discurso claro y potente que tenga sintonía y coherencia con la realidad del país.
Los congresistas requeridos, son los que invitan al pueblo a unir ideales para fortalecer el desarrollo social; tras un escenario de expresión colectiva, donde la unión sea lo primordial y no la desunión, deslealtad y falta de compromiso como se observa actualmente. Congresistas exitosos serán aquellos que persigan objetivos fundamentales, no triviales; inmersos en la búsqueda intencional que facilite resolver los problemas cruciales. El congresista ejemplar dedicará tiempo, esfuerzo, ilusión y vida a sus paisanos, para aportar y compartir sus valores, conocimientos y logros conseguidos desde su curul.
Los congresistas elegidos a conciencia tendrán que interpretarse como interlocutores válidos en procesos de participación y planeación, liderando acciones que se ajusten y apropien a las condiciones éticas. Los congresistas requeridos, esperados y elegidos pulcramente deben ser dueños de un discurso claro, sin rodeos y dotados de una profunda vocación, civilista y pacifista.
Concluyendo, el congresista ya posesionado, debe entender que tiene que recuperar con su actuación el prestigio que ha perdido tal cargo y corporación; promoviendo la conjunción de esfuerzos que faciliten, articulen criterios de organización y contribuyan al mejoramiento de la calidad de vida que a gritos pide Colombia.
Los próximos vencedores del ajedrez político–legislativo 2018–2022, tanto representantes a la cámara como senadores, deben poseer cualidades, virtudes y capacidades superiores a los retos que estos se dispongan para ejercer a cabalidad un destacado rol legislativo. No esta demás recomendar a los futuros congresistas, trabajar unidos aliados con las comunidades; expandirse con una ruta de […]
Los próximos vencedores del ajedrez político–legislativo 2018–2022, tanto representantes a la cámara como senadores, deben poseer cualidades, virtudes y capacidades superiores a los retos que estos se dispongan para ejercer a cabalidad un destacado rol legislativo.
No esta demás recomendar a los futuros congresistas, trabajar unidos aliados con las comunidades; expandirse con una ruta de crecimiento, enfrentar y seguir desafíos de construir leyes para un país con mejores y prósperos resultados, que lleven a la practica una política con atributos de cohesión, integridad, legitimidad y sostenibilidad; manejando una visión integral del proceso de desarrollo social y que logren aprovechar resultados compartidos, consolidando soluciones colectivas, reales, que piensen con el corazón en la gente y los más importante que abran espacios para quienes han perdido la esperanza y miran con desconfianza la rama legislativa.
El ideario de un buen congresista, parte de la necesidad de pensar y actuar sobre la visión y desarrollo de país. Los congresistas que necesita Colombia, deberán articular siempre esfuerzos, con énfasis en lineamientos que les permitan incorporar criterios de organización al proceso de modernización, ajustados a nivel nacional; avanzando en la exposición de sus propuestas, tras una estrategia de cara a impulsar la ejecución de proyectos, la articulación de planes y acciones que permitan volcar la mirada hacia horizontes idóneos.
Tanto representantes como senadores, están obligados a alinear ideas que unan esfuerzos, para hacer de las voces de las regiones un eco de resistencia y solidaridad; enlazando compromisos para abogar de verdad por el desarrollo, mediante la participación activa de todos; poniendo acento en la participación como eje central. Es importante que fijen sus metas en el mejoramiento de la calidad de vida de los ciudadanos; jamás desfallecer en el propósito de construir país, manteniendo el ideal de servir a los demás en las buenas y en las malas; esto como un gesto de compromiso total, un pilar fundamental para el desarrollo y el cambio. Para elegir a buenos congresistas, hay que concebir el voto como un instrumento útil; por lo tanto, debe ser decente, voluntario y consiente. No hay que votar por el tradicionalismo jerarquizado, el caciquismo que produce inercia y apatía siempre. El congresista idóneo es dueño de un discurso claro y potente que tenga sintonía y coherencia con la realidad del país.
Los congresistas requeridos, son los que invitan al pueblo a unir ideales para fortalecer el desarrollo social; tras un escenario de expresión colectiva, donde la unión sea lo primordial y no la desunión, deslealtad y falta de compromiso como se observa actualmente. Congresistas exitosos serán aquellos que persigan objetivos fundamentales, no triviales; inmersos en la búsqueda intencional que facilite resolver los problemas cruciales. El congresista ejemplar dedicará tiempo, esfuerzo, ilusión y vida a sus paisanos, para aportar y compartir sus valores, conocimientos y logros conseguidos desde su curul.
Los congresistas elegidos a conciencia tendrán que interpretarse como interlocutores válidos en procesos de participación y planeación, liderando acciones que se ajusten y apropien a las condiciones éticas. Los congresistas requeridos, esperados y elegidos pulcramente deben ser dueños de un discurso claro, sin rodeos y dotados de una profunda vocación, civilista y pacifista.
Concluyendo, el congresista ya posesionado, debe entender que tiene que recuperar con su actuación el prestigio que ha perdido tal cargo y corporación; promoviendo la conjunción de esfuerzos que faciliten, articulen criterios de organización y contribuyan al mejoramiento de la calidad de vida que a gritos pide Colombia.