Publicidad
Categorías
Categorías
Política - 8 noviembre, 2021

Los cinco retos del centro político en las elecciones del 2022

El 2021 está por terminar y el centro tiene todavía desafíos pendientes si quiere ganar las elecciones. Estos son los retos que deben enfrentar los candidatos y partidos que encarnan esta opción.

La Coalición de la Esperanza.
La Coalición de la Esperanza.
Boton Wpp

PRIMER RETO: MIRAR HACIA EL FUTURO

El problema que enfrenta el centro político en las elecciones presidenciales del 2022 es que no tiene un relato emotivo que, con bases programáticas, conecte al elector con el candidato. Esa es una tarea urgente que tiene pendiente.

La derecha tiene una narrativa elaborada. Y Petro, por su parte, tiene un discurso construido desde hace tiempo, pero ahora tiene un problema: su relato es muy parecido al de las elecciones del 2018 y el candidato que se repita, pierde. 

La razón es una: el mundo cambió con el covid-19, y cambiaron también los intereses y prioridades del elector. La pandemia adelantó el futuro, pues aceleró la virtualidad, lo digital y el comercio electrónico. Cambió el modo de producir y hacer riqueza. Hoy los nuevos ricos no son los banqueros tipo Rockefeller o fabricantes de carros tipo Henry Ford. La riqueza ya no reposa en lo material, sino en la Inteligencia Artificial, en lo digital y en las aplicaciones. En lo inmaterial.

El covid-19 también hizo evidentes la pobreza, la desigualdad y la inseguridad de la ciudadanía. El mundo está cambiando y el discurso de los candidatos no incorpora estos cambios: están atrapados en las batallas del pasado, cuando la nueva agenda pide concentrarse en las batallas que vienen, como, por ejemplo, ¿Colombia se está preparando para competir en la revolución tecnológica? ¿Colombia se está uniendo a la ola digital, ambiental e inclusiva? ¿Está mejorando la productividad, la competitividad y disminuyendo la informalidad, la desigualdad y la inseguridad? ¿La gente qué está estudiando?, ¿hay ecosistemas de emprendedores?

Por supuesto que debemos mantener la conexión con el pasado, pero es momento de que las campañas se conecten con el futuro.

UN DISCURSO EMOTIVO Y COHESIONADO

El desafío del centro es construir un relato nuevo, programático, inspirador y emotivo, pues el cerebro político es un cerebro emocional. Se precisa una campaña que enganche al votante como una serie de Netflix. 

Lea también: “Dijeron que no existía, pero ahora todos se autodenominan de centro”: exministro Juan Fernando Cristo

El discurso por supuesto debe recoger el descontento social y económico, pero no de la forma desgastada como tratan de hacerlo la izquierda y la derecha. Por eso el centro tendrá que oír a la ciudadanía en un diálogo colectivo, argumentado, útil y –sobre todo- debe comenzar a dar respuestas, a través de propuestas, a una ciudadanía que las reclama.  Hoy todos hablan y nadie escucha. Cada quien tiene su púlpito en las redes. Y si no se escucha es porque  no hay conversación.

Ahora bien, por primera vez en Colombia la mayoría del electorado (70 %) no encuentra un candidato que lo represente. En la baraja de candidatos no está  el naipe que buscan los electores y a estas alturas del calendario electoral no aparecerá  la carta “comodín” y tocará escoger de lo que hay; y hasta una mala carta, estilo de lo que  ocurrió en Perú  con Castillo y Fujimori, se puede colar para una segunda vuelta y poner al país en el peor de los mundos. 

Ello dependerá de si el Centro tiene la grandeza de unirse porque de lo contrario el riesgo estará ahí, latente.  Mientras tanto, los candidatos todavía no alcanzan a leer ni interpretar ni representar esos nuevos intereses del mundo covid-19. No han encontrado la bolita. 

UN REPRESENTANTE DEL CENTRO

Otro desafío del centro es depurar la lista de aspirantes presidenciales y para ello tendrían que encontrar los mecanismos para escoger a los más viables. 

La Coalición de la Esperanza tiene muchos candidatos y ello confunde al elector. Que el ciudadano de a pie no sepa quiénes la conforman implica que no se reconozcan en ella. La gente se identifica con individuos y no con generalidades ni con abstracciones. 

La madre Teresa de Calcuta dijo que si se fijaba en las masas nunca actuaría, pero si se fijaba en un individuo, sí. La razón: estamos diseñados para sentir y expresar emociones hacia las personas y no hacía las estadísticas o abstracciones. 

La Coalición de la Esperanza es eso, una abstracción que oculta la individualidad de los candidatos. En este sentido, hay que hacer lo que hizo Uribe en la campaña de 2017: depuró la camada de precandidatos presidenciales mediante el mecanismo de la encuesta y antes de que finalizara el año postuló a Duque. En ese momento ganó identificación, nombre de pila y referente. Es decir, alguien concreto, de carne y hueso, por quien votar. 

Hasta ahora la Coalición de la Esperanza es una entelequia que la gente no logra identificar ni descifrar porque lo que existe es multitud y en este caso, donde hay multitud hay confusión. 

CREAR LA “OLA DEL CENTRO”

Una campaña ganadora necesita entusiasmo y para eso sería preciso provocar una “ola” como la ‘ola verde’ de Mockus.   Y la manera de hacerlo pasa por crear hechos políticos. Por ejemplo, la decisión del Partido Verde, si no se rompe, si no implota, de irse por esa vía ayudaría  en ese sentido; que Alejandro Gaviria e Ingrid Betancourt hagan lo propio también, o que se lance una lista de candidatos representativos pero sobre todo alternativos al Senado, serían hechos políticos que ayudarían a crear la “ola del centro”.

Alejandro Gaviria. 

Le puede interesar: Se calienta el debate: duro cruce entre el senador Sanguino y el alcalde Mello Castro

Por ahora las encuestas muestran que el tablero sigue igual: Petro de primero y Fajardo de segundo, pero esto no será por mucho tiempo. Por primera vez la mayoría de la ciudadanía no encuentra un candidato que la represente. En escenarios inciertos como el actual, será presidente el que haga alianzas y consultas; el que reinvente el discurso, y el que dé confianza y certeza, aunque sea con mentiras. 

MANTENER LA MODERACIÓN

El centro debe seguir por el camino de la moderación. La moderación, según Antoni Gutiérrez Rubí, es la forma de ganar elecciones. 

El 2022 será un año electoral. 

La moderación es un activo político. “Los ciudadanos están esperando una política moderada que permita consensos, mayorías y también están esperando a políticos que hagan de la palabra un culto a la política; y de la conversación, el diálogo y la capacidad de escucha, el púlpito donde se diriman las diferencias y viva la democracia”. Estas son características del centro en Colombia.

Además, agrega Gutiérrez Rubí que “cuando nos contenemos le damos espacio al diálogo, cuando limitamos nuestra agresividad le damos una oportunidad al encuentro, cuando oímos antes de hablar le damos una oportunidad al consenso”. Por eso, la moderación es radicalidad y contiene al populismo, al tribalismo y a los fachos.

En la política y en las elecciones hay tensiones, en el centro también. Es normal que cada uno tire de la cuerda, pero deben tener cuidado para que no se rompa. Antes de firmeza y rigidez, es necesaria la flexibilidad. 

Los candidatos del centro deben unirse; poner en acuerdo ideas y principios; crear por medio de un buen mecanismo una pequeña lista de aspirantes, y escoger el candidato que irá a la primera vuelta. 

Por: Enrique Herrera Araújo

Abogado, especialista en Desarrollo Regional y magister artist en Gestión Pública, experto en tierras, agro y desarrollo rural.

@enriqueha

Política
8 noviembre, 2021

Los cinco retos del centro político en las elecciones del 2022

El 2021 está por terminar y el centro tiene todavía desafíos pendientes si quiere ganar las elecciones. Estos son los retos que deben enfrentar los candidatos y partidos que encarnan esta opción.


La Coalición de la Esperanza.
La Coalición de la Esperanza.
Boton Wpp

PRIMER RETO: MIRAR HACIA EL FUTURO

El problema que enfrenta el centro político en las elecciones presidenciales del 2022 es que no tiene un relato emotivo que, con bases programáticas, conecte al elector con el candidato. Esa es una tarea urgente que tiene pendiente.

La derecha tiene una narrativa elaborada. Y Petro, por su parte, tiene un discurso construido desde hace tiempo, pero ahora tiene un problema: su relato es muy parecido al de las elecciones del 2018 y el candidato que se repita, pierde. 

La razón es una: el mundo cambió con el covid-19, y cambiaron también los intereses y prioridades del elector. La pandemia adelantó el futuro, pues aceleró la virtualidad, lo digital y el comercio electrónico. Cambió el modo de producir y hacer riqueza. Hoy los nuevos ricos no son los banqueros tipo Rockefeller o fabricantes de carros tipo Henry Ford. La riqueza ya no reposa en lo material, sino en la Inteligencia Artificial, en lo digital y en las aplicaciones. En lo inmaterial.

El covid-19 también hizo evidentes la pobreza, la desigualdad y la inseguridad de la ciudadanía. El mundo está cambiando y el discurso de los candidatos no incorpora estos cambios: están atrapados en las batallas del pasado, cuando la nueva agenda pide concentrarse en las batallas que vienen, como, por ejemplo, ¿Colombia se está preparando para competir en la revolución tecnológica? ¿Colombia se está uniendo a la ola digital, ambiental e inclusiva? ¿Está mejorando la productividad, la competitividad y disminuyendo la informalidad, la desigualdad y la inseguridad? ¿La gente qué está estudiando?, ¿hay ecosistemas de emprendedores?

Por supuesto que debemos mantener la conexión con el pasado, pero es momento de que las campañas se conecten con el futuro.

UN DISCURSO EMOTIVO Y COHESIONADO

El desafío del centro es construir un relato nuevo, programático, inspirador y emotivo, pues el cerebro político es un cerebro emocional. Se precisa una campaña que enganche al votante como una serie de Netflix. 

Lea también: “Dijeron que no existía, pero ahora todos se autodenominan de centro”: exministro Juan Fernando Cristo

El discurso por supuesto debe recoger el descontento social y económico, pero no de la forma desgastada como tratan de hacerlo la izquierda y la derecha. Por eso el centro tendrá que oír a la ciudadanía en un diálogo colectivo, argumentado, útil y –sobre todo- debe comenzar a dar respuestas, a través de propuestas, a una ciudadanía que las reclama.  Hoy todos hablan y nadie escucha. Cada quien tiene su púlpito en las redes. Y si no se escucha es porque  no hay conversación.

Ahora bien, por primera vez en Colombia la mayoría del electorado (70 %) no encuentra un candidato que lo represente. En la baraja de candidatos no está  el naipe que buscan los electores y a estas alturas del calendario electoral no aparecerá  la carta “comodín” y tocará escoger de lo que hay; y hasta una mala carta, estilo de lo que  ocurrió en Perú  con Castillo y Fujimori, se puede colar para una segunda vuelta y poner al país en el peor de los mundos. 

Ello dependerá de si el Centro tiene la grandeza de unirse porque de lo contrario el riesgo estará ahí, latente.  Mientras tanto, los candidatos todavía no alcanzan a leer ni interpretar ni representar esos nuevos intereses del mundo covid-19. No han encontrado la bolita. 

UN REPRESENTANTE DEL CENTRO

Otro desafío del centro es depurar la lista de aspirantes presidenciales y para ello tendrían que encontrar los mecanismos para escoger a los más viables. 

La Coalición de la Esperanza tiene muchos candidatos y ello confunde al elector. Que el ciudadano de a pie no sepa quiénes la conforman implica que no se reconozcan en ella. La gente se identifica con individuos y no con generalidades ni con abstracciones. 

La madre Teresa de Calcuta dijo que si se fijaba en las masas nunca actuaría, pero si se fijaba en un individuo, sí. La razón: estamos diseñados para sentir y expresar emociones hacia las personas y no hacía las estadísticas o abstracciones. 

La Coalición de la Esperanza es eso, una abstracción que oculta la individualidad de los candidatos. En este sentido, hay que hacer lo que hizo Uribe en la campaña de 2017: depuró la camada de precandidatos presidenciales mediante el mecanismo de la encuesta y antes de que finalizara el año postuló a Duque. En ese momento ganó identificación, nombre de pila y referente. Es decir, alguien concreto, de carne y hueso, por quien votar. 

Hasta ahora la Coalición de la Esperanza es una entelequia que la gente no logra identificar ni descifrar porque lo que existe es multitud y en este caso, donde hay multitud hay confusión. 

CREAR LA “OLA DEL CENTRO”

Una campaña ganadora necesita entusiasmo y para eso sería preciso provocar una “ola” como la ‘ola verde’ de Mockus.   Y la manera de hacerlo pasa por crear hechos políticos. Por ejemplo, la decisión del Partido Verde, si no se rompe, si no implota, de irse por esa vía ayudaría  en ese sentido; que Alejandro Gaviria e Ingrid Betancourt hagan lo propio también, o que se lance una lista de candidatos representativos pero sobre todo alternativos al Senado, serían hechos políticos que ayudarían a crear la “ola del centro”.

Alejandro Gaviria. 

Le puede interesar: Se calienta el debate: duro cruce entre el senador Sanguino y el alcalde Mello Castro

Por ahora las encuestas muestran que el tablero sigue igual: Petro de primero y Fajardo de segundo, pero esto no será por mucho tiempo. Por primera vez la mayoría de la ciudadanía no encuentra un candidato que la represente. En escenarios inciertos como el actual, será presidente el que haga alianzas y consultas; el que reinvente el discurso, y el que dé confianza y certeza, aunque sea con mentiras. 

MANTENER LA MODERACIÓN

El centro debe seguir por el camino de la moderación. La moderación, según Antoni Gutiérrez Rubí, es la forma de ganar elecciones. 

El 2022 será un año electoral. 

La moderación es un activo político. “Los ciudadanos están esperando una política moderada que permita consensos, mayorías y también están esperando a políticos que hagan de la palabra un culto a la política; y de la conversación, el diálogo y la capacidad de escucha, el púlpito donde se diriman las diferencias y viva la democracia”. Estas son características del centro en Colombia.

Además, agrega Gutiérrez Rubí que “cuando nos contenemos le damos espacio al diálogo, cuando limitamos nuestra agresividad le damos una oportunidad al encuentro, cuando oímos antes de hablar le damos una oportunidad al consenso”. Por eso, la moderación es radicalidad y contiene al populismo, al tribalismo y a los fachos.

En la política y en las elecciones hay tensiones, en el centro también. Es normal que cada uno tire de la cuerda, pero deben tener cuidado para que no se rompa. Antes de firmeza y rigidez, es necesaria la flexibilidad. 

Los candidatos del centro deben unirse; poner en acuerdo ideas y principios; crear por medio de un buen mecanismo una pequeña lista de aspirantes, y escoger el candidato que irá a la primera vuelta. 

Por: Enrique Herrera Araújo

Abogado, especialista en Desarrollo Regional y magister artist en Gestión Pública, experto en tierras, agro y desarrollo rural.

@enriqueha