“Como cambian los tiempos y ni siquiera nos damos cuenta, como pasan los años y ni siquiera nos damos cuenta, y cuando el hombre avejenta no es el mismo parrandero y aunque tenga dinero las mujeres lo desprecian”. Imposible escribir esta columna sin recordar la canción titulada ‘Los tiempos cambian’ de la autoría de ‘Poncho’ […]
“Como cambian los tiempos y ni siquiera nos damos cuenta, como pasan los años y ni siquiera nos damos cuenta, y cuando el hombre avejenta no es el mismo parrandero y aunque tenga dinero las mujeres lo desprecian”.
Imposible escribir esta columna sin recordar la canción titulada ‘Los tiempos cambian’ de la autoría de ‘Poncho’ Zuleta, incluida por los Hermanos López con la voz de Jorge Oñate en el LP ‘Diosa Divina’ en el año 1971, en la cual, a propósito del cumpleaños de Fabio, su hermano, (el padre de Fabiola e Iván) lamenta que los años pasan y la juventud y las mujeres también, de tal modo que los caballeros quedamos como las orejas del toro, más cerca de los cuernos que del rabo.
Vino a nuestra mente esa hermosísima canción de complacencia a propósito de la celebración fastuosa que se realizó el 10 de enero reciente pasado en virtud del arribo al quinto piso de su periplo vital por parte de mi caro amigo el periodista y empresario de las comunicaciones Ismael Fernández Gámez, acontecimiento que no contó con mi importantísima presencia, en virtud de que mi tarjeta de invitación como que se embolató, de tal modo que me enteré que sería uno de los chicharrones que caería al caldero cuando me llamaron para confirmar mi asistencia. Complicada la vaina, pues la fecha estaba encima, me encontraba fuera del departamento de La Guajira, y además era muy difícil que me alcanzaran a almidonar y guindar la vestimenta para ese festejo de altísima categoría.
Me hubiera gustado asistir porque he sabido que Demis, su atentísima esposa, es una excelente anfitriona, pero la situación empeoró por dificultades de cupo para mis dos hijas que debían viajar en los únicos dos vuelos diarios que salen desde Riohacha, lo que obligó a anticipar mi regreso a la capital peninsular y desplazarme hasta Valledupar el mismo día de la fiesta para que pudieran volar, pero también tuve la duda, si mi tarjeta existía o se me invitó de boca a última hora, pues soy hijo de su madre, quien me decía “no asista donde no es invitado porque usted no pasó hambre chiquito”.
Durante la noche, dibujaba en mi imaginación, a muchos de mis amigos bailando, comiendo, bebiendo y hablando de todo el que iba llegando, también imaginé a los aprendices de políticos que nunca faltan, hablando más que dos náufragos cuando los encuentran y como urracas parlanchinas opinando en cada mesa sobre temas que no conocen, en fin todo lo usual en estos tiempos cuando más de uno que no ha tenido el valor de sacrificarse en esta vida por nada porque todo lo han tenido fácil, tampoco tienen el pudor de guardar silencio cuando hablan los que saben y se sacrifican.
Merecida celebración para un hombre que con el ejercicio lícito del periodismo, ha construido ladrillo a ladrillo una organización empresarial que se ha convertido en escuela para quienes con ese digno oficio ratifican la supremacía del “cuarto poder” sobre las indelicadezas y el ejercicio arbitrario de la función pública.
Ismael es un periodista integral de los tobillos a la mollera, y su meteórica carrera que inició con la reportaría debe servir de ejemplo para las nuevas generaciones de comunicadores de la costa y el país, lo digo porque lo conozco, pues no necesita mi gratuita lisonja porque sus meritos son suficientes, y acostumbro a decir a mis amigos lo que toca y no lo que ellos quisieran escuchar. Isma para la próxima, ya estoy auto invitado, esta vez ni modo hermano.
@Nene AcostaM
“Como cambian los tiempos y ni siquiera nos damos cuenta, como pasan los años y ni siquiera nos damos cuenta, y cuando el hombre avejenta no es el mismo parrandero y aunque tenga dinero las mujeres lo desprecian”. Imposible escribir esta columna sin recordar la canción titulada ‘Los tiempos cambian’ de la autoría de ‘Poncho’ […]
“Como cambian los tiempos y ni siquiera nos damos cuenta, como pasan los años y ni siquiera nos damos cuenta, y cuando el hombre avejenta no es el mismo parrandero y aunque tenga dinero las mujeres lo desprecian”.
Imposible escribir esta columna sin recordar la canción titulada ‘Los tiempos cambian’ de la autoría de ‘Poncho’ Zuleta, incluida por los Hermanos López con la voz de Jorge Oñate en el LP ‘Diosa Divina’ en el año 1971, en la cual, a propósito del cumpleaños de Fabio, su hermano, (el padre de Fabiola e Iván) lamenta que los años pasan y la juventud y las mujeres también, de tal modo que los caballeros quedamos como las orejas del toro, más cerca de los cuernos que del rabo.
Vino a nuestra mente esa hermosísima canción de complacencia a propósito de la celebración fastuosa que se realizó el 10 de enero reciente pasado en virtud del arribo al quinto piso de su periplo vital por parte de mi caro amigo el periodista y empresario de las comunicaciones Ismael Fernández Gámez, acontecimiento que no contó con mi importantísima presencia, en virtud de que mi tarjeta de invitación como que se embolató, de tal modo que me enteré que sería uno de los chicharrones que caería al caldero cuando me llamaron para confirmar mi asistencia. Complicada la vaina, pues la fecha estaba encima, me encontraba fuera del departamento de La Guajira, y además era muy difícil que me alcanzaran a almidonar y guindar la vestimenta para ese festejo de altísima categoría.
Me hubiera gustado asistir porque he sabido que Demis, su atentísima esposa, es una excelente anfitriona, pero la situación empeoró por dificultades de cupo para mis dos hijas que debían viajar en los únicos dos vuelos diarios que salen desde Riohacha, lo que obligó a anticipar mi regreso a la capital peninsular y desplazarme hasta Valledupar el mismo día de la fiesta para que pudieran volar, pero también tuve la duda, si mi tarjeta existía o se me invitó de boca a última hora, pues soy hijo de su madre, quien me decía “no asista donde no es invitado porque usted no pasó hambre chiquito”.
Durante la noche, dibujaba en mi imaginación, a muchos de mis amigos bailando, comiendo, bebiendo y hablando de todo el que iba llegando, también imaginé a los aprendices de políticos que nunca faltan, hablando más que dos náufragos cuando los encuentran y como urracas parlanchinas opinando en cada mesa sobre temas que no conocen, en fin todo lo usual en estos tiempos cuando más de uno que no ha tenido el valor de sacrificarse en esta vida por nada porque todo lo han tenido fácil, tampoco tienen el pudor de guardar silencio cuando hablan los que saben y se sacrifican.
Merecida celebración para un hombre que con el ejercicio lícito del periodismo, ha construido ladrillo a ladrillo una organización empresarial que se ha convertido en escuela para quienes con ese digno oficio ratifican la supremacía del “cuarto poder” sobre las indelicadezas y el ejercicio arbitrario de la función pública.
Ismael es un periodista integral de los tobillos a la mollera, y su meteórica carrera que inició con la reportaría debe servir de ejemplo para las nuevas generaciones de comunicadores de la costa y el país, lo digo porque lo conozco, pues no necesita mi gratuita lisonja porque sus meritos son suficientes, y acostumbro a decir a mis amigos lo que toca y no lo que ellos quisieran escuchar. Isma para la próxima, ya estoy auto invitado, esta vez ni modo hermano.
@Nene AcostaM