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Es cierto que todo cambia con el tiempo, como dice la canción, y en el vallenato es mucho lo que ha cambiado: los ritmos, la estructura de las canciones, las melodías, las métricas, las temáticas, los instrumentos, la forma de escuchar la música, el ritual de las grabaciones, en fin, todo ha cambiado, algunos dicen que evolución lógica, otros que simple involución.
Es cierto que todo cambia con el tiempo, como dice la canción, y en el vallenato es mucho lo que ha cambiado: los ritmos, la estructura de las canciones, las melodías, las métricas, las temáticas, los instrumentos, la forma de escuchar la música, el ritual de las grabaciones, en fin, todo ha cambiado, algunos dicen que evolución lógica, otros que simple involución. Ya en algunas columnas hemos abordado muchas de esas situaciones y hoy quiero que analicemos en concreto el caso de las grabaciones de nuestros artistas en estos últimos 50 años del vallenato, de los que yo puedo dar fe porque los he vivido y soy testigo de excepción.
En los años 70 los estudios de grabación solo se encontraban en las grandes ciudades y se hablaba casi que de manera exclusiva de Medellín, Bogotá y Barranquilla, aunque según el investigador Ángel Massiris Cabeza, el paseo vallenato se graba desde la década de los 40, hablaré solo de las experiencias vividas.
La producción fonográfica la hacían solo las casas discográficas, bien sea aquellas que tenían estudios propios de grabación o mediante el alquiler de los mismos. Nosotros, los músicos vallenatos radicados en el Cesar y La Guajira, añorábamos que en una de aquellas visitas que hacían a la región los misioneros cazatalentos de las disqueras nos escucharan y nos seleccionaran, o la otra opción era que alguno de los músicos ya consagrados, nos recomendaran con los productores y se nos hiciera el llamado para una prueba.
En esa década de los 70 aún se grababa en formato de discos de pasta o goma laca endurecida y en la radio se acuñó el término “La pasta sonora”; los discos eran de 78 revoluciones por minuto y contenían una canción por cada cara. Luego llegaron los discos de vinilo, el Long-Play de 33 RPM y el de 45 RPM. En el vallenato el rey fue el LP o larga duración.
En el año 80 tuve la fortuna de hacer pareja con uno de los acordeoneros más importantes y queridos de Valledupar, Miguel Ahumada, quien envió mi voz en cassette a Medellín y de inmediato fue aprobada para grabación en la casa disquera INS. El LP salió el 20 de diciembre de ese mismo año.
A mediados de los 80, nace el formato de disco compacto digital o CD. Ya en la década de los 90 los mejores estudios para grabar vallenato se concentraron en Bogotá y Medellín, posteriormente Barranquilla volvió a tomar fuerza, hasta cuando algunos artistas y empresarios del vallenato se les ocurrió montar estudios en el propio Valledupar.
Los avances de la tecnología del sonido, los computadores y los menores precios en equipos, llevaron a que los músicos pensaran en tener sus propios estudios, en principio, para hacer maquetas de su música, y luego se dieron cuenta que el sonido profesional que esos estudios daban, no tenían nada que envidiarle a los de las disqueras. Allí nace la proliferación de estudios de grabación en Valledupar y demás poblaciones, se abaratan los costos, pero además el formato de CD pierde vigencia y los videos ganan fuerza. El tema amerita continuarlo.
Colofón: Me preguntaba el amigo Juan Rincón Vanegas, jefe de prensa del Festival Vallenato: cuál creo yo que es la causa por la que muchos artistas consagrados de nuestra música ahora ya no graban las 10 o 12 canciones como lo hacían antes y muchos de los artistas emergentes ni se preocupan por hacer grabaciones. Para mí las redes sociales son la razón de este gran cambio.
Por: Jorge Naín Ruiz Ditta.
Es cierto que todo cambia con el tiempo, como dice la canción, y en el vallenato es mucho lo que ha cambiado: los ritmos, la estructura de las canciones, las melodías, las métricas, las temáticas, los instrumentos, la forma de escuchar la música, el ritual de las grabaciones, en fin, todo ha cambiado, algunos dicen que evolución lógica, otros que simple involución.
Es cierto que todo cambia con el tiempo, como dice la canción, y en el vallenato es mucho lo que ha cambiado: los ritmos, la estructura de las canciones, las melodías, las métricas, las temáticas, los instrumentos, la forma de escuchar la música, el ritual de las grabaciones, en fin, todo ha cambiado, algunos dicen que evolución lógica, otros que simple involución. Ya en algunas columnas hemos abordado muchas de esas situaciones y hoy quiero que analicemos en concreto el caso de las grabaciones de nuestros artistas en estos últimos 50 años del vallenato, de los que yo puedo dar fe porque los he vivido y soy testigo de excepción.
En los años 70 los estudios de grabación solo se encontraban en las grandes ciudades y se hablaba casi que de manera exclusiva de Medellín, Bogotá y Barranquilla, aunque según el investigador Ángel Massiris Cabeza, el paseo vallenato se graba desde la década de los 40, hablaré solo de las experiencias vividas.
La producción fonográfica la hacían solo las casas discográficas, bien sea aquellas que tenían estudios propios de grabación o mediante el alquiler de los mismos. Nosotros, los músicos vallenatos radicados en el Cesar y La Guajira, añorábamos que en una de aquellas visitas que hacían a la región los misioneros cazatalentos de las disqueras nos escucharan y nos seleccionaran, o la otra opción era que alguno de los músicos ya consagrados, nos recomendaran con los productores y se nos hiciera el llamado para una prueba.
En esa década de los 70 aún se grababa en formato de discos de pasta o goma laca endurecida y en la radio se acuñó el término “La pasta sonora”; los discos eran de 78 revoluciones por minuto y contenían una canción por cada cara. Luego llegaron los discos de vinilo, el Long-Play de 33 RPM y el de 45 RPM. En el vallenato el rey fue el LP o larga duración.
En el año 80 tuve la fortuna de hacer pareja con uno de los acordeoneros más importantes y queridos de Valledupar, Miguel Ahumada, quien envió mi voz en cassette a Medellín y de inmediato fue aprobada para grabación en la casa disquera INS. El LP salió el 20 de diciembre de ese mismo año.
A mediados de los 80, nace el formato de disco compacto digital o CD. Ya en la década de los 90 los mejores estudios para grabar vallenato se concentraron en Bogotá y Medellín, posteriormente Barranquilla volvió a tomar fuerza, hasta cuando algunos artistas y empresarios del vallenato se les ocurrió montar estudios en el propio Valledupar.
Los avances de la tecnología del sonido, los computadores y los menores precios en equipos, llevaron a que los músicos pensaran en tener sus propios estudios, en principio, para hacer maquetas de su música, y luego se dieron cuenta que el sonido profesional que esos estudios daban, no tenían nada que envidiarle a los de las disqueras. Allí nace la proliferación de estudios de grabación en Valledupar y demás poblaciones, se abaratan los costos, pero además el formato de CD pierde vigencia y los videos ganan fuerza. El tema amerita continuarlo.
Colofón: Me preguntaba el amigo Juan Rincón Vanegas, jefe de prensa del Festival Vallenato: cuál creo yo que es la causa por la que muchos artistas consagrados de nuestra música ahora ya no graban las 10 o 12 canciones como lo hacían antes y muchos de los artistas emergentes ni se preocupan por hacer grabaciones. Para mí las redes sociales son la razón de este gran cambio.
Por: Jorge Naín Ruiz Ditta.